31 de octubre de 2006

Podredumbre

¿Soy lo que leo?: una desgracia tras otra, la disolución del mal en la vida hasta que se termina por hacer normal el dolor (N. Mandelstam); la debilidad de un autoconcepto que cae preso de los dilemas ideológicos, intelectuales o la moda (De Miguel, Verdú); la llegada de una forma de vida que desordena incluso las metáforas consabidas (¿qué significa un red?, ¿cómo caer en ella y no fuera de ella?: Castells); la sombra que trae la tarde, en las estaciones y el otoño (yo, Pavese). ¿Qué río podría navegar, yo?
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El saber pedagógico según MFE: La escritura genera retóricas, engaños: las trampas de/para los otros. Se argumenta vallando la pobre parcela del yo -sobre todo si está académicamente blindado, amuralladas sus palabras- con el fin de cargar la culpa sobre los hombros de los demás. Igual que si un dios necesitase el libro, y a los intérpretes del libro, para perpetuar su inocencia, perpetrándola. Existe una pequeña carga criminal en el rousseaunismo difuso del saber: se justifica el mal en la tierra abandonando al dios, liberando a la vez a la mayoría de su insoportable responsabilidad, señalando la víctima propiciatoria, pues el mundo laicista también quiere sangre. Esta forma de stalinismo, la pedagogía, una religión estúpida tras los dioses muertos, santifica el sistema y no tiene ni un gesto de repugnancia delante de la sangre del individuo. Únicamente el gesto de la necesidad: esto es la banalidad del mal -carencia ¿ignorada? de reflexión- extendida a la normalidad de los mecanismos de la reproducción social, una mente de paranoicos, que es la adecuada para una sociedad dormida. La mentira se explaya como el aceite.
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Woody Allen: Todo lo que...
La ciencia quiere regir la vida, toda la vida, un interior que es un exterior. Esto sucede cuando lo privado y lo íntimo se habla en público, cuando ese hablar se lleva al extremo armándolo con rigor experimental. ¿Lo cómico traslada cuestiones serias? La invasión científica de la intimidad es una cuestión seria, y acompaña a la conversión de la opinión pública en el rumor, no de las olas sino de las gentes.
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Las decisiones son más bellas cuando son ajenas. Aunque me reservo la posibilidad de preguntar. Así puedo agradecer aquello que no había advertido, admirarlo aunque también rebajarme. Me pregunto (lógicamente no puedo responder) qué se gana al conocer el carácter selectivo y deficiente de la propia atención: ¿una mayor fidelidad a los hechos?, ¿la materia documental para un estudio de casos?

30 de octubre de 2006

Música y sueño, lugar de paz

Historia privada:
Escuchaba la radio en una habitación mal encalada, que no podía esconder el olor a tierra y humedad. Cada vez que lo recuerdo, y que la memoria se me aparece en instantes de agradecimiento, pongo mi ánimo -escondiéndolo- muy por debajo del suelo: son unos momentos de verdad en los que saldo la deuda de la única manera que sé y puedo (dichtung und warheit).
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Una gran soledad que se confunde y confunde: da poemas a los cuerpos y regenera el tiempo, anulando distancias.
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Es mucho más fácil fallar en el mensaje que en la intención, o en el destinatario.
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Deseamos un lugar de paz, todo luz y claridad: con todas nuestras fuerzas, hasta confundir la depresión con su opuesto, el hallazgo del bien, de la Persona.

29 de octubre de 2006

Volkgeist, de nuevo

I. Vicente Verdú
Visto de otra manera: debe distinguirse entre la intención de la autoría y los efectos de la escritura; entre las pretensiones de la escritura y los efectos de la autoría.

I.A. El autor no representa otra cosa que un espejo. El autor no es un espejo: con "representación" nos referimos a la debilidad de las definiciones, a la provisional necesidad de las mismas.

I.B. Su rol institucional -el círculo de los intelectuales: cosmopolitismo de los viajes, de los idiomas y los conocimientos, de los libros y la edición/los editores- no le deja al margen -no deja al margen- de los signos del tiempo. Éstos, como la escritura de un dios inexistente, deben ser descifrados.

I.C. Para Verdú, la persona, existe el dolor: también las categorías que lo describen, y que él niega en otros ámbitos.

II. Autoficciones
In illo témpore me atreví a querer hacer un análisis -enfocándolo sociocualitativamente, según la técnica de las historias de vida- de una muestra, escogida al azar de lo disponible en bibliotecas cercanas (?), de ese tipo de narrativas que se quedan a medio camino entre la autobiografía con sentido referencial, memorialista, y las falsas autobiografías o novelas con formato autobiográfico (narradas en primera persona y que tuvieran por objeto un trayecto significativo de la vida del personaje/narrador).

Pensaba, no sé si con verdad, que el traslado del valor de confianza y autenticidad que reside en las historias de vida (el narrador entrega su discurso espontáneo al otro, el científico, en representación éste de la verdad) a las formas libres de autopresentación -pues no se obligaban a la entera verdad- de unos narradores privilegiados (por su oficio y formación: los escritores) podría conducir, gracias a esa misma escritura irresponsable de la que los escritores pueden hacer uso, a un mejor conocimiento de los valores reales o sobreestructurales presentes en un determinado período de la sociedad española.

La oportunidad de la empresa sería tanto mejor en la medida en que se solapaban dos tiempos en una misma escritura de autor/es: educados, en todo o en parte, durante la Dictadura, pudieron conocer -después de la transición- el funcionamiento de la vida en una democracia formal. Lo que de inmediato se percibió como fracaso y desilusión, conscientes de la mayor fuerza de la escritura que escribe contra, de las posibilidades de una negación reactiva, que no se compromete a actuar, ha acabado significando la reaparición de una doble verdad: la histórico-política, que desde uno y otro lado -aunque fundamentalmente desde uno- pide la reescritura y recuperación del tiempo, y, en segundo lugar, el punto de vista -de orientación culturalista- acerca de los defectos sociales en la ilustración ciudadana (ésta se refiere al valor, no al derroche), bien reales en el conformismo actual y fácilmente visibles a través de la frágil memoria de los escritores (por su forma y por su contenido).

