28 de febrero de 2007

Sin conexión

Pues no hay que buscarlas en todo lo que emprendemos: los actos valen por sí mismos o no valen, gratuitos, autónomos.

(Joseph Brodsky: Menos que uno)

Una anotación interesante para la explicación de las tiranías: surgen del número, de la desvalorización de la individualidad a causa de la irrupción histórica de las muchedumbres. No directamente, sino a través de un edificio de ficción, los partidos políticos, y de la ilusión de verdad que crean, como un sucedáneo de la vida individual. Así, por grados, el tirano representa un espejo de la sociedad, en la medida en que sale de (la cima de) un partido que sólo tiene, de acuerdo a Brodsky, un sentido demográfico (surgir de/en la era de las masas). Me parece otra forma de señalar el carácter banal del mal: sus actos provienen de la mediocridad, de la falta de pensamiento; si acaso de la astucia -aunque nos asalte la duda acerca de si la astucia no es la verdadera fuerza actuante en la historia, y todo lo demás no es más que moralidad -un empeño piadoso remanente de la conciencia subjetiva.

(Un viaje de compras a M.)

Igual que todos los ciudadanos de la provincia de A., también la afición favorita -las compras- de los habitantes de Hong-Kong según las revistas. Vocación consumista, que en mi caso se va a la letra impresa (renunciando desde hace tiempo a discos y películas): Ajmatova, Mandelstam, Trapiello, la biografía de los jerarcas nazis por Ferran Gallego, Imperio de Kapuscinski. Igual vocación -de gastar y reunir objetos: coleccionar, clasificar, razonar; legein more Heidegger- que todos los transeúntes que para mí son extraños, y yo para ellos, ocupando las aceras, sorteando los coches con riesgo. Qué pequeñas cosas somos, nos basta -a algunos- con asomarnos al tráfico humano y automovilístico -largas colas- de una ciudad mediana. Se ve la elegancia, sobre todo en las mujeres, pero me parece una elegancia frágil o tenue -piensas en lo fácil que es que desaparezca todo eso.

27 de febrero de 2007

Contrato social

(Roland Barthes en su autobiografía, según recuerdo)

El crítico puede poner ejemplos de pruebas escolares, mostrar sus mecanismos, sus prejuicios, dar a entender todos los juegos o relaciones de poder que hay detrás de esas hojas inocentes que deben ser respondidas por los jóvenes. Inversamente, podrá quizás apuntar hacia otra forma liberada de sociedad, una manera de cultura ni alienada ni alienante. Aunque nos parezca demasiado fácil que quiera convencernos de que la independencia -a través de la denuncia reflexiva, del análisis- de la opinión incorrecta trae ya consigo la verdad o la utopía.

¿Pero qué podemos hacer? Me pregunto qué sentido puede tener la lectura de una entrevista de Eduard Punset a Richard Dawkins (en su libro Cara a cara..., ed. Destino). Las palabras están ahí: gen, individuo, naturaleza, cultura, evolución, Darwin. La ciencia. ¿Para quién y de qué manera? ¿Se trata de una información -otra gran palabra- socialmente relevante? Y si no es socialmente relevante, ¿interesa esto a alguna forma de ética? Aunque quizás esta deba ser socialmente relevante, contribuir a la formación de la ciudadanía consumidora...

***

Nuestro trabajo, sí. Pero manda nuestro cuerpo, o esa parte que no quiere serlo del todo: el cerebro.

27 de febrero de 2007.

Un viaje

Tiempo de espera, libre, vacante: para pensar y hacer. La fiesta, el puente de Andalucía, nos sirve para viajar y conocer, extrañándonos -por unos días solamente- de lo ya demasiado sabido. Ir allí, a otra ciudad, y desplazarse: antes, tener la ocurrencia del viaje, convertir esa imagen en idea, y que la idea vaya tomando consistencia. Luego, persuadir y reunir -no es difícil- a los posibles acompañantes.

Tan sencillo todo como suspender el tiempo durante unos días, ponerse en marcha, descansar porque el trayecto es demasiado largo para hacerlo de un tirón, de aquí hacia el norte, en diagonal: otros pueblos y ciudades, un cielo igual de azul y un paisaje más verde (eso es lo que el pobre imagina). A pesar de todo, no dejar que los días se rompan en exceso: se aconseja prudencia a los viajeros, echándoles con la palabra la buena ventura, por lo que han de hacer y ver.

No debe importar demasiado que tú consideres el atrevimiento del viaje, lo que cualquier trayecto tiene de posiblemente irreparable (¿qué quiero decir, aunque sé que tiene significado?), y que los demás, viajeros contentos y nerviosos, no consideren lo que hay de orgullo en su actitud, la parte de abandono que contienen todos sus gestos, desde que han tenido la idea del viaje, la han discutido, entusiasmándose, buscando alojamiento y diciendo que sí a esta alegría, que merece ser anotada.

26 de febrero de 2007

Sendas

Mucho de lo que se escribe, la mayor parte en realidad, debería espantarnos. Me refiero a lo mucho que escribimos nosotros, no a la literatura de uso y consumo. (El comercio es una actividad legítima como cualquier otra, aunque literariamente no diga nada y sólo sea difícil determinar hasta dónde llega el poder económico en el ámbito literario. La muerte electrónica de la autoría también debe indicar o significar, en parte, la muerte del comercio literario -de los derechos de autor.) Encontramos anotaciones de hace un año, de hace dos o de hace cinco, y no sabemos hacia dónde nos encamina ese sendero que abrimos en el bosque. Falla el contexto, porque buena parte del significado de los que decimos depende de situaciones del momento que no se fijan en la memoria, o que se fijan muy adentro y es igual que si se olvidaran o nunca hubieran ocurrido.

Por ejemplo, percibimos un engaño y eso mismo nos hace recordar una obligación que sabíamos que habíamos contraído, imponiéndonos obligaciones que no nos dejan entretenernos en futilidades. Así son la mayoría de las conversaciones, de los pequeños negocios que emprendemos en sociedad. No sé si el engaño, constatado, en ese sentido tiene alguna utilidad, en la medida en que nos devuelve al camino correcto. Quizás nos haya ocupado demasiado tiempo, o nos haya hecho olvidar o no tener claro qué es exactamente lo correcto, las obligaciones que nos impone y cómo tenemos que llevarlas a cabo para poder pensar finalmente que ha valido la pena. Al respecto de la anotación de febrero de 2006 (Deception) se me pierde buena parte de la paradoja, porque ésta debe ir ligada a una particular emoción o estado de ánimo. Sé, no obstante, a qué estaba obligado, a lo mismo que estoy ahora, manteniendo las mismas dudas. Atisbar en letras pasadas y muertas el esquema de una emoción, la forma de un estado de ánimo que debía suscitarse por tales o cuáles circunstancias, no me soluciona nada, sólo me hace más difícil entenderme y considerar la validez -o no- de los caminos que terminan internándose en el bosque y perdiéndose en él, por así decirlo.

***

Manuel Castells, Observatorio global, Ediciones La vanguardia:

No podemos vencer la tentación de creer que los sabios también se equivocan y que pueden ser injustos en sus apreciaciones. Acerca de la valoración de las diversas formas de nacionalismo, ésa es la impresión que me queda de la lectura de ciertos artículos que se recogen en la recopilación. Desde esta provincia del sur es muy difícil encontrar ese espantajo del nacionalismo español que se denuncia, y sí el dolor que producen esas identidades que se sienten o no se sienten (según Castells), como el amor, digo yo. Pero el amor no debe nacer para dañar.

25 de febrero de 2007

Deception

Escrituras privadas, pasadas, sin intención...

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Hay tardes de sufrimientos, suaves si no tenemos el valor, o la actitud renunciadora, del reconocimiento. Vivientes diarios -¡qué pocos días son!-, nos obligamos a la producción y el resultado, aunque actuemos con otros seres humanos -¿cómo no pensar que entonces la tristeza es mayor, que por eso mismo la ironía se aprecia?-, el lenguaje circula con naturalidad, gobernándose metafóricamente como un río que fluye -al que, desde el puente, estamos desatentos-, con esa espontaneidad inadvertida en la cual las vidas humanas cobran su gracia. Fortuna no quiere a veces esto para los sujetos en los que fija sus ojos: pretende cegarles, para que no diferencien un fracaso leve de toda aquella figura de actos y carácter que supondría un transcurso biográfico errado. ¿Quién puede saber del daño contenido en los gestos más acostumbrados, en el rostro ofrecido o el trato que se rehúsa o que suena falso? Nada nos asegura contra esta infamia que nos distrae de la obligación, de la obra: sin embargo, yo, la sensación de asco y de culpa por mis actos propios la tengo desde la infancia, como una pátina de la conciencia, producto de las pequeñas mentiras y delitos que quedaron impunes -Dios no me ha de castigar cuando ya he mendigado su perdón. Por eso, lo que digo esta tarde de mí no constituye un aparte, sino un paréntesis en el curso del deber: al modo de esas aclaraciones que aun se intercalan en el poema, comentándolo desde dentro (pero así tendría que sentirme un poeta infértil!). Me pregunto por qué tengo tanto miendo de recordar la pobreza -yo sí supe de su ignominia, del embrutecimiento que sólo vence la pureza de un corazón bueno: sólo tengo el torpe recurso de envolver en palabras un interior que ignoro-, inmerecida, aunque no éramos sólo nosotros. Años después, perdido el sentido que pude vivir, ávido, en el medio convencional de la edad de la vida, por captar una significación del tiempo, intuyo la generosidad que pueden tener las gentes humildes: sea la mía la de no querer saldar una deuda que amo, puesto que es todo lo que yo soy -individualidad forjada por otros.

