6 de diciembre de 2006

Libertad de palabra

(Las entrevistas)
Se trata nada más que de una materia misérrima, unos pobres argumentos y unas ideas podridas. Prosiguiendo indefinidamente la discusión, y cada palabra da para eso, nunca llegaremos a actuar. No-actuaremos, además, en buena ley, respetando la ley. Si se nos obliga, no es más que una imposición autoritaria, la mentira del diálogo (democrático).

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(Juegos florales)
Hoy no venía, aunque yo la llamé; no fue un descuido. Ella no me necesita, juega conmigo, unos pasos de baile apenas. Aprieta mi mano en el bolsillo, hasta que me cambia el aliento, sudado, en una voz directa. Entonces es cuando debo parar -el instante de la reflexión intranquila, mi castigo: los principios éticos, las conclusiones inmorales, el estar en las conversaciones ajenas, que contienen lo que ellos saben y se explican. No me necesita, se regala a mi mano, rosa de dolor, pidiéndome que la quiera a distancia: desde que atravieso los puentes, tranquilos e intransitados por la noche. Ahí está para mí, plantada y fría, llevando su risa a las horas (cuando alza la muñeca y mira el reloj).

No es para ti, encierra su cuerpo, la forma de tu mente, demasiadas delicias. Va con hombres pausados, sociales, y tú quieres tu vino para un retiro, apartado: diciendo una verdad, sería una desgracia lo que dijeras; el mundo podría evitar saberla, dejarte contigo como estás, individuo, conciencia: la parca enseñanza de tu edad, el vino que se bebe a tediosos sorbos, y frío.

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