Un pensamiento narratológico, folklórico o pop, podrá salvar las obras con el prestigio añadido de la lingüística: la ironía está en darse o no darse cuenta de que se ha desplazado el culto ejercido sobre el contenido ideal de unas obras, sea en la intención del autor o en la materialización de los valores, religión que orientó el inicio de la hermenéutica, hacia la tensión entre la crítica (textual) y la verdad (de la obra) que valdrá, con el tiempo, lo que la calidad de escritura del investigador. Es decir, que se vuelve a la calidad de la literatura a través de su misma negación académica: la literatura contiene los signos de un tiempo, incluso en su mutua mediocridad.

A mí, todo este intento -trabajo, deber- me sumió en una gran infelicidad personal.

28 de octubre de 2006

Genius loci, la era de las masas

(I)
(Pérdidas masivas) Siempre tuve terror de la muchedumbre, y razones para tenerlo. Quien se sumerge en la masa pierde cualquier sentido para la distinción: esto, que sucede en principio al pie de la letra, provocará por reacción la búsqueda de espacios aislados, la torre de marfil o el cuartucho del bohemio, también la soledad indigna de los pobres individuos habitantes de las urbes de las sociedades avanzadas. Comprendo que el temor a lo oscuro no debe llevarnos al miedo a las gentes, aunque tampoco veo motivos para santificar todas las fiestas del calendario (etnológicamente hablando).
(II)
(Vicente Verdú) Cuánta confusión en las descripciones: se echa de menos el rigor lógico de los primeros críticos de la metafísica (lo mismo vitalistas que empiristas). Desde que prendieron fuego parece mucho más fácil confundir el sujeto y el objeto de conocimiento, desairar la santa neutralidad (¿por qué el científico ha de ser de carne y hueso?: no lo puede evitar, pero no tiene por qué desearlo, sino más bien su sustitución personal por una máquina perfecta; de cristal, si es posible). El diagnóstico correcto acerca de la pérdida de todo el conjunto de predicados que califican moral y religiosamente la identidad personal, la sustitución de esas cualidades abandonadas por sus perfectos contrarios (pluralidad, fragmentación, dispersión, diferencia... ), no tienen que llevarnos a la satisfacción, de ninguna manera. Individuos, si es que así pueden seguir siendo denominados, individuos tan estúpidos como esos serán incapaces de comprender la misma sentencia que les condena, e irán regalados a la muerte. Pero ésta, igual que el dolor, nunca juega a romper las categorías: poniendo en los rostros las máscaras de la seriedad se revela como una maestra rigurosa que difunde conceptos antiguos.

Público, privado

Orwell: lo orwelliano pertenece a los hechos, a los principios de la filosofía; no importa si no encontrados, sí buscados siempre. El logos asegura inicialmente su verdad en el proyecto de una ciencia buscada, diferente del sistema teológico y del mito que antecede (vid. Aubenque). Las vueltas y revueltas de la razón, sus éxitos y fracasos, la conducen continuamente a la cuestión del background, de los fundamentos de la argumentación: ésta empieza con un acuerdo que después termina por deshacer/se. Si no encuentra el acuerdo, por un camino fácil e inmediato, tiene que ponerse a mirar detrás, o en otro lado: lo mismo sirven los arjai platónicos o preplatónicos que la política británica de los sense data, o la posición apriórica de un lenguaje tamizado por la ingeniería que vuelve insensatas las tentativas de asentarse firmememente... La razón, cuando está en el centro y cuando en los márgenes descree de ella misma, juega en casa: el escéptico y el dogmático disfrutan de la misma hierba fresca, de la servilleta en el suelo y la conversación entre hombres y mujeres. La fe y la tribu no participan de esta humanidad: la telaraña necesita de la mentira sistematizada, una voluntad de sí a las reglas que dice en su corazón no a las reglas, no a ti... Comprendo la facilidad del crimen histórico-sistemático si me pongo a reflexionar en algunas cosas de las que estoy viendo. La voluntad de verdad es, en efecto, una voluntad de poder -pues se quiere tener razón-, pero la voluntad de poder no se va a descansar porque le pongan delante el retrato de las mentiras: entonces trabaja con más alegría.
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Vale: lo público para todos, lo privado para mí, el sonido alusivo de las canciones poniendo melodía al interior, triste o alegre...
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En el límite: vaciamiento de la experiencia, el silencio escrito, la escisión de la modernidad: el horror trivial de El resplandor...

Feria y vanidad, genius loci

Escribir: verbo intransitivo.
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¿Por qué escribir?, ¿para qué?
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Los pueblos disponen de las fiestas para dar lo que escriben: no se celebra el acontecimiento pasado, se "proescriben" recuerdos y esperanzas que podrán derivar en hechos. El contenido de la fiesta es más bien afirmativo que declarativo, pone la voluntad por delante de la verdad. Sucede por inercia: por eso la fiesta va muriendo, igual que le pasa a esta Historia.
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Estimado DC:
¿History? ¿Stories? Me decido por lo segundo, como pienso que ha hecho él: las personas conservan su lugar de nacimiento, o lo abandonan -cualquier biografía representa una pérdida de identidad: se recupera, de otra forma, a través de la libertad, si ésta constituye la forma de la vida madura-. En mi caso, en el suyo, lo que era un paisaje físico casi inmodificado, apenas para habitarlo y morir en él, se ha transformado en muy pocos años en algo totalmente diferente: un terreno estragado por la estupidez y la ambición, si es que llegan a ser vicios diferentes.
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La falta de respeto por la tierra supone el inicio del fin de la ética; su sacralización, también. Sólo se me ocurre una virtud media, el respeto o la dignidad, emanados de la prudencia. ¿Quiénes son los hombres sabios que la producen? ¿Para qué discípulos sus dichos/actos constituyen ejemplos de la definición buscada?
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A maestros y discípulos alcanza el trabajo de investigar el significado, y de ponerlo en mayúscula (otorgar Sentido a los signos, girar metafísicamente la semiología); el concepto finalmente comprensivo (explanans), al quedar fuera del círculo (explanandum), corre el peligro de permanecer a su vez inexplicado. El fruto consistirá en encontrar la contradicción envuelta, pero al devolver la reflexión a su camino cabe preguntarse por la necesidad y posibilidad real de encontrar una respuesta definida a la intención de sentido.