6 de febrero de 2006

El lector de periódicos, II

(Reincidente)

¿Todavía? Por la tarde aún esperas unas migajas de la verdad, venidas desde arriba, desde el centro. ¿Por qué no se te ha de recompensar esa confianza que manifiestas?

***

Babelia, 24 de febrero de 2007:

(Javier Aparicio Maydeu, "Alegoría de la creación"; a propósito de Paul Auster, Viajes por el Scriptorium)

No se manifiesta lo que a ti te parece esencial del asunto: porque no se trata del metá- de la ficción, un más allá o un juego, un rizar el rizo utra- o post-. Sino que tras la ficción no hay nada y el juego ocurre dentro de la misma identidad (autós). Es decir, la cuestión disputada acerca de sujeto y realidad, el cómo del ser en el mundo, la lengua que dice todo esto -o que lo calla y lo manifiesta con su silencio, si es muy hábil.

(Jorge Wagensberg: "El gozo intelectual y la tristeza del pensamiento")

De nuevo las dos culturas, las ciencias y las letras. La mentalidad ha renunciado a ser positivista para querer ser positiva, optimista. Steiner debe querer señalar -pienso- la pérdida definitiva de contenido humanista, la muerte de Dios y la filosofía, el fin del hombre. Para eso, la fe que promete la ciencia es gélida.

24 de febrero de 2007

Lector de periódicos

...entonces, ¿te has hecho enemigo de la verdad? Porque se sabe que desde el centro se pierde la mayor parte de la exactitud...

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Álvaro Delgado-Gal, "La furia de nuestros abuelos" (Dios y el diablo -la ciencia; el atrevimiento).

Eduardo Hojman, "El cristal con que se mire" (El arte como combinación otra, después de la pérdida de la ingenuidad en la representación de la realidad).

En www.abc.es/abcd/

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Podría ser que la realidad estuviera más acá de las representaciones mediáticas, académicas, artísticas; de las apariencias de juego o de retórica en torno a los grandes conceptos, explicativos, omnicomprensivos: Dios, los genes; la verdad, la invención. La palabra que dicen las gentes, cada día de nuestra era de masas hiperinformada, no queda lejos del verso que celebra el día, la congregación renovada de las cosas para los ojos que se abren. Unos zapatos abandonados, la luz que hiere por sorpresa, constituyen la misma voz del mundo, a la que tenemos que asistir modestamente.

Pero si este juego libre de la mente y de los conceptos, que va de la verdad-simulacro a la palabra del pueblo llano, cae en la trampa del espíritu popular de la nación, de la retórica -de nuevo- y de la demagogia, debo callarme.

La enajenación del personaje

La misma desazón para el intérprete de sueños y el intérprete de textos: objetos que prestan su resistencia a la comprensión. (En ese sentido, casi nada, impensables.) Ajeno, es de la raza del frío, y con esa condición sería capaz de contar. Cuando comprenden los ojos -no atentos, perdidos o como entregados al milagro de lo que ven-, es el poeta: si habla, la lengua es el poema, lo que ve: la elegancia distante de la joven que va a cerrar la tienda, las botas de altos y finos tacones. Eso no le tendría que decir nada (está acostumbrado, en las ciudades pequeñas). Sólo que al dar la vuelta a la manzana ve, en medio de la acera, un zapato de mujer abandonado, y entonces decide pensar en la muchacha, o ya lo había decidido antes.

De entre los muertos es el frío, el origen de la letra: según lo ha soñado recientemente. Él sabe cuál es su mal antiguo. Es la última máscara que se pone entre él y sí mismo, la verdad que no quiere.

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Una vez que se ha producido el encuentro entre lengua y mundo, pasar discretamente por el lado, dejarlos con sus amores, no mirar atrás. Como uno que vuelve al casa y acierta a ver a los amantes apoyándose en el coche: callemos.

23 de febrero de 2007

Sueño inquietante

Recuerda ahora que el hombre acompañaba a su hija pequeña, cogida de la mano, escaleras arriba. Al abrir la puerta, la suciedad de las paredes era repugnante, como de telarañas abigarradas, negruzcas. Tenía que inspeccionar el lugar, una especie de asilo al que debía traer a una mujer mayor. Venciendo el asco, pasó a una de las dos naves en que parecía dividirse la casa, a la derecha, en un plano algo inferior. Una mujer más joven le recibió, dándole la razón en lo que había sido su primera apreciación del lugar, y que por eso las personas allí destinadas debían ser mantenidas en la ignorancia del estado de la vivienda. Realmente, nadie podía querer ir allí por su propia iniciativa. Él, por su parte, tendría un poco más adelante la posibilidad de escribir. La mujer le señalaba la cama como el lugar que podía destinar a ese fin. Asociando ideas, él pensó que todavía era joven y se permitió hacerse ilusiones. Salió, al cabo, por un lugar diferente del que había entrado, no por la puerta que estaba en la pared medianera, sino por la pared del fondo. Bajó primero, luego le pareció subir, hasta que salió a la puerta de entrada de la calle, acompañado de la niña, a lo que parecía ser una galería apuntalada por troncos recios que, sin embargo, no parecían lo más adecuado para soportar el peso de los muros gruesos y blancos. ¿De dónde salía toda aquella gente que vio? La escalera metálica, de fortja de mala calidad, bajaba a la calle. Se dividía en dos sentidos; o mejor -eso lo recuerda-, una barandilla de separación encauzaba a los que bajaban, por una parte, y a las gentes que iban subiendo, por otra. La hija saludó a una de las mujeres que subían, a voces y por su mote, con una confianza impropia de su poca edad. La otra debió responderla más o menos en el mismo tono, como quitándole importancia a la cosa. La inquietud debió venirle a él al despertar, al acordarse de que aquella mujer había fallecido hacía poco tiempo, que a él se le había invitado -junto con otras personas- a conocer y salir de la casa de los muertos. Así que se puso a dudar de para qué debería escribir allí dentro o enamorarse de la extraña mujer, y también pensó en lo extraño del desparpajo de los niños, hablando a la cara a la muerte.

22 de febrero de 2007

Ansiedad

Dispersa la letra, dispersa la vida. Me sucede ahora no entender demasiado las cosas, o no querer intereresarme en entenderlas. O más bien querría pensar que así debe ser, que no debería preocuparme excesivamente. Eso no sirve, la cabeza funciona sola, entonces es cuando peor funciona: fuera de límites, autónoma, vuelta inconvenientemente sobre sí. La mente que se alimenta de sus ideas no es una buena mente, se obsesiona y no vive. No vive la persona, la sustancia entera de lo que somos: un espíritu y un cuerpo para los que existe el frío y el miedo. ¿Miedo a qué? Miedo genérico, prestigioso y social; miedo particular, enfermizo y cobarde. Viene solo y no quiere que se le establezcan límites, se adueña, habla él y a nosotros nos manda guardar silencio: el miedo es la misma lengua que se desata, deshace el nudo que la une a nosotros, que nos imaginábamos ser sus dueños, igual que nos queremos imaginar libres por entero y decidir sobre nuestras vidas. No decidimos sobre ellas, sino que estamos sobre ellas, sin saber por qué, agradecidos o miedosos, como ahora.

Desearías que ese estado insano se convirtiera de repente en alegría, que el dolor diera fruto en palabras; que el aislamiento de los otros pudiera resolverse en calor: igual que ese milagro que se imagina uno en la vida de Spinoza.

21 de febrero de 2007

Consignas

Febrero que se va yendo, tiempo raro.

Lecturas dispersas, más o menos obligadas, vocacionales, enteramente libres... Un autoficcionador no debería estar obligado a leer sino a vivir. Pero, por lo menos, deberá dejar consignadas sus inacciones.

