Un estado de diversión. También de duda.
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La lluvia cae sobre un campo seco, abandonado, que ha perdido hasta la edad. Aun así la tierra conserva las raíces.
Se tiene todavía la capacidad de elegir, de buscar la suerte que no llega (ni en ritos ni en sorteos). La fortuna no pertenece a esta vida, ni es concedida por nuestra voluntad. Si no, seríamos inmortales (efectivamente como dioses) y la ética un invento innecesario. Al motor de la acción le asignamos el nombre de esperanza, sin querer ver lo que tiene de mal, postulando heroicamente el valor del esfuerzo para conocernos dignos de nuestra buena ventura. Esperanza en la libertad, la fe: ¿están los dioses por ahí?
Entre los resquicios de voluntades separadas, de caminos de la conciencia que planifican el día y valoran por la noche, sin seguridad alguna, tienen lugar a veces los encuentros. Esos fallos en la conciencia, como cualquier huella, deben ser leídos correctamente: indecisiones, actos de confianza, de agradecimiento espontáneo. Incluso los hechos que no tendrían por qué ocurrir en ese momento, que podrían esperar hasta después o no ejercerse.
¿Entre los resquicios o a causa de ellos, en ellos? No sé decir lo que quiero, pero respeto la primera decisión de las palabras. "Entre": relación de dependencia y necesidad mutua; también lugar intermedio.
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