27 de octubre de 2006

Cuarta hora, heteroficciones

Hace un tiempo pude leer en un diario escolar lo siguiente, que a mí me parece que resume, en su ingenuidad, la forma de tratarnos y hasta más de una biografía: "Te plantas ahí delante, sorprendida por la pregunta (¿mirar?, ¿qué has de mirar?), y entonces te ofreces entera a los ojos: esto es lo que hay." De lo cual yo saco en claro la extrañeza de la situación y la forma en que no se resuelve, ni en ese momento ni después: puedo creer así que eso es todo. Los cuerpos se paran y hablan, dando lo que no había ni habrá, una ocurrencia chistosa, la gracia única de las líneas de un rostro. Al escuchar, a la figura y a la boca, no sería sorprendente que la respiración se cortara, sin saber qué decir cuando llega el turno de hablar. Por su parte, estos comentarios, que intentan escribir un momento de silencio en el día, podrían ser los que hace cualquier joven al respecto, y yo no pretendo más.

Marc Augé

Humanidad
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Mente=Infelicidad
Cerebro= ¿?
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Amanece que no es poco: un divertimento, nada más, incluso poco afortunado a veces. Al suprimir el sonido podríamos pensar en personajes autorizados de la España franquista, en una película que los recupera. Lo surreal está en las palabras, que no son las que se esperan -ni en las respuestas ni en las preguntas que las anteceden-, en las acciones, impropias de personajes sueltos, hasta en algunos seres que no son de este mundo (como los hombres-árboles o los levitantes).
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¿Posee la historia algo de esa grisura absurda? El futuro resulta imprevisible, porque no controlamos el presente, y porque desconocemos el pasado...
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La voluntad de verdad debe ser sagrada para el filósofo: no la inteligencia de los hechos, sino los mismo hechos; aunque el pensador sea un empirista radical que descree de los facta de su empirismo. El pensador de carne y hueso no importa para nada, y mucho menos su abandono.
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Lo orwelliano reside en la materia, de la que se dice que existe o no, declarando la verdad o la falsedad. No reside en la felicidad o infelicidad de la visión que colorea los objetos y estados del mundo, las situaciones y los cambios: los hechos tienen que ser los mismos que los que llegarían a la gracia de la mano de un ser feliz, e inmortal (véase el final del Tractatus).
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Ninguna interpretación es orwelliana: debía serlo desde el principio, en la ontología declarada con buena o con mala fe.
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Un poder totalitario -laico o religioso- debe reescribir la historia.

24 de octubre de 2006

Página 330

Cita N. Mandelstam del poeta - en Contra toda esperanza- un fragmento breve de El alba del acmeísmo: "La percepción del mundo para el artista es el medio y el instrumento de su trabajo..."
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Es decir, no es la inteligencia del mundo lo que se pone al servicio de una theoria: el poeta no se queda -o no empieza, más bien- en contemplador. El resultado de su actuación es, lógicamente, una "obra", que así es como prosigue la cita.
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La inteligencia no representa el medio/instrumento, aunque puede que sí el resultado: el poeta surge de la caverna o la indiferenciación. Si no platónico en el inicio, sí se revela así finalmente.
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La "obra" es la "realidad", la "única": la percepción no es real. Entonces, ¿se trata de un misticismo?, ¿del in/sub/consciente?
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Ningún filósofo se satisface con un fácil en sí: precisa del éxtasis y el retorno; de la negación y la esperanza entregada.
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¿Cómo pueden reconocer los seres humanos un deseo logrado: en sí/para sí? ¿Sucede con la política?, ¿entre los cuerpos?

23 de octubre de 2006

Fragmentos de sistema, políticas del amor

"La renuncia a que tú me veas, esa vergüenza o deshonor que se aposentaría en mi persona si te quedaras con mi cara, dándote en gestos lo que pienso y lo que siento, plantearía, según creo, un lugar imposible para cualquier encuentro. Tal grado de impureza, que me impide verte, sólo puede venir proporcionadamente de tu misma persona." (21 de octubre de 2006)
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Tolerancia:
No existe un misterio especial en el equívoco del párrafo anterior: la conducta hacia los vecinos, las relaciones amistosas, la familiaridad y el amor se basan en un continuo de claridad en las formas, de libre disposición y confianza... Una situación así, un campo de posibilidades abierto de esta manera no había sucedido en la historia y, en verdad, sería muy raro que volviera a suceder.
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Philía=logos.
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La transmisión cultural sigue garantizándose a través de la escritura, aunque el canal sea diferente, plural, multiplicado, infinito... La lectura debe suceder en silencio, en soledad: la violencia de la imagen sólo podrá inducir una nueva barbarie (tribu y masa).
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No conozco un exterior de la civilización del libro: pero éste tampoco avala una política de la vida. Puede suceder al contrario, cuando falta la crítica, cuando se da un exceso de dioses.
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Sloterdijk vacila (¿oscila?; pero no me refiero a sus dudas, que no las tiene, sino al movimiento histórico/sistemático de la razón) entre cinismo y quinismo (Crítica de la razón cínica), y se trata de algo de eso: la razón que niega, negando la misma voluntad que la pone...

Parque infantil

Mandelstam: lo que percibe el poeta es su herramienta de trabajo.
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Visible/invisible: !Cuánto tiene que seleccionar el poeta, y olvidar o desconocer la escritura!
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Verdú/Castells: la vanidad de una teoría que sucumbe a la vaciedad de su objeto: ¿también Castells? Verdú está demasiado contento con la new ethics descubierta.
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Pero esto eran/son sólo apuntes, accidentalmente inscritos (¿?) ¿Cómo? La red no es de piedra, y los ordenadores incomprensibles...
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La interpretación, que devuelve el sentido, también lo genera a partir de una primera intuición, u ocurrencia: por eso se continúa escribiendo, aunque se quería dejarlo para después.
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¿Son los nuevos sujetos "ocurrentes"?
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Después de la era de los psicotécnicos: ¿el capricho? ¿la libertad?
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Autenticidad=creatividad; ¿ambas falsas?
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La ficción va naciendo, también, con la protesta contra la mala fe: la absoluta libertad, el deber total, representan un engaño, constituyen -de hecho- la mentira.