Siempre acabamos sospechando de los sabios. Así nos pasa con la recopilación de artículos de Manuel Castells que, con el título de Observatorio global, publica Ediciones La vanguardia. Voy leyendo salteado, según mis gustos y mis necesidades del momento. Eché de menos la valoración de la investigación básica en un artículo que vinculaba el conocimiento tecnocientífico a las posibilidades de crecimiento de la economía. Fallo mío de lectura u omisión de don Manuel: en otro artículo aparece reivindicado el papel de la ciencia más especulativa y libre, aunque con la sombra añadida de que también ahí se piden cuentas de resultados. Reconozco una descripción de las ciudades modernas, complejizadas a través de la economía de la información, de las telecomunicaciones y de las facilidades del transporte; lo que tienen de alienante -vieja palabra-, destructoras de sentido y relaciones, el anhelo subsiguiente de formas de identidad cálidas, locales y localizadas. Pero no lo puedo seguir en su apreciación del nacionalismo: positivo donde ya sabemos, negativo si nos recuerda la España tridentina. Lo que ocurre es que este espantajo ya no existe, y no quiero pensar en la figura del sabio sociólogo como en una de esas venerables figuras del pasado que también se equivocaron.

Cuánto más próximos, en el fondo, los del 98, el dolor por España (no lo dudemos) que se les transforma en la tentación del elitismo, del desprecio al pueblo identificado con la masa y con el mal. Pesa mucho más la retirada de lo público, la desgana y hasta el horror que las ansias regeneracionistas. Poco duraron los intelectuales en la escena política. Lo de ahora es otra cosa. (Seguiremos -en la lectura, espero- con las dos Españas de Santos Juliá.)

Una curiosidad: el fascismo rumano, al que dedicó su tesis Francisco Veiga, profesor de la Autónoma de Barcelona, en la figura de Codreanu y la Guardia de Hierro. Una historia realmente criminal, de salvajes comportamientos, fanáticos, absurdamente cristianos, antisemitas, místicos y homicidas. Sólo que la disparatada figura de Codreanu (y de otros legionarios) se pierde entre el contexto de una historia política rumana no menos desquiciada. ¿Hubo alguna vez progreso?

Por encima de la vida y la enfermedad, de la sociedad y del narcisismo, la palabra del Narrador: Víctor Gómez Pin, El hombre, un animal singular (lectura pendiente). La palabra crea riqueza, novedad, traspasa límites, abre.

20 de febrero de 2007

Amor patológico

(Leer despacio: a propósito de Manuel Castells, Observatorio global)

No olvida Manuel Castells la investigación básica, lo que tiene de juego especulativo, que no debe -en principio- rendir cuentas. Aunque sí al final, y no se ve claro de qué manera puede actuar el investigador libre que ha de ser evaluado -según sus resultados, según sus méritos. La teoría ha de quedar liberada en todo momento de la economía. Pero ésta es la opinión del filósofo. Desde Platón, si embargo, los filósofos están a sueldo, tienen que escribir, dar cuenta de sus hechos (¿dar razón?).

***

El amor patológico kantiano equivale a la pasión ciega, esa inclinación invencible que no atiende a razones. Acaba mal. Por otra parte, la igualación de la caridad con el respeto que se le debe a la dignidad personal de los otros señala dos cosas: la sequedad del protestantismo, y la de la ciudad moderna. Ese amor ético no es más que la cortesía con los desconocidos, la tolerancia hacia los otros votantes (la ciudad representa un cuerpo de electores). Difícilmente la philía de las pequeñas urbes podría reconocerse ahí.

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Te aconsejan que dejes la lectura, que hables. Quizás llevan razón. El mundo se te convierte en historia -en relato, en letra-, y si es literaria mejor. Se contempla la vida en la autoficción, territorio mixto: un sujeto con su mundo, sin atreverse a contar la verdad ni a decir su nombre. ¿Lo tiene? ¿Es suyo?

19 de febrero de 2007

Transfiguraciones

De una noche, como de la memoria sin fondo, surgió, hermoso fantasma. Tuvo que recordarlo, en los pasillos helados, distante de él, próximo al misterio.

Sobre matrices de imágenes no se erigen más que edificios de errores. Debemos, por lo tanto, odiar la verdad: vuelta la mente a la imagen remota, en todos y cada uno de los puntos en que es inadecuada a la verdad.

Manuel Castells, ¿ingenieros o antropólogos?

http://icantropologia.org/contenido/uploads/Ingenieros_o_antrop%C3%B3logos.pdf

También en Manuel Castells, Observatorio global, Eds. La vanguardia; una recopilación muy interesante de sus artículos en el diario barcelonés.

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En los dos casos se trata de la ciencia puesta al servicio de la creación de valor añadido. Se da por supuesto que el saber básico debe estar ya ahí, dado, impuesto, y el lector no puede evitar pensar en las vueltas y revueltas que da el positivismo, aunque sea en el principio del siglo XXI. Ni evitar la tentación de que se le está incitando a creer que las ciencias sociales están para adorno de las estructuras que levantan los ingenieros. Éstos son los que manejan el trato fuerte con el espacio geográfico, la información que levanta ciudades y edificios. Pero la información también funciona por sectores y alguien debe estar dispuesto a poner en marcha el discurso que haga circular los sentidos, las significaciones, los trabajos y la vida. Ahí están los antropólogos.

Porque ya ha quedado el progreso como sinónimo de movimiento continuado, sin tener nada que mirar. Sólo rezar para que siga. La filosofía, en ningún sitio. No crea valor.

18 de febrero de 2007

Qué se gana?

¿Qué se gana con relacionar hechos e ideas -la historia, la filosofía? Se produce un discurso, que es como decir un juego de la razón que se entretiene en imaginar una historia posible, una manera menos abstracta del pensamiento...

Se debe imaginar que ha surgido algo así como la opinión pública: gracias a la movilidad social y a la extensión de los beneficios educativos. En la era pre-burguesa querríamos imaginar una filosofía de la historia idéntica con la teología (una teodicea), o meramente una filosofía autónoma aunque infructífera...

Sí, pero personalmente, ¿qué se gana?

Eticidad

"No hay mal que por bien no venga". Es brutal el refranero. Pero no se trata de encontrar el bien en el mal, de escamotearlo y tragarse la injusticia. Ningún mal es un bien. De lo que se trata es de seguir: entiendo que esa es la marca de la buena voluntad kantiana, que sigue adelante pese a todos los fracasos que la inclinan por lo contrario. Esto es, que se debe buscar la mayor pureza -perfección, santidad- donde menos se la espera. En esto debe inspirarse toda buena autobiografía: en el relato de la superación, como una travesía que vence el espacio y el tiempo.

¿Es tan diferente la moral kantiana de la moral del refranero?

***

Resulta demasiado fácil asimilar los fallos de la fundamentación filosófica última, en cualquiera de los sistemas modernos de ética, a las dificultades conocidas de los intelectuales a la hora de afrontar los retos sociales, bien poniéndose en cabeza, bien retirándose a cualquier torre de marfil académica o mundana. Por lo que sé, esta continua crisis afecta a los escritores públicos (los intelectuales) españoles desde el siglo XIX (¿el siglo pasado?). Pero los mismos intelectuales no resultan satisfactorios, a veces, cuando tienen que argumentar la significación de la crisis, demasiado retóricos o demasiado ceñidos al tiempo (las modas).

Tengo claro que en esta fácil asimilación hay alguna trampa. Porque referirse a las dificultades de una razón que se empeña, humanamente, en ordenar las cosas, nos tendría que llevar demasiado atrás en el tiempo y en los conceptos.

17 de febrero de 2007

Ciudades

Murcia, 17 de febrero de 2007

Marc Augé: los no-lugares representan espacios de tránsito, comercio, compra... se ve la gente, pero sin identidad, relación ni memoria que los saque del anonimato... Cuando estás sentado, tomando un café, cualquiera de los que pasan, de los que desconoces todo, forman parte de la misma masa que tú, porque el privilegio no existe en ningún sitio, sólo una masa que se desplaza, compra, consume: válida para todos los referenda convocables.

Se tiene uno en muy poco cuando se conforma en mesones de trato degradante, soportando el incordio continuado de la música machacona, unos pegados a los otros, sin poder dejar para la intimidad el hecho vergonzoso de la comida... No es cierto, no es un hecho vergonzoso, pero tampoco es normal la comida masiva y de mala calidad, aguantando el ruido y todo lo que haga falta. Una ciudad es un lugar preferente (identidad, relaciones, memoria...), aunque nos tengamos que limitar -algunos, a veces- a conocerla en sus zonas menos favorables, más frías y mortales (en el fondo). Con la compra se experimenta un placer y una tranquilidad de espíritu (no sólo los sentidos, también el alma) que no debe indicar nada bueno. Yo me voy de allí con un libro de artículos de Manuel Castells en La vanguardia, Los autonautas en la cosmopista de J. Cortázar, una historia del nazismo por Ferrán Gallego y una colección de ensayos, en parte autobiográficos, de J. Brodsky. No sé si alguna de estas historias tienen buen final, si se puede extraer de alguna manera de la lectura (si yo soy capaz), si tiene sentido la lectura como forma actual-futura de conservación y progresión del saber.

