15 de diciembre de 2006

La flecha que no hiere

(A Paul Valéry)

(Presente)

Pasea por las calles, las tardes de los viernes, a la hora en que las tiendas y las oficinas están esperando echar el cierre. Eso lo piensa, al pasar rápidamente por delante de los escaparates, aunque desde el interior no lo miren a él. Pero él lo sabe. También coincide con otros transeúntes que llevan prisa, aunque a éstos no les presta mucha atención, sino a lo que piensa...

(Pasado)

Diez años atrás. Se preparaba para salir: cogería el coche, y ya en la ciudad, una vez que hubiera recorrido los escasos kilómetros, podría pensar en el sitio al que quería ir. Había mirado la cartelera de los cines en el periódico del trabajo; sin embargo, a esta hora, aún no se había decidido, allí, en medio del hormiguero de los viernes por la noche.

Eso contó después, yo no tengo manera de saber lo que vio, tampoco si iba en compañía o no. Fueron unas palabras cazadas al vuelo de una conversación ajena que apenas me rozaba. Ahora las asocio, sin conocer por qué, a la experiencia familiar de ir ocioso por la calle.

Uniendo hechos que no tienen demasiada conexión, me doy cuenta de lo mucho que sabemos, a pesar de todo, de nosotros mismos y nuestra vida, aunque creamos, finjamos creer o digamos que no; lo poco y arriesgado que sabemos de las vidas ajenas, conociendo la comunidad que hay en la forma de sentir, de recibir impresiones, percibir formas, olores, sonidos, de toda la recargada vida de la ciudad. Sólo puedo darle algo de significado a lo que oí, trasladándole mi propia experiencia, a pesar de que entienda que eso es realmente un abuso que cometo, valiéndome de metáforas, traslaciones de un sentido propio a las vidas extrañas.

Como una flecha sin arco.

***

Alimentado por la obsesión durante demasiado tiempo, razono inconscientemente mucho mejor de lo que luego entiendo los razonamientos, incluso los míos. Confundo lugares, tiempos y personas para tormento del intérprete, que es continuamente un yo que se alimenta de sus obsesiones, un arco sin flecha que le iguala -cuando sus momentos peores- la razón con el sueño.

***

Tareas:

Paul Valéry: Mr. Teste.

Marc Augé: campo y ciudad, yo mismo.

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