21 de octubre de 2006

Calor de otoño

El alma desatendida, al llegar octubre, se baña en lo que puede: en la frescura líquida, rumorosa hasta el silencio, de las acequias, en el aroma brevísimo del limón, en el sendero social de las hormigas por el camino de tierra. Paseando por los recodos del río -el tiempo ya deshizo sus aguas- veo cómo la tierra de los márgenes adquiere forma humana, pues parece cortada a cuchillo; y cómo las casas en ruinas, al confundir su color con la tierra circundante, se han vuelto por fin naturaleza.
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¿Cómo podría dedicar su vida al lenguaje quien no tuviera el espíritu torturado por las palabras? Éstas, habitualmente comprensivas, amables, se vuelven sombrías y dejan un rastro definitivo de frío, de obsesión.
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More Heidegger: el lenguaje es la casa del ser; el hombre el pastor del ser. Al poeta le pertenece la administración de las palabras. Ni siquiera al filósofo, ya que éste es amigo o enemigo del gobierno de la ciudad, resultado tardío de los excedentes económicos, del lujo. La ocupación con las palabras, en cuanto entrega individual a la tradición (vuelco social, absoluto de la individualidad), se establece como universal para toda comprensión posible, un estado del habla muy poco separado del silencio primerizo, y todo antes de la política.
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La renuncia a que tú me veas, esa vergüenza o deshonor que se aposentaría en mi persona si te quedaras con mi cara, dándote en gestos lo que pienso y lo que siento, plantearía, según creo, un lugar imposible para cualquier encuentro. Tal grado de impureza, que me impide verte, sólo puede venir proporcionadamente de tu misma persona.
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A este respecto, la decisión -los actos, los discursos- política acerca de la inconveniencia de los reductos culturales demasiado particularizados, siendo apropiada, al ir dirigida al auditorio conjunto de la ciudadanía, debe basarse en un principio anterior, quizás no negociable: los cuerpos no son causa de vergüenza, sino la alegría misma, justo porque son tan poco durables.
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"Un ser de ficción, vaciado de casi todo, se refugia en la inventiva momentánea e inmotivada: encuentra así la autoficción. La solución histórico-literaria tiene bastante éxito, teórico y práctico. Basta con mirar la difusión del término para este tipo de textos (no simplemente narraciones), cuantificable en el mismo medio informático para el período de tiempo que se desee. La venta de libros que pertenecen a ese género difuso confirmaría esa misma tendencia." (28 de agosto de 2006)
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¿Contendrá el cristianismo, origen hegeliano de la libertad, los gérmenes del mismo mal? Convendremos en que sería una pesadilla la inversión total del sentido del pronunciamiento por un dios interior, más verdadero que yo mismo, la subjetividad transparente y deseante, que sólo tiene por techo un cielo de nubes bajas en octubre y un calor tardío. La pasión por la verdad está muriendo desde hace decenios, desde que decidimos temblar por el uso de las mayúsculas (Libertad, Igualdad, Fraternidad), ahogadas en el río revuelto de la tolerancia.
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Los autos de fe no son el alma eterna, la verdad no es el error. ¿Por qué sorprendernos de nuestra condición autoficticia? No comprendemos nuestro lenguaje y nuestra ontología se desliza entre "real" y "virtual" (Vicente Verdú).

Flexiones

"No existe forma más poderosa de recuerdo que el olvido." (20 de octubre)
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¿Qué deformación de la lógica conduce a que lo anterior sea verdad? El logos practica distinciones, es cierto, vive de esa ocupación única. Sin embargo, también respeta los principios, las reglas de juego. Con ese aspecto de juego, de situación posible imaginada, al modo de un escenario o teatro de la vida social -a este respecto, la reflexión personal sobre la philía, incluso la imposibilidad personal para alcanzarla, está continuamente entreteniéndose en proyecciones mentales acerca de cómo pudo ser la primera agrupación social-, facilita la comprensión -ésta es la función paradójica de la hermenéutica de las tradiciones invertida de Nietzsche; vid. El crepúsculo de los ídolos: sobre la razón, el macroídolo- todo aquello que sabemos por la historia acerca de los repetidos intentos fallidos por reprimir la religión: lo reprimido vuelve, aunque no sea en la superficie, claridad consciente, presente transparencia.
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Eso que vale para los movimientos de masas, cuando se produce la rebelión contra los intentos sistemáticos de desarmar la conciencia limpiándola de sus contenidos más íntimos (para lo cual, tramposamente, se intenta convencer a las gentes de su derecho subjetivo a mantener privadamente unas creencias a los que sólo se otorga validez particular; con trampa, porque lo que se pretende es aislar lo más posible), y de ahí el definitivo fracaso sobreestructural de la conciencia totalitaria -aunque sean posibles las recaídas parciales-, eso, alcanza igualmente a la memoria particular del individuo, en formas diversas y opuestas: rencor y vergüenza, pero también agradecimiento y amor. Yo no sabría decir si esto ocurre a causa de una reflexión o proyección directa de los grandes movimientos de ideas, o principalmente compete a la responsabilidad individual por las actuaciones: regladas, sí, nunca seguras. Me vale decir que olvida la inteligencia y que recuerda el cuerpo, hasta en sus pasos y la inclinación de los ojos al suelo.

20 de octubre de 2006

Lapsus

(La autoría es -representa, constituye, nace como... - el resultado accidental de la reunión de un texto y una firma.)
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Cómo la inscripción llega a objetivarse en escritura, en símbolo cultural, es una tarea de la que deben informar los historiadores (sociólogos, antropólogos, filólogos, paleontólogos).
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La lengua constituye un sistema social: el diccionario representa el registro fosilizado de ese hecho, y no corresponde -por inactualizado- al uso real, visible en Google, la máquina de las palabras y de los seres. (La decisión de devolver la vida a los muertos, las palabras, siempre hará grande -recordado- a Julio Cortázar: vértigo/rayuela.)
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Bastaría un accidente histórico para que desapareciera esa decisión de actuar que se materializa en los textos, en los libros: un exceso de religión, de esclavitud, que nos hace añorar a Juliano, o el tiempo de una humanidad feliz y urbana.
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La distopía es real. Contra ella sólo sirve la voluntad, la decisión que habla y escribe. Callados estamos ya muertos.