Lo único verdadero es que los días pasan.

16 de febrero de 2007

Notas de lectura

S. Juliá, Historias de las dos Españas.

En torno a la construcción social, europea y española, de la figura del intelectual:

a) Una primera fase de identificación con y práctica indistición del escritor público con respecto al pueblo; o con el mito del pueblo que ha resarcirse de las esclavitudes impuestas a lo largo de la historia (como en el cuadro de la libertad que guía al pueblo, el escritor en cabeza).

b) Una segunda fase de decepción de la política, conforme va avanzando el XIX y con él los enfrentamientos civiles: el escritor, que se acaba definiendo como intelectual, reserva su libertad para quedarse al margen de la política, y de los extremos que desprecia en la política: la masa ignorante y el político rapaz.

¿No consiste en esto el fracaso de la ética moderna? (La libertad soñada y total versus la real burocracia (A. MacIntyre, Tras la virtud). ¿Qué ha sucedido? Deben haber caído los mitos políticos de la nación (S. Juliá), los mitos teológico-teleológicos (si nos vamos al campo filosófico, a esa utopía de razón autónoma que nace en la era moderna).

¿Qué hacer? Recuperar los lugares amenos, la vida apartada, la torre de marfil o la bohemia (retiros urbanos)... Porque políticamente el lenguaje revela una falsedad completa, también la prensa libre.

Identidad

No eres igual por la mañana, por la tarde y por la noche. Durante la noche tienes miedo, aunque ya empieces por la tarde.

Lo desengañaron, a lo largo del día, muy diversos personajes. Tenía la costumbre, me acuerdo, de guardar notas manuscritas entre las páginas de los libros. a veces se encuentran. Pero no le cuadra eso ahora: queriendo imaginarse como un hombre liberal y maduro que pasea.

***

"(Paisaje)

Esparcen su luz dorada las retamas en la ladera, a trechos de verde en sombra. Limita el sol sus derechos (entre viento y nubes), innecesario hoy, en el espacio (...)", 13 de junio de 2005.

***

¿Han pasado tantas cosas desde entonces? Aunque haya pasado tanto tiempo...

Ajeno a casi todo, se puede hablar de esto y de lo otro, dejar que las voces fluyan, que discurran. Dos vidas, dos ríos: yo, lo que escribo. Escribir, para no pensar, y olvidar de una cierta manera: un yo concentrado en lo que hace, volcado, sin vueltas enfermizas sobre sí.

15 de febrero de 2007

Conmemoraciones

Autobiografismos: tropismos de la conciencia y de la edad.

A lo que conduce la lectura de viejos libros (Alasdair MacIntyre, Tras la virtud): Las diversas formas del proyecto ilustrado de constitución de una moral autónoma fracasan una tras otra, dialécticamente empantanadas en su interior (contradiciéndose constantemente: pues no puede haber un fundamento pasional de la moral sin un criterio racional de apoyo; o la razón formalista kantiana se presta a la universalización de lo inmoral, etc.); viviendo, en lo exterior (digámoslo así), de los errores rivales. El terreno queda preparado para modos intuicionistas o directamente irracionales de moral, para quebrar cualquier vínculo posible entre hechos y valores, entre ciencia y moral, pero también entre ética y política (pues ésta ha de consistir en los hechos, nada más que hechos). Etc. Desde el lado del individuo conoce uno, de nuevo (¿cuándo lo supo por vez primera?), que pueden coexistir la autonomía normativa (se es ajeno a la tradición, aunque la condición sea fantasmal -de vida en ciudades pesadillescas) con toda clase de requerimientos burocráticos.

Las autoridades educativas andaluzas deciden conmemorar el 80 aniversario de la constitución del Grupo poético del 27. Por conmemorar que no quede. Decisión de tan alto calado para el progreso educativo y la reproducción no meramente mecánica de las sociedades o los pueblos, sino directamente maravillosa, ribeteada de utópicos arcoirisados, etc., debe quedar consignada (cortesía, mas valor) en el Boletín Oficial correspondiente, para aplicación inmediata docente, por mor de una esperanza poética. Sea.

***

(Pedro Salinas,Presagios)

El alma tenías
tan clara y abierta,
que yo nunca pude
entrarme en tu alma.
Busqué los atajos
angostos, los pasos
altos y difíciles...
A tu alma se iba
por caminos anchos.
Preparé alta escala
-soñaba altos muros
guardándote el alma-
pero el alma tuya
estaba sin guarda
de tapial ni cerca.
Te busqué la puerta
estrecha del alma,
pero no tenía,
de franca que era,
entradas tu alma.
¿En dónde empezaba?
¿Acababa, en dónde?
Me quedé por siempre
sentado en las vagas
lindes de tu alma.

***

Ahora yo me pregunto qué tienen de común el lenguaje administrativo, tan frío como el gris, con esta declaración poética de cobardía y desaprovechamiento de la vida:

Me quedé por siempre
sentado en las vagas
lindes de tu alma.

14 de febrero de 2007

Facetas

"Desconociendo el funcionamiento de la economía no se va a ningún sitio. No se entiende ni cómo se organiza el territorio, las nuevas vías férreas, los macroplanes que quieren diseñar todo un periodo de historia futura. Todo esto me rebasa. Se debe suponer un trasfondo meramente especulativo en la economía, una prioridad absoluta del sector turístico, para que cuadre la balanza de pagos, una vez que se ha renunciado a invertir en tecnologías, si es que realmente se ha llegado a eso. Entonces, las nuevas vías sí que cumplen su cometido, generan flujos de personas y de dinero, dentro y fuera del país. Pero no se debe esperar demasiado de estas gentes, acomodadas y algo cobardes, fiándose en la misma esperanza de un crecimiento precario, pero sostenible y ecológico. Los personajes de arriba no parecen los adecuados para ir por este camino, engañados -los de abajo y los de arriba- con el café para todos, una educación tramposa que pretende igualdad y calidad; aunque haya quien crea que estar tecnológicamente en vanguardia requiere un sistema educativo autoritario y masivo, o un sistema cínico de dos velocidades."

***

¿Quién puede decir estas cosas? Dos éticas o dos dioses: la convicción poética-humanista; y, luego, la moral responsable, consecuencialista. La utopía, en ningún lado. Que ya eres mayor.

Autobiografismos

(Jaime Gil de Biedma, Retrato del artista en 1956. Para una práctica de la autoficción)

Dos anotaciones que me parecen de interés:

1. La vinculación que se establece entre memoria y adolescencia, hasta el punto de que no me queda claro si la adolescencia es la edad en que se fija un tipo de memoria que se entusiasma con los recuerdos, que les aporta calor y tiende a fundirlos, o si se trata más bien de que la memoria tiende a fijar la adolescencia (que Gil de Biedma extiende más allá de los veinte años) como uno de sus topoi. Las dos cosas deben ser ciertas: la adolescencia empieza a conformar un modo de ser, así que no será raro volver a ella.

2. Un concepto de poesía (y de texto en general), delineado en discusión con las ideas de carlos Bousoño) que fija el lugar del poema en el arco trazado entre autor/poeta y lector. Necesario éste último, no viene determinado por la situación de habla, por los requerimientos típicos de un uso más cotidiano de las palabras, sino a través de la misma forma de la intención significante/significativa que desencadena el acto y lenguaje poéticos. Por lo tanto, no tú, el lector, sino Tú, el Lector.

13 de febrero de 2007

Aclaraciones

(Autobiografías)

Las razones por las que uno se encuentra con algo no son más que las ocasiones de superar una ignorancia, de realizar un descubrimiento... aunque la cosa estuviera ahí de siempre (es decir, que no importan los antecedentes metódicos, sino las buenas consecuencias derivadas). Y son tantas las cosas que se desconocen... Leyendo La memoria inquieta de Pinilla de las Heras, o -ahora- el Retrato del artista en 1956 de Gil de Biedma, se tiene una impresión bastante desagradable, acerca de la degradación de una forma de cultura, ilustrada, erudita, libresca, plenamente europea en el lenguaje y en la circulación de las ideas. Quizás sean malos ejemplos, vinculados como están a ese mundo aparte, o particular, que es Cataluña durante buena parte del siglo XX. No todo es plausible, desde luego: como los aparentes resabios de un nacionalismo que no queda muy lejos del insulto xenofóbico (¿se trata de un victimismo encubierto?, ¿se puede leer eso en los textos de Pinilla de las Heras y de Gil de Biedma?). La degradación deberá alcanzarme a mí y todos aquellos que pudimos entrar -a trompicones- en el ámbito de la cultura académica durante los años ochenta. Me refiero a lo muchísimo que desconozco, pues no fui un niño llamado al cultivo espiritual, aunque tampoco puedo alegar méritos especiales. Si acaso, he ganado un cierto saber de los límites, una suspicacia continuada hacia las infatuaciones y el verbo rápido, una conciencia reflexiva... que no sabe cómo parar, indistinta, obsesiva.... y se vuelve a la fisiología, a las razones de los descubrimientos culturales, a un movimiento en círculo que no deseaba, pues yo quería referirme a JRJ ("Todos los días, el cielo..."), y lo que dice sobre el yo. Pues también lo descubre, con máscaras y sin ellas.