Eudaimonía

(Doy con mis manos lo que pienso, aunque no sé si sería como dar un fruto.)
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La democracia es el enfrentamiento de las caras: el argumento que se acompaña del gesto, o que es sustituido por éste. Se origina la philía en los gestos, incluso en la sensualidad; pocas veces lo recuerdan, o no se atreven, los políticos. El respeto por el rostro, hasta llegar a ocultarlo, como si se tratara de una vergüenza, la disposición universal a consagrar este tipo de "argumentaciones" como forma de reverencia a la diosa Cultura, impide considerar las dudas y matices que dejan abierta la conversación y dan esperanza de reencontrarse a los cuerpos.
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Un conjunto de miradas lánguidas puede ser objeto de burla, o meramente risible si así se dictamina, pero no está lejos -por lo menos en el tiempo histórico- de la franqueza del citoyen o bourgeois que toma la palabra, la pone en circulación y multiplica de manera admirable las cosas escritas y las cosas vistas: el libro, la prensa regular, la radio y el cinematógrafo, Internet. El mismo movimiento que pone el romanticismo en la mirada consagra la responsabilidad de la nación y los pueblos: la falla de la democracia lo único que quiere significar es el fin del amor, no de la vida; por eso nuestra vida privada no nos exime de nuestros deberes públicos; es decir, no se nos libra de las reglas de cortesía y tolerancia, ni del agrado que produce la visión de los amigos y de sus cuerpos.
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Otro principio, extraído de un comentario libre de la película de Bergman Fresas salvajes: habría que dedicar la vida a un trabajo extenuante, sin motivos, restando horas al sueño, y morir cuando el vaso de la infelicidad está colmado. Esto, que parece un disparate anticristiano, porque se nos previno de la muerte que había de dar término a la felicidad en común terrestre -matrimonial y ciudadana- , y que no acopiáramos demasiado en el tránsito, esto -digo- traslada lo que yo entiendo acerca de la consecuencia más personal del imperativo categórico kantiano, una vez que se nos manda que seamos dignos de merecer la felicidad. Para que el premio no llegue demasiado pronto y nos acomode en la vida regalada se deja la decisión para un futuro descarnado, pues cuando el cuerpo ha muerto es cuando el alma debe vivir, y para un espacio más extraño todavía, el que actúa en la conciencia benévola de un Hacedor que recompensa de tanto dolor, y también -¿por qué no?- del sinsentido y el aburrimiento.
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Abandonados a nuestra suerte, arrojados en el barro -simple deyección-, sin más naturaleza que la libertad sin conocimiento de lo que ha de ser el minuto siguiente, el resultado de nuestros deseos y realizaciones en el minuto siguiente, y así sucesivamente, deberíamos componer una figura que sólo podrían valorar adecuadamente aquellos que están tan solitarios como lo estamos nosotros; es decir, todos, en la medida en que reflexionan, dedicando su vida a lo que pide el maestro o el Aristóteles que en cada caso nos ha tocado: el hombre que muere, cuando muere, practica en su mente la teoría, cierra el círculo de su figura, si lo comunica, y puede dejarlo como espectáculo para los demás.
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(Ocurre, a veces, que lo que presentimos de la verdad total se anticipa en la forma bella de la obra humana, poética o artística, sea en las modestas fotografías de familia, en los escritos del cajón o en las reflexiones más elaboradas, literarias o metaliterarias.)
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Por arte de magia, parece admirable la manera que puede componer un rostro cuando se entrega al trabajo, a la falta de sueño, sin conocer la esperanza que tiene. El arte de los matices que debe tener presente el ciudadano -yo- sabrá valorar justamente lo que dice esa cara, su duda, fragilidad y alegría. En cuanto espectáculo inmediato, de tránsito hacia la forma personal lograda, me doy por satisfecho con anotarlo: traslado nada más mi reflexión, que ocasionalmente adolece de sangre y la recupera considerando la dignidad y frescura del trabajo que otro hace. Para el Hacedor -el único- debe de ser agradable la visión de la tarea del héroe cotidiano que lo olvida de tan grande que ha llegado a ser su confianza.
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No existe forma más poderosa de recuerdo que el olvido.

19 de octubre de 2006

Del sentimiento amoroso en la autobiografía

La descripción del asunto quebranta su mismo valor: la charla acerca de los afectos básicos entrega su verdad más fundamental a un sistema que los olvida. La eternidad de La voz a ti debida se origina en la misma dispersión del sentimiento amoroso que pretende celebrar: el amor, en principio un calor de destrucción, se desgasta como la piel reseca de los pronombres. Éstos se viven a sí mismos más que si estuvieran hechos de carne, a través de las palabras puras con que se reflejan (yo-tú). Queda el producto, de lujo, un esqueleto sin polvo y sin atmósfera: para ser siempre cantado en la biblioteca, en soledad, y no en las calles ni en los balcones, donde le correspondería.
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El sentimiento amoroso no está presente en la autobiografía: introduce desorden, pues no puede existir una coherencia a dos. La coherencia emana de la soledad, del individuo, aquél que, descarnado, pone su alma a escribir.
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De lo cual se deduce que el amor no habla: la autoconciencia se sabe -ergo, existe- en el soliloquio.

17 de octubre de 2006

Era de la información

A propósito de Manuel Castells.
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La identidad -no en cuanto aspiración de hallar una seguridad en tiempos precarios, sino como proceso; no como sustancia, sino método del sujeto- depende, para su correcta formalización, del conjunto de interacciones que la época pueda tejer entre el yo y la información, devenida ésta primera categoría ontológica; de cómo llegue a la conciencia -es decir, a la filosofía: al continente de la reflexión- el mutuo juego de producción, experiencia y poder; de la forma finalmente concretada en el deslizamiento tecnológico-informacional del esquema marxista modo de producción/relaciones (sociales) de producción; al final de todo, el retorno a la inmediatez de la relación -de signo humanista- entre ser humano y naturaleza habrá recorrido el arco más lejano de la inflación/alienación tecnológica.
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En efecto, aquí se trata de fe.
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¿Una sustancia personal en el éter? ¿Autobiografías de nadies? ¿Serán astutos como Ulises? Quizás lo son ya, por eso no se comprenden sus movimientos y sus vidas son tan anónimas como las vidas vulgares: pienso en los capitanes de la información.

16 de octubre de 2006

Free cinema

(A propósito de Vicente Verdú)
Sin necesidad de otorgar más créditos de los obligados a unos ejercicios de sociología blanda que, a veces, confunden su procedimiento con su objeto, y se esfuman en el aroma de los datos y las publicaciones en inglés, no deja de ser acertado el esquema de una síntesis del capitalismo que correspondiera (modo de producción) a la fase cultural de la postmodernidad.
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No debe haber ninguna fe en los términos: ni postmodernidad ni capitalismo de ficción expresan ninguna sustancia, tampoco lo harán las propuestas alternativas en la denominación. Cabe interrogarse incluso si capitalismo o modernidad refieren a alguna condición esencial de la historia, si ésta no se fija más bien, críticamente, en una original disposición/ocultación de la verdad, o en una dialéctica racional que anteponga la barbarie a todo ejercicio del lenguaje (que también constituirá la meta del logos historizado, quizás como concreción histórica del mal en formas reconocidas o nuevas de totalitarismo).
***
El modelo de Verdú rinde, a eso iba, en el análisis de obras destacadas del free cinema, al poner éstas en juego los factores personales y sociales de una crisis en el tránsito de las formas rurales a las formas urbanas de civilización. La revolución industrial no genera sólo una deslocalización geográfica, un traslado, sino un movimiento más profundo (aristotélico) que afecta a las cualidades y las relaciones entre los seres humanos. De ahí la parodia de las familias. Por último, cabe sospechar en el curso de la narración un futuro de posible desarrollo en el que las necesidades materiales estén cubiertas: un nuevo mundo de sobjetos, el neologismo infortunado y verdadero de Vicente Verdú.
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Nota bene: Aquí no hay ningún "a propósito" más que el de la autoría, y el de la lectura: esa responsabilidad que se pone en marcha y recuerda las virtudes de la humildad y el no juzgar con hierros candentes. Sea siempre la buena nueva.

15 de octubre de 2006

Angry young men

La soledad del corredor de fondo:
La forma consumista sucede a la forma fabril de la civilización industrial: desarraigadas del idílico espacio rural, las gentes no encuentran la amistad ni en siquiera en el hogar, y la explotación en la fábrica se acompaña de la pobreza de relaciones hogareña como de su consecuencia natural. Conocemos en un largo flash-back intercalado la manera en que se ha precipitado el drama. La pobreza del hogar de asalariados lleva, a su vez, a la pérdida de cualquier horizonte moral por parte del muchacho: la prédica, en este sentido, prolonga nada más la larga hipocresía victoriana. Para el trabajador son las leyes de Malthus, pero en conciencia debe ser su bondad y afán de superación personal, para eso el Creador lo dotó de autonomía, a la hora de elegir el bien y firmar los contratos. Sin necesidad de estar convencidos acerca del significado de la mirada de Richardson, el director de la película, sobre sus mismos personajes, ¿qué libertad le corresponde a quién sólo tiene la estrecha vía del deporte? Es decir, un camino marcado genéticamente, en el que no interviene el mérito más que para aceptarlo y decir que así sea. La salida del joven protagonista será la decisión de no participar en el juego que le determinan: para el proletario la libertad formal no representa nada, pero es que no le queda otra (igual da que el gobernante pronuncie su discurso o se limite a gesticular).

Mar de fondo, abismos

Un viajante de comercio tendría poco de qué admirarse en sus paseos: yo soy un viajante de comercio.
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Parte de la obligación de una sociedad consiste en la tarea de intentar volver felices a sus ciudadanos. Se trataría de forzar, inadvertidamente, una conversión postreligiosa: reiterando el mantra de querer las propias acciones de uno, se ganaría la real posibilidad de una aceptación entera de la situación social en la que se está encuadrado. Por muy bajo en la escala del desprecio que esté el habitante de la urbe en el curso de sus empeños cotidianos, la creencia en la perfección del propio trabajo (de barrendero, según Luther King ¿?), unida al prestigio de la etiqueta de ciudadano, que tan graciosamente se concede, debe de conducir, en pocos días, a la ecuación de alegría y felicidad, sin la cual no está dada la segunda.
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Pero la alegría no es la felicidad, aunque ésta sí sea la primera. Un estado de alegría puede ser falso de pleno, como cuando se limita a estar sentada en un sillón, mirando el espectáculo y felicitándose de que por fin no hay dioses. En cambio, la conciencia que reflexiona acerca de bienes y males, sobre la desproporción entre sentido y realidad, hendiendo en los signos o suturándolos, puede, en el mejor de los casos y a través del saber arduamente conseguido, entroncar con la definición clásica de la alegría, aquélla que no procede por la identificación inmediata con un estado o pasión del sujeto, sino que la basa en la acción, en el incremento de perfección que produce. Esta acción es lo mismo teórica que práctica, envolviendo por igual mente y cuerpo (cerebro). No tiene por qué afirmar los hechos, pues negándolos, si es que el pensamiento mantiene como uno de sus trabajos el de la denegación de los límites, se afirma a sí misma, es decir, al hombre, que entonces sí se merece el título de habitante de la ciudad, pues ha logrado su dignidad en la práctica de la reflexión.

14 de octubre de 2006

Bruckner/Mandelstam

El viento frío de otoño, imprevisto, cerró esta mañana las cárceles del alma, ablandando los huesos, restando electricidad a la carne.
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Un adulto infantil se deja guiar por el capricho -él no conduce sus caprichos, pues en ese caso cabría imaginar una voluntad santa y sádica (dialéctica de la ilustración)-, la voracidad plena de todos sus deseos, que le hacen sentirse víctima cuando quedan insatisfechos. Una mala adultez que lo quiere todo, de renuncia falsa a los límites, porque éstos existen, se acaban imponiendo y produciendo las figuras ridículas -aunque con ellas no se contaba al prncipio, no se quería conocerlas- de los hombres sin medida.
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Cuando Mandelstam se pone a sí mismo como linterna del país de los soviets (según N. Mandesltam) está ofreciendo de su persona la imagen de una ternura de la que se burla el poder político (él lo sabe y lo quiere). Multiplica su pequeño mundo de desterrado sin hábitat a través de los símbolos de una esclavitud universal: el Estado habla con la mentira, que tienta a los ciudadanos y se ríe, a su turno, de la prédica de bondad del buen Rousseau.
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La verdad literaria no puede originarse en el confort, más bien en la falta de espacio y en el paseo para escapar de la miseria del ciudadano-salvado-por-el-estado: en ese momento, hasta el frío y los caminos embarrados transparecen en su belleza, que no pertenece, evidentemente al objeto sentido/pensado, sino a la forma de la proposición que enuncia la verdad, consciente de su acción libre.

13 de octubre de 2006

Ipsum...

Primera tarde, la hora más despejada: un hombre pasea unos metros por delante de mí. De lejos no me parece tan mayor, pero cuando me acerco veo el mismo tiempo en su piel vieja, y me veo a mí (¿cómo puedo decir esto?); luego, la música de una teleserie que sale del interior hacia la acera, y habla de amar en tiempos difíciles; dos mujeres mayores en la escalera de un portal, una de ellas le dice a la otra que las mujeres tienen que cuidarse, claro que sí.

12 de octubre de 2006

Calidad, cantidad

¿Cuál será la tendencia de la literatura electrónica?
a) Hacia la extensión de la argumentación, la acumulación de datos, pruebas, la vuelta reflexiva, la completud.
b) Al contrario, la búsqueda de la concisión, la brevedad que incita a que sea otro el que cierre el discurso, y que el texto sea suyo.
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¿La repetición del gesto: la mano en el teclado, los ojos en la pantalla? Entonces tengo el corazón frío.

Altomodernidad

Un ramillete de promesas, abundando en el género utópico: proliferación de una esperanza que no conoce su agotamiento, su rostro del mal.
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Ars poética: la cara de un lunático, escrita con las cifras de la soledad, sin acabar de decidirse entre el ensimismamiento y el crimen.

Bajomodernidad, cuestiones

Un defecto de la literatura electrónica es que no se da razón de la proposición suelta, que falta la responsabilidad por la sentencia proferida/escrita. Se permite la exhibición de la vergüenza propia, pero bajo la condición del anonimato.
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Un imperativo, único, provisional: como en una torre de marfil, totalmente independiente, ajeno a toda opinión, sin más viento que el que sopla en la conciencia. Me doy cuenta de la dificultad de señalar la provisionalidad de un deber. No debería haber ningún problema parejo para el caso de las leyes, que contienen reglas de actuación sin más fin que la utilidad a la que sirven. Un imperativo que fija su categoricidad en negarla: ahora le doy un sentido a mi vida, ahora le doy otro. Pero realmente esto es lo que sucede, y la vida es inmoral.
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Depresión, lo mismo da seis mil pies sobre el nivel del mar que dos ojos encañonando el fondo de una avenida mediocre, con el celeste plomo suspendido, espeso y oliendo a humedad.
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No una impresión, que da la idea de una fijación en la conciencia, antes bien una sensación o un flash; en el inicio de los sentidos se halla lo mismo que en el empeño de emprender cualquier viaje: la presión conceptual, el trabajo clasificador del cerebro. Éste funciona por fogonazos, y no sería extraño que la sobreimpresión, el shock, que acaba con el sentido de la responsabilidad -lo inalienable: yo para los otros- quebrara una primera regla de formación de los conceptos, que el exceso esté prohibido tanto en la teoría como en la práctica.

11 de octubre de 2006

Libertad, su razón

A O. y N. Mandelstam
Sic.
Cuerpo en el mundo: domina sus limites temporales, que le atan; como la mano la escritura, destruyéndole su saber.
Non.
La poesía gana sus certámenes en el espacio, de paseante; sus palmas la inteligencia en el diálogo amoroso, con su viva voz de sueños.
PS.
Ironía: mano, escritura y saber; cuerpo, incluso el mundo, su poesía; no vienen determinados a progresar, sino que son el fruto de un azar afortunado, una suerte replegándose en sí misma: se doblaba la vida, ahora se esparcen las voces (Popper y sus muchos mundos: evolución y sociedad).
PS.PS.
¿Qué quería decir Heráclito con su fuego siemprevivo? Los mortales son tan frágiles que no pueden crearlo, nada más que mantenerlo.

10 de octubre de 2006

Bresson, cuidado, un condenado

La estructura de una objetividad antepredicativa sobrepuja cualquier cierre pensado de/para el relato. Las imágenes/palabras se abren con falta de información y se terminan con una indecisión similar: escape, sí, pero... la voz auto-narrativa suena demasiado pasada, enuncia desde un lugar-tiempo que no es el del final de las imágenes que acabamos viendo.

PS.
  • Una libertad poco prestigiosa, quizá: aspiramos a la limpieza de las manos y del espíritu; nos lo impide esa condición general de arrojamiento y su cercanía escatológica (proyecto deyecto). Los juegos de manos terminológicos esconden/muestran (revelan, según la determinación conscientemente ontoteológica) el peso de la libertad, un reconocimiento culpable, de vergüenza que no se puede arrastrar y que mueve a esconder la cabeza.
  • Desear no haber nacido: si la libertad fuera una moneda habría que enseñar esta cara, la que tiene que ver con la resignación o el ansia de mortalidad, auto o heterodestrucción. Una "mejoría" así, pesada para los hombros que tienen que cargar con ella, no puede congeniar con definiciones "líquidas" de la libertad, ni gaseosas.

Sorge

Pre-ser-se en cuanto pro-yecto, cabe los entes intra-mundanos: un estar en el mundo abierto a los limites (paradoja); un pasado de situación y un futuro de posibilidad; espacio de cierre y apertura (ser entre los entes) y horizonte de presente co-determinan la ecuación Da-sein = Ek-stasis=Ek-sistenz. Aquí se encuentra el campo abierto de las categorías; por lo tanto, también de la acción y sus posibilidades narrativas; a la inversa, el a priori de todo autobiografema.

9 de octubre de 2006

Bresson, un condamné

  • Pienso en la vida de un jesús impuro, con las manos sucias, ajeno a la santidad: ni siquiera Judas llega a decidirse en la obra de Bresson, un canto a la fraternidad de/para la libertad presa.
  • Pero yo también creía que Bernarda Alba representa (¿more feminista?) la vida de Jesús.
  • ¿Quién puede identificar creencia y saber?

Un condamné

La voz en off duplica -en el pasado- la sucesión de las imágenes del más parco blanco y negro. Un hombre se debate con su libertad pura, en el recogimiento interior del que debe nacer la acción. Ha sido puesto en situación de la peor manera: reo de muerte por sabotaje en la Francia ocupada. Sería inútil trasladar su responsabilidad al contexto socio-histórico: desde que conoce que tiene conciencia sabe que la decisión es suya, que nadie le avala ni en los motivos ni en las consecuencias. Es nada más que un homme revolté sin orden de la naturaleza ni Dios, que acompaña su proyecto de fuga -sumamente activo, no tiene claro en qué consiste- con la angustia creciente que le produce una libertad doblemente situada: en las circunstancias que la rodearon, por una parte, y en el límite temporal de sus posibilidades de elección, por otra. Al espectador no deberá parecerle extraño, por ello, que le resulte más difícil decidirse conforme se acaba el tiempo. A nosotros nos queda sorprendernos con esa reflexión entre imagen y voz que nos muestra los elementos de la narración (la búsqueda del héroe contra el destino) en el escenario más austero, el contramundo representado por una prisión.