12 de febrero de 2007

Por qué Juan Ramón?

-Buena pregunta. No hecha.

Quizás por un uso del lenguaje que tiende a darle la vuelta, a mostrar lo que normalmente no puede -no llega a- ser mostrado: palabras que desvelan (¿en cuántos sentidos desvelan?)

(No hace falta que el trato sea antiguo. No es mi caso. Lo mío es mucho más azaroso, y absurdo. Me explico. El año pasado las autoridades educativas del virreinato (andaluz) decidieron conmemorar el cincuentenario de... la concesión del Premio Nobel a JRJ. Como la vocación surrealista del gobernante no conoce pudores, decidieron celebrar también el 250 aniversario del nacimiento de... Wolfgang Amadeus Mozart. Así, sin encomendarse a nadie. En fin, que no debe ser tan extraño que se pueda convertir a alguien, pues fue entonces cuando decidí leer con cierta atención los textos del poeta.

Que la utilización política de la palabra poética no lleve a ningún sitio, normalmente, no debe sorprender. Y mejor que sea así, para que la pureza, o la verdad, no quede afectada. Un mundo en el que poetas y políticos se ignoren mutuamente quizás no sea el peor de los mundos imaginables. Conociendo los sistemas utópico-filosóficos, y cómo se han trasplantado políticamente, no habrá que lamentarse demasiado.)

Lunes

Todos los días el cielo
vive en mis ojos. Mas ¿cuándo
es dios?

Todos los días yo soy
yo. Pero ¡qué pocos días
soy yo!

Todos los días me hablas.
Y ¡qué pocas veces oigo
tu voz!

(Juan Ramón Jiménez, Eternidades)

***
***

...uno con su cuerpo, dándole lo que se le debe, no permitiéndole que se exceda...

(Completaría esto, hasta construir una frase, una significación completa. Podría ser parte de una narración, una cita, o una descripción de carácter. No importa. Lo que siente le liga con la vida: no tiene escapatoria, el tiempo -a él- no le pertenece. Esta ahí dispuesto, por si quiere jugar, aunque él no puede modificar ninguna regla. Juega con alegría o con desgana: es su mismo cuerpo el que actúa, por detrás de las ilusiones de la conciencia. El alma le añade el nombre -al cuerpo-, pero no modifica nada: el nombre puede inscribirse en piedra o en texto, pero es el cuerpo el que puede decir que vive. Qué forzadas, entonces, las palabras cuando los brazos pesan.)

11 de febrero de 2007

Sistema de pensamiento

Catálogo de miedos:

a la enfermedad
al dolor
a la muerte
a estar solo
a no estar con los demás
a no estar cuando los demás
a la vejez
a no llegar a la vejez
a la madurez
a los hijos
a los jóvenes
a no entender las cosas
a entenderlas demasiado bien
a mi pensamiento
a mis palabras
a las dudas igual que a las certezas
a la noche
a que no llegue el día
a la depresión
a la amistad
a su falta
al amor.

Fingiendo que se escribe, provocando que alguien ponga "yo" al texto -escribiendo (?)-, dando alas a la voluntad de permanecer de algún modo, escondiendo más que mostrando (la verdad es evidencia, pero nunca está ahí) -con todos ésos, y más gestos, se tiene un pequeño panorama de la vida: un catálogo de miedos es un catálogo invertido de los motivos de alegría, si desde la enfermedad hasta el amor se pudiera pronunciar un sí.

Tesis 18, WB

La tesis 17, encendidamente revolucionaria, ha comprendido la relación total entre sujeto y sociedad -la constitución monádica- a costa del vaciamiento del sentido del tiempo: “la semilla más preciosa, aunque carente de gusto”. Se quiere (?) significar el final de toda una concepción narrativa -progresiva, positivista- de la historia. La contemplación, la theoria, ha muerto, a favor de la fiebre revolucionaria, del salto metahistórico.

***

No habrá de extrañarse el cuidadoso lector por la alegría que produce poder identificar el instante monádico (tiempo-ahora) con la insignificancia cósmica de la historia humana. Insignificante y maravillosa: liberados los hechos de los nexos causales, de su condena a permanecer dentro de la serie del tiempo narrativo (decimonónico), pueden entrar en el lugar de otro sentido muy diferente: revolucionario, mesiánico, novedoso, esperanzado. No la esperanza de poder seguir la serie, continuando con la línea del progreso: sino la promesa teológica finalmente posible -mejor dicho, la venida del dios. Por ello, el tiempo que se abre al futuro es el de la conmemoración: es impredecible, intuitivo, místico.

***

La historia analítica ha muerto. Si es así, ¿cómo razonar con los bárbaros? Éstos participan de la idea de progreso, "trascendentalmente" hablando. Pero no es seguro que resistan la vieja confrontación con los hechos que se conoce como verdad (lo que a su vez conmemora el positivismo lógico, concediéndole el lugar de un ritual agnóstico a la entera escolástica greco-cristiana). Distante la verdad de los sujetos que la conocen, ¿no designa una hermosa figura de la libertad?

***

Ahora que has terminado de leer, deberías volver a leer, porque no has entendido nada.

***

¿Qué es historia?

10 de febrero de 2007

La tinta del calamar

amalgama

1. f. Unión o mezcla de cosas de naturaleza contraria o distinta.
2. f. Quím. Aleación de mercurio, generalmente sólida o semilíquida.

Real Academia Española © Todos los derechos reservados

***

(Sospechas)

Los dicta pedagógicos son una muestra perfecta del ejercicio de la razón instrumental, de la inteligencia puesta al servicio de la fe (socráticamente, se podría decir que el mal procede del error: nos evitaría pensar en la malicia personal, y podríamos seguir confiando en la democracia; ¿puede existir una sociedad de hombres malvados? Sí, puede existir). La fe ha perdido su dios y ahora es política: corresponde a esa astutísima razón smithiana/hegeliana que no hace ascos ni al oro ni al poder, ni mucho menos a las escenografías mundanas.

(Materias concretas)

Se parte de que sí que hay hombres malvados (primer acto de fe), se observa que algunos de estos hombres malvados son mensajeros, y que algunos de estos mensajeros trabajan en la enseñanza. A la razón lógica sí, pero a la razón instrumental no repugna llevar la cantidad de la predicación al máximo: los profesores son malvados, ERGO todos los profesores son malvados. Finalmente, se coge el instrumental (evidentemente) analítico y se mira lo que contiene el corazón del hombre malvado (esto es, el profesor): es aquél que hace todos los daños posibles a las nuevas generaciones (si no fuera un sádico hasta se le podría perdonar).

No es ya que este sinrazonar quebrante las normas de todo tribunal posible de seres humanos que se vea en la situación de juzgar y retribuir conductas, es que -lo más grave- esta forma de irracionalismo pedagógico, profusamente distribuida y premiada, será observada dentro de unos siglos como el caso paradójico de que los hombres que han dejado de ser religiosos se han puesto a adorar al diablo o la necedad.

Salut

Lo que piensas te resarce de lo que no has entendido, una vez que has tenido que aceptar que no lo has entendido, y que las cosas han de seguir de ese modo. Se debe predicar la conformidad a los incapaces, aunque no les guste demasiado esta fe.

***

El ojo separado del oído. Casi no pertenecen al mismo rostro: las imágenes son difíciles, las palabras difíciles de comprender. Eso eres tú. ¿”Yo”?

***

La narración conserva las acciones exteriores. La memoria conservará las caras envueltas con sus palabras. De esa manera se obtiene la imagen de las conversaciones: un objeto más que te ha de a-parecer otro. No la cura, sino la misma enfermedad -obsesiva- que no quiere irse.

9 de febrero de 2007

Tesis 17, WB

“El historicismo culmina con pleno derecho en la historia universal. Y quizás con más claridad que de ninguna otra se separa de ésta metódicamente la historiografía materialista. La primera no tiene ninguna armadura teórica. Su procedimiento es aditivo; proporciona una masa de hechos para llenar el tiempo homogéneo y vacío. En la base de la historiografía materialista hay por el contrario un principio constructivo. No sólo el movimiento de las ideas, sino que también su detención forma parte del pensamiento. Cuando éste se para de pronto en una constelación saturada de tensiones, le propina a ésta un golpe por el cual cristaliza en mónada. El materialista histórico se acerca a un asunto de historia únicamente, solamente cuando dicho asunto se le presenta como mónada. En esta estructura reconoce el signo de una detención mesiánica del acaecer, o dicho de otra manera: de una coyuntura revolucionaria en la lucha en favor del pasado oprimido. La percibe para hacer que una determinada época salte del curso homogéneo de la historia; y del mismo modo hace saltar a una determinada vida de una época y a una obra determinada de la obra de una vida. El alcance de su procedimiento consiste en que la obra de una vida está conservada y suspendida en la obra, en la obra de una vida la época y en la época el decurso completo de la historia. El fruto alimenticio de lo comprendido históricamente tiene en su interior al tiempo como la semilla más preciosa, aunque carente de gusto.” (Walter Benjamin, Tesis..., 17)

***

Dos historiografías, dos procedimientos:

a) Historia universal, adición (hechos).
b) Historia materialista, construcción (interpretación).