8 de octubre de 2006

Luxury

Observaciones:
  • La vida en las ciudades se conoce como el exceso fatal.
  • Permanecen las huellas, desaparecen los seres: no se soporta la grandeza artificial.
  • La humanidad se multiplica, corporalmente, en las ciudades: donde aparece la prisa se anula la relación posible, formada de palabras y buena conducta.
  • Un nuevo paradigma parece adecuado a nuestra autocomprensión: la reducción relativista, multicultural; orientada no hacia la tolerancia, sino hacia la disolución tribal de la persona: pero despojados de la máscara somos carne muerta.
    ===

Delicatessen/Un condenado a muerte se ha escapado:
Qué diferencia! Como dos realidades históricas sin paralelo posible, separadas por apenas treinta y cinco años. Aunque el tiempo narrado puede que no sea tan distinto.
Delicatessen: Un tono apocalíptico, de final de la civilización. Los hombres se ven obligados a reiniciar las formas de trabajo y las reglas de la acción. Sólo que aseguran la labor (vid. Arendt) entregándose al canibalismo, pero dejando ya entrever las caras decadentes de la cultura: el alma romántica de la hija del carnicero, la voluntad suicida.
Un condenado a muerte: La facilidad con que se transparentan los resortes de la acción, la claridad de los elementos racionales, morales, emocionales de la misma; sin entregarse a las lágrimas ni a la sonrisa, con el rictus de una pasión fría y protestante. Nuestro héroe, un militar saboteador, tampoco tiene las manos limpias: acaba manteniendo, sin embargo, el corazón puro y amante.
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(Vuelta)


Disolvemos el alma de las ciudades, disolvemos el alma de las personas: el libro, ese objeto y sujeto de ilustración, reducido a cosa consumida, una más. ¿Qué individuo sin libro? ¿Qué mujer, qué alma bella? ¿Cómo fingirnos un alma desgraciada sin un libro en las manos que contiene el espejo de nuestra misma desgracia, que contiene...?

6 de octubre de 2006

Relecturas, rectificaciones

  • Contrahechura/Contrafacticidad: Esto es, deberemos efectuar una clara distinción entre nuestra realidad física de esclavos del cuerpo, por una parte, y todo aquel conjunto de aspiraciones utópicas que pertenecen, soñadas, a las decisiones infantiles, aquéllas que sostiene el niño cuando le preguntan "qué" quiere ser de mayor, y lo piensa. Esa proyección casi nunca se realiza en la forma primera que reviste, y que dura muchos años, y a veces toda la vida. Milagrosamente -la técnica, la sorpresa- la aspiración se actualiza, "al volver la esquina", con una imprevista vestidura, aunque la materia es idéntica, y esto último es clarísimo.
  • Pero los sueños no se realizan: esto sería una simplicidad de la propaganda política, una más de las facetas del instrumento mentira. Lo que ocurre con el sueño, más bien, consiste en que se recuerda en lo que tiene de esencial, cuando señala a la "propiedad" o "autenticidad" vital: denostadas, con razón, palabras, de secas a causa del abuso de la producción-consumo de objetos fungibles-felices: auténtico sería el que consume más, el rico, el novedoso.
  • Como antiquísimo lector de E. Bloch, me parece que apuntaba a algo bien diferente: experimentum-novum-spes. No estaba libre de trampas, tampoco: ha de arrojarse la escalera una vez que se ha subido. ¿Cuándo se ha subido?

5 de octubre de 2006

Pascal Bruckner, la tentación, notas

I.
Facilidad enorme de los franceses para hacer patria: salvando, de paso, la vigencia del viejo mundo, Europa.
II.
Un diagnóstico común: a la estrategia autobiográfica, como inocencia, victimismo y proyección de la responsabilidad al otro; a las relaciones entre los sexos, la dualidad radical; a la guerra, la catástrofe balcánica de Europa. Pólemos mandando en nuestra conciencia, en lo que sabemos.
III.
A la aventura: aquello que ha de venir, si eso es lo que significa la palabra; dejando para la libertad su camino de consecuencias e imprevistos. No queda otra.
IV.
Yo, al margen, ahora: borrar toda huella, como cuando se escribe con lápiz. Hasta ganar la transparencia del cristal, la extrema pureza de esas arquitecturas de vanguardia que se quedaron en el proyecto... a lápiz.
V.
Borradas las intenciones: muy por encima de los actos. Se deja para el aire lo dicho, en su realidad de palabra, de sustancia física. Nobleza de la desaparición, y un modesto imperativo.
VI.
Pero así no se fundamenta ninguna ética: desaparecemos, y es el mismo resultado, la negación, de la irresponsabilidad extendida de y por los sujetos débiles que denunció Bruckner.

1 de octubre de 2006

Tras-os-pontes

(A Claude Lefort)
  1. Violencia, libertad, y palabra se sitúan en el origen de la ley, el nomos: contra la práctica de la servidumbre.
  2. I remember: Logos Vs. Poiesis (M. Zambrano); Logos= violencia (Metacrítica marxista).
  3. Qué posibilidad? Silencio? Entrega? Otra forma de violencia en el silencio.
    Existe un engreimiento en todo logos? En la práctica de la intelligentsia, de la inteligencia?
  4. Los males de la política moderna, ¿recaen en una maldición antropológica?: Genes, agresión, thánatos...
  5. ¿Cuántos máscaras hay que despejar, como variables, para encontrar el sujeto puro, la inocencia?
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    Una totalidad hecha de fragmentos, incompleta, sin coherencia, sin sentido...
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  • Ahora que intento conjuntar las notas pasadas no sé a qué memoria encomendarme: la frase ingenua nace en el momento, y muere poco después. Tengo que limitarme a mencionar lo que vengo sabiendo, el lugar central de una reflexión personal sobre la acción: los cuerpos que nos unen y nos separan, su abstracción en las reglas de la costumbre y la cortesía, la educación y las buenas maneras. En el fondo: una acumulación de hábitos (recuerdos + olvidos) de la que nace la ley fría -la muerte del deseo, el hielo en el corazón.
  • PS intempestivo: ¿Cómo no atribuirá el individuo al cambio de las estaciones -viento, calor, humedad, frío- lo que conoce que es determinante en el orden específico de la naturaleza (Buffon, según J. Rostand)?