¿Construcción o destrucción? La interpretación disuelve, congela la comprensión teórica -confiada en una visión global, ¿transmundana? A esa razón de tipo místico no le sirve de nada la práctica analítica, en particular esa lectura de la historia que dispone los hechos ordenadamente en el tiempo.. El materialismo histórico se muestra enemigo de la narración, justamente porque adopta el punto de vista del final justiciero de las narraciones (quiere sólo su final, no el desarrollo).

¿De qué se ocupa la razón dialéctica? De la unificación de las tensiones, con el fin de provocar su estallido -hacia dentro. La madre-negación de todas las cosas (de la praxis) es contemplada (¿se contempla?) un momento antes...

¿Qué tipo de verdad puede cuadrar a esta dialéctica, a cualquier dialéctica, si no es esa unidad de diferencias a la que conviene por igual el ser y la nada?

No debemos sentir demasiados escrúpulos por tener que abandonar esta mística de la violencia -física y mental.

8 de febrero de 2007

¿Para qué sirve la conciencia?

Se derrama en santa y buena voluntad -es kantiana y pedagógica. Aplicada sobre madera de mala calidad no hace buenas naves:

Un conflicto de deberes que concluya en admisión simultánea de dos principios contradictorios tiene que llevar a la disolución de la misma conciencia que los alberga (psicológicamente hablando: una mala música, disonante). La solución kantiana a la ausencia social de la moralidad, históricamente devenida (MacIntyre ?), reproduce el mismo vacío que venía a solucionar: ¿Cómo proteger la vida y decir la verdad a un asesino? ¿Quién puede llevar en su corazón, hasta las consecuencias extremas, su justicia y su piedad?

¿Qué relación guardan la educación y la felicidad? Se tratará de una necedad de españoles: porque -muy al contrario de nuestras confortables y mediocres intenciones- la ilustración debe hacernos desgraciados antes de empezar; y aprender en silencio y callados para que la admiración venga a nosotros.

La piedad es otra cosa: la duda delante de nosotros mismos, en los hospitales, observando el cuerpo frágil.

Tesis 16, WB


“El materialista histórico no puede renunciar al concepto de un presente que no es transición, sino que ha llegado a detenerse en el tiempo. Puesto que dicho concepto define el presente en el que escribe historia por cuenta propia. El historicismo plantea la imagen «eterna» del pasado, el materialista histórico en cambio plantea una experiencia con él que es única. Deja a los demás malbaratarse cabe la prostituta «Érase una vez» en el burdel del historicismo. El sigue siendo dueño de sus fuerzas: es lo suficientemente hombre para hacer saltar el continuum de la historia." (Walter Benjamin, Tesis..., 16)

***

  • Materialismo histórico
  • Historicismo

Dos conceptos del lugar del presente en el tiempo:

-para el historicismo, idéntico con los otros presentes; por ello, indiferente pasado o futuro; su nombre es eternidad;

-para el materialismo histórico: único, diferenciado, la negación de una definición de tiempo demasiado cercano a la eternidad.

Se ha renunciado a las categorías de la reflexión teórica, a su traducción narrativa/moralizante, tranquilizadora; tanto en los libros de historia como en los cuentos. El individuo práctico tiene que quedarse con la experiencia, el shock. Entonces, no se ve muy bien cómo distinguir su forma de vida -dentro del vertiginoso conjunto de la vida social (i. e., el homo oeconomicus, en sus facetas productivas o intelectuales: esa unidad sustancial de fondo en la que se asienta el taylorismo, la especificación de las tareas en el trabajo).

En todo caso, /él/ “es lo suficientemente hombre”. ¿Qué quiere decir? ¿Cómo atreverse a describir las cualidades de un hombre del presente, su intransitiva actividad?

7 de febrero de 2007

¿Vidas privadas?

¿Qué eres? Lo que anotas en papeles cogidos al azar -tú no coges nada al vuelo-, escritos en sitios de paso o de parada más o menos obligatoria. Si te sintieras satisfecho de tu cuerpo, te sentirías contento de lo que escribes, porque lo escribes cuando verdaderamente podrías no hacerlo, y no dejar tu huella pobre. Es retórica, ya que no lamentas lo que dices -las cosas son para ser dichas. Para eso está el hombre sobre la tierra: para pensar, hablar e inscribir perdurablemente la realidad. Atento al cuerpo, demasiado, no te puede satisfacer tampoco el alma.

Asimismo, consiste nuestro pequeño hombre en el miedo: a los coches, los espejos, los otros; todo aquello que le hace salir de sí, ir hacia otra parte. Para esto no lo educaron. ¡Qué complejo es educar a un hombre! Porque, después de todo, él agradece las lecciones recibidas. Podría firmar cualquier manifiesto pesimista, y aun así agradecer la buena voluntad de los que le han enseñado. Aun así, es menester reconocer que no sabe ir hacia los otros, que los otros tampoco saben ir hacia él, y que mutuamente se huyen.

De manera que debe ser débil, como cuando esta tarde, en L., sale a buscar aquel cerezo tan hermoso, y no lo ve. ¿Es que ya floreció? ¿Ya se fue? Adicto a la piedad, se convence a sí mismo de que estaba destinado a satisfacerse con la belleza del paisaje y las obras humanas, como este pueblito de montaña tan maravilloso. Él debe quedar luego apartado de la vida, prometiéndoles a sus ojos que volverá pronto, en un par de semanas, a mirar solo la rotunda ladera blanca por los almendros en flor. Esto sí que sabe reconocerlo, y es gracia que igualmente se tiene que atribuir a los padres. Así sea.

6 de febrero de 2007

Toreo de salón

Qué pobres las metáforas, esas ocurrencias del lenguaje: el lenguaje sucede, impersonalmente, sin razón (razón personal=motivo).

¿Qué vale una metáfora motivada? Sería como un lenguaje determinista.

¿"Sería como"? ¿Por qué encubrir las metáforas?: "Sería un lenguaje determinista". De estadios -¿estallidos?- previsibles.

Toreo de salón: casticistamente, hispano. Revolverse contra la lengua o que la lengua se revuelva (suele hacerlo), imaginando que te has encerrado con una fiera en tu despacho. "Imaginando que". Aunque tampoco tienes despacho.

Toreo de salón, no. Fuegos de artificio. Cambia el arte de Cúchares por el de Clausewitz.

***

Escritura: inscripción en un superficie. (Definición circular: entonces, ¿qué tipo de incisión en una superficie?)

Escrito en la arena: difícil. Sometido al viento, escrito contra el tiempo, la misma vida de los seres humanos, marcas en la arena que se van.

En el agua, imposible. Navegar. Pero navegar no es ecribir, sino viajar de un sitio a otro; mientras que escribir es fijar una permanencia.

Escribir en el aire: hacer castillos en el aire. Incluso perder la razón, hacer visajes de idiota, evitar hasta que te miren (porque no merece la pena: ¿qué novedades podrías aportar? Ya no se te reconoce que seas periodista.)

Sin embargo: escribir en tierra, en arcilla, sí que es posible. Luego viene la escritura vegetal, el papel. Esto son ya historias conocidas.

Por último, la escritura electrónica. ¿Qué superficie emplea? La pantalla no sería la superficie, si ésta tiene algo de permanente, antiflujo.

Una manera de escribir limitada a la virtualidad de la información: dentro de una comprensión aristotélicamente determinada, en cuanto pura forma sin materia, sustancia incompleta... Se mira al ordenador con un libro en las manos: dos amores.

¿Esto importa? Quizás a los autores.

***

Combinatoria (ésa es mi impresión, privada, humilde, provinciana): Jorge Lozano, "De la TV a Internet. La pantalla total", Abcd, 3 de febrero de 2007.

5 de febrero de 2007

MASG, o la redención educativa a través del tormento y el fuego, y VI

“Por todo ello quiero hacer una llamada a los profesionales de la enseñanza para que vivan su profesión con el compromiso, con la exigencia y con el entusiasmo que puede y debe suscitar. Por todo ello quiero hacer también una llamada a la sociedad para que valore, ayude y quiera a los profesores.” (MASG)

“Por todo ello quiero hacer una llamada”: Esta moralina intolerable, insoportable, soberana, que mira a un lado y a otro, la sociedad y la profesión docente, señalándoles sus obligaciones mutuas -es nada más que el experto, provisto de las nuevas tablas, atrincherado en el saber. Sólo un genio de la política ha sido capaz de escribirlas: porque ya no se cree en los dioses (la teología), sino en la administración o pastoreo de los hombres (las ciencias de la educación).

¿Qué ocurre si el convocado no acude a la llamada? Si es tan grande su número o su complejidad que no se siente aludido. ¿Qué puede querer decir “quiero hacer también una llamada a la sociedad”? Se trataría de la parte que ha decidido indicarle sus obligaciones al todo, lo finito recriminando a lo infinito: un asunto imposible, impensable. Puesto que no es posible convocar a la sociedad entera, tendremos que ver aquí la costura retórica, y la simetría con la llamada a los profesores, esa pequeña sociedad (“grupo humano”) dentro de la sociedad mayor. No cuentan con una única alma (no en las sociedades plurales), pero cada una de las pequeñas almas que deberían conformarla es aleccionada convenientemente; compromiso, exigencia, entusiasmo. No obstante, a mí no me han convencido sus razones: ¿a los quemados teachers ingleses sí?

“Comparto el hilo argumental de Manuel Rivas en un artículo titulado Amor y odio en las aulas: «La escuela se ha vuelto más conflictiva porque cada vez alberga más tiempo de vida, más complejidad. Es el espacio de la la familia y de la relación comunitaria lo que se ha achicado. Para muchos adolescentes, la amistad, y también el odio, tiene por principal y casi única vía la puerta del colegio o del instituto. La conflictividad no es tanto un rechazo como un SOS».
Decía hace unos meses el filósofo Emilio Lledó: «Enseñar es una forma de ganarse la vida pero, sobre todo, es una forma de ganar la vida de los otros». No se gana la vida de los otros metiendo en su cabeza datos y conocimientos inertes sino enseñándoles a pensar y a convivir.” (MASG)

Manuel Rivas: si no quieres caldo, sírvete dos veces de la olla: la violencia, un SOS; en el fondo, una sana y santa conflictividad (así, como cualidad abstracta, quasi-idea platónica). Esta ecuación podrían suscribirla todos los criminales, porque quieren ellos que se les preste atención, convertirse en los amos, los únicos. ¿Por eso deberíamos acordar con ellos las reglas del juego? Entonces, ¿qué son reglas del juego? ¿Dónde su universalidad y necesidad? La quiebra familiar/comunitaria no puede llegar a implicar estas dos cosas: a) mayores obligaciones para el docente, b) la provocación de una segunda quiebra comunitaria (social), consistente en la disminución del valor de las reglas de convivencia. Y no se trata de un hilo argumental (el de Manuel Rivas), sino de la expresión de un piadoso deseo: compadécete del violento, el pobre (en el fondo, ¿en el abismo?)! Esto es una inversión del sermón de la montaña, efectuado con las mismas herramientas de la religión cristiana. El perdón todopoderoso capaz de sellar las grietas del mal. ¿Quién se compadece del docente? Ah, pero él es ya rico: tiene vocación, y el cielo ganado.

Emilio Lledó: ¿Quién puede creer en filósofos, salvo que sea políticamente conveniente creer en lo que dicen (simular que se tiene fe, recoger sus palabras)? Don Emilio el sabio catedrático: de ahí que a él le corresponda ganar (concederles) la vida de los otros. Una vocación así es tan grande que a veces sólo puede soportarse con la vergüenza del dinero (a veces, sólo a veces), para que el orgullo no sea demasiado grande. Por su parte, el profesor nouniversitario se encarga de meter en la cabeza “datos y conocimientos inertes”. No debe hacer eso, sino asimilarse a su modelo universitario y enseñar a “pensar y convivir”. Pero, Dios mío, ¿qué es un conocimiento inerte? ¿Se refiere al platonismo? ¿A algún conocimiento no interesante? He aquí otro dato "inerte": el hecho de que Sócrates hubiera podido morir por su conciencia. Yo no creo que dato alguno pueda ser material, inorgánico, sino que se fundamentan, al menos, en la peculiar vida de los animales humanos. Datos y conocimientos son producciones sociales, no materiales, y por esa misma razón no pueden ser ajenos al pensar y convivir que es el trabajo de los seres humanos. Aunque no sea un trabajo (pensar, convivir), sino, antes bien, su condición o definición (ser humano qua ser racional y político), y de ella no se puede deducir ningún saber muerto ni ininteresante. Esto es nada más que política del día (pan para hoy).

"Esta es una tarea que, arrastrada como un castigo, resulta insoportable y que, vivida con entusiasmo, resulta apasionante. Para vivirla con entusiasmo hay que tener sobre ella un conocimiento especializado. Hay que amarla. Los alumnos tienen un radar que les permite saber qué profesores se preocupan de verdad por ellos. El título de un reciente libro noruego dice que los alumnos aprenden de aquellos profesores a los que aman." (MASG)

La moralina final, ahora con el libro noruego. ¿Se trata de amar o de enseñar? Es decir, que si no se aprende es a causa de que no se puede amar al que enseña, que éste falla en algo (of course). Sin embargo, la relación humana no puede constituirse como el único elemento del saber: si queremos evitar la atribución de responsabilidad al docente. Entendiendo que un docente irresponsable de los males de la educación (=no responsable, no culpable, no condenable) puede ser un docente responsable en el ámbito de su especialidad. ¿Es que los colegas británicos han aprendido o aprendieron hace tiempo a odiar aquello que enseñan? ¿Tan malos maestros y poco amables tuvieron?

4 de febrero de 2007

Suplementos

Juan Goytisolo, "Literatura y mercado", Babelia, 3 de febrero de 2007:

"La condena implícita de la rareza o anomalía promueve la consabida reincidencia en temas históricos, folletinescos o costumbristas, cuyos ingredientes -sexo, misterio, exotismo, ciencia-ficción- son conocidos de antemano por el lector. El aletargamiento del público se propaga a su vez al autor y le induce a dar más y más de lo mismo. La belleza y precisión del lenguaje no cuentan y, aún menos, la audacia de la propuesta artística. Los escaparates de las grandes librerías y los muestrarios de almacenes y supermercados revelan los resultados de esta poco gloriosa complicidad."

***

Los best-sellers son una tautología literaria. Sí. Vale. Pero, ¿cuál es el método fácil de hallar juicios sintéticos a priori (esto es, novedosos y verdaderos) dentro de lo escrito? Tarea para ahora: la posteridad lo tiene fácil, al fijar un canon. Que éste sea arbitrario, un recorte más o menos fundamentado en el conjunto de lo escrito, no parece importar demasiado. En efecto, a veces no nos convence la moral y no por ello la desalojamos de nuestra conciencia (no prescindimos del canon).

Tesis 15, WB

“La consciencia de estar haciendo saltar el continuum de la historia es peculiar de las clases revolucionarias en el momento de su acción. La gran Revolución introdujo un calendario nuevo. El día con el que comienza un calendario cumple oficio de acelerador histórico del tiempo. Y en el fondo es el mismo día que, en figura de días festivos, días conmemorativos, vuelve siempre. Los calendarios no cuentan, pues, el tiempo como los relojes. Son monumentos de una consciencia de la historia de la que no parece haber en Europa desde hace cien años la más leve huella. Todavía en la Revolución de julio se registró un incidente en el que dicha consciencia consiguió su derecho. Cuando llegó el anochecer del primer día de lucha, ocurrió que en varios sitios de París, independiente y simultáneamente, se disparó sobre los relojes de las torres. Un testigo ocular, que quizás deba su adivinación a la rima, escribió entonces:

«Qui le croirait!, on dit, qu'irrités contre I'heure
De nouveaux Josués au pied de chaque tour,
Tiraient sur les cadrans pour arrêter le jour.»


(Tesis..., 15)

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¿Aspiración? ¿Deseo?

El conocimiento se desliga de su objeto pasado -para construirlo en el presente, legarlo al futuro. Como el objeto es en el tiempo, se destruye éste en su forma recibida tradicional, injusta: “se disparó sobre los relojes de las torres”, es decir contra el poder religioso y civil. Porque no cabría pensar que durante la revolución de julio se disparase contra el poder económico: él es el que disparaba.

Pero entonces se derrota a un enemigo que ha emprendido la huida, en venganza por los agravios pasados. Las posesiones que deja el adversario económicamente (históricamente) derrotado no son más que las huellas de su fuerza, en pasado. Signos físicos, hace falta que pasen a los libros o las imágenes para que puedan recibir el prestigio de la Kultur, y así poder vencer vicariamente la muerte o la enfermedad.

***

Vuelta la conciencia de ciudadanos hacia los años pasados, pertrechada de moral, quiere encontrar la vida y no puede. ¿Cómo habría de ocurrir, si el tiempo es irrepetible? Al no poder realizar su justicia en el pasado, se revuelve en contra de las gentes del presente.

Esto no puede estar sosteniéndolo Walter Benjamin (que sí vive la injusticia presente -real, efectiva- y muere). Es decir, que no puede dar pie al punto de vista de la memoria histórica.

¿Qué clase de política se hace fugándose hacia el pasado? Un historiador debe ir hacia el pasado, buscar el máximo conocimiento, generoso y distanciado: él también será historia, porque sus actos de conocimiento no habrán determinado (en el sentido de completar) nada.

¿Debe confundir el político su razón con la del investigador? ¿No se trata de dos pasiones contrapuestas (Max Weber)? El gobernante ejecuta actos que tienen repercusiones en el presente, y que marcan el sentido del futuro. No se ve qué actos se pueden ejercer sobre el pasado muerto, de qué manera revivirlo y resarcirlo de las injusticias.

Miradas, todas, si la verdad es lo que queda eternamente detrás del velo: entonces nuestra pequeña verdad quedará siempre detrás, en los hechos muertos. Sin embargo, las miradas son incapaces, y por eso se puede llorar por lo que se hizo, pero no se puede evitar haberlo hecho: sólo evitar repetirlo, aceptando que la capacidad predictiva o previsora de la inteligencia humana utilice sus tablas de la moral como premisas prácticas de su acción en el mundo.

***
***

Triste es el cuerpo, fuera de los besos.

3 de febrero de 2007

Tesis 13, 14, WB

¿Tienes algo que decir? ¿Qué sabes tú del tiempo?

***

(Devaneos)

El criticismo corresponde a la realidad, aunque siembra dudas...

El tiempo discontinuo -lleno, diferenciado- es el de los sujetos libres, nouménicos. Éstos tienen algo de milagroso, de inesperado, también para el conocimiento histórico -la libertad se revela imprevisible (el saber del historiador no puede ser total).

Dado que nos resulta tan arduo pensar en la existencia de puros instantes de magia y libertad -privada o pública, intrascendente o histórica-, acecha el diablo del conformismo, aun en los textos del pequeño koenigsberguense: una línea recta puede ser recorrida, por definición. Confiemos.

***

¿Cuál es el precio? Vivir la embriaguez en el presente, abandonar el relato de los hechos (aunque también hemos de pensar que la belleza se encuentra escondida tras el aspecto neutro de una serie), desear la repetición identificadora /con el ejemplo imperecedero de los antiguos/.

Esto es, que considerando las cosas bajo un cierto aspecto (de ningún modo despreciable), la aspiración mesiánico-utópica, completamente rupturista, tiene que dejar de lado la antigua vocación por la verdad y la poesía.

¿Necesita la literatura de épocas mediocres, de la paz civil? (No obstante, la paz civil no precisa demasiado de poetas, ni de filósofos.)

***

Ahora es cuando tendrías que empezar a leer. Lo que dices sólo te sirve para calentar. /Y debes aclarar todo aquello que vas suponiendo en el razonamiento, y las dudas sobre la calificación religiosa -sagrada- del tiempo./

2 de febrero de 2007

MASG, o la redención educativa a través del tormento y el fuego, V

1. Recorriendo sus viejas calles, el paseante contempla el hastío de algunos -ya no tan jóvenes-, y que la vieja sigue trabajando.

2. Como un pequeño dios, el catedrático ha enviado a sus servidores a modelar la materia. Pero él no sabe nada de Platón.

3. Entramos en materia.

***

“Porque es una tarea histórica: los profesores constituyen eslabones silenciosos en la cadena que conduce a la humanidad hacia el progreso y la mejora. ¿Qué hubiera sido del mundo y de la historia sin los maestros? Quienes tienen conocimiento tratan de utilizarlo en su beneficio (y de esconderlo a los competidores). Sin embargo, los profesores forman un grupo humano que tiene por oficio compartir todo lo que saben, transmitir a otros sus conocimientos, despertar en otros el deseo de aprender.” (MASG)

¿”Una tarea histórica”? ¿”Eslabones silenciosos”? ¿De qué se habla? No entiendo por qué le corresponde la cualidad del silencio al que tiene por oficio hablar. ¿Se desea que calle? Si realmente es eso lo que se quiere decir, lo mismo vale /para esa finalidad/ el ruido en la clase, la falta de respeto, el ordenador en el aula, el stress docente, o esa república democrática educativa /en el aula/ que, sin rubor, se ha podido reclamar (sin que fuera 14 de abril).

Y, de verdad, el primer encadenado es el eslabón de la cadena: no conviene que chirríe, no conviene que hable.

“¿Qué hubiera sido del mundo?” Hubiera sido otro mundo, pero hubiera sido. Si lo que se pretende indicar es que sin transmisión del saber resulta imposible la reproducción/progresión social, parecerá evidente que el mundo /los seres humanos/ necesita de algún tipo de magisterio. Si lo que se menciona es la necesidad histórica de un cuerpo de funcionarios de primera y segunda enseñanza, tal cosa no existe /como necesidad insoslayable/, porque existen sociedades que funcionan sin ella, /no la sienten como necesidad/. España, si no me equivoco, no la sintió hasta el siglo XIX, y la satisfizo precariamente. Yo creo que la pregunta no es ¿qué hubiera sido?, sino sobre qué ha de ser y hacer una sociedad que cuenta con un numerosísimo colectivo dedicado a la transmisión pagada de los saberes. Puesto que existe el órgano, ¿ha de cumplir con la función que -ahora sí- se le asignó históricamente?

Los profesores... ¿”un grupo humano”? Es decir, como una etnia, identificables, cuantificables y condenables, llegado este último caso. Vestigios de la colegiación antes nombrada, ¿o no? Del miedo a la individualidad docente. Sin embargo, en una democracia parlamentaria de masas, en los estados del post-bienestar, me parece que es muy difícil encontrar las señas de identidad (exactas) de los grupos humanos. Vamos, si no se quiere caer en estereotipos, prejuicios, vaguedades de manual sociológico de andar por casa. (Si no es así, ¿en qué grupo humano estamos pensando para servir de análogo con los docentes?) Aunque resulta muy útil identificar un sujeto colectivo encargado de la circulación, a través de la sucesión de las generaciones históricas, del saber... para coronar el párrafo con un sofisma encubierto: el que transmite el saber también es/debe ser el encargado de despertar el interés por aprender. ¿De verdad? Entonces es que lamentablemente hemos dejado de creer en los seres humanos, en el instinto natural de saber que éstos tienen asignado genéticamente, antes metafísicamente (porque en los dos casos se trata de la naturaleza). ¿Cómo se ha llegando a esa situación antinatural, al no-deseo de saber, al deseo de no saber? Me pregunto: ¿qué tipo de ciencia tiene por objeto la descripción/explicación de un sujeto humano que carece del instinto genético por saber/aprender? Porque no se trata, supongo, de un sujeto ético. Quizás corresponde el discurso pedagógico a los halagos de la sociedad del confort, aunque esto no tiene nada que ver con la ética (ni tampoco con el progreso).

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El siguiente párrafo del artículo se desplaza entre el surrealismo y la trivialidad: adoro al primero. Para captar la trivialidad hay que ponerse en situación (automáticamente surge la poesía, sobrerreal):

“La educación es una tarea intrínsecamente optimista porque parte del siguiente presupuesto básico: el ser humano puede aprender. «La educabilidad se rompe, dice Merieu, en el momento en que pensamos que el otro no puede aprender y que nosotros no podemos ayudarle a conseguirlo».” (MASG)

El "presupuesto básico": que el ser humano puede aprender. Esto es como fundar los hábitos cotidianos en el presupuesto de que el sol tiene que salir; el fútbol en la creencia de que el balón debe entrar en la portería (sin quedarse suspendido en la línea de gol); el profesor debe fundar su trabajo en la creencia de que está delante de seres humanos; así sucesivamente. ¿Cómo podría ser de otra manera? ¿Qué sentido tiene imaginar que los seres humanos no son capaces de aprender? ¿Quién ha podido pensar, seriamente, en tal cosa? En ese caso, basar el optimismo en la negación de un absurdo constituye una doble trampa. Sería igual de disparatado que sentirse optimista porque ha salido el sol, en lugar de no salir. Amanece, que no es poco...

1 de febrero de 2007

Tesis 12, WB

12

Necesitamos de la historia, pero la necesitamos de otra manera a como la necesita el holgazán mimado en los jardines del saber.

NIETZSCHE: Sobre las ventajas e inconvenientes de la historia.

La clase que lucha, que está sometida, es el sujeto mismo del conocimiento histórico. En Marx aparece como la última que ha sido esclavizada, como la clase vengadora que lleva hasta el final la obra de liberación en nombre de generaciones vencidas. Esta consciencia, que por breve tiempo cobra otra vez vigencia en el espartaquismo, le ha resultado desde siempre chabacana a la socialdemocracia. En el curso de tres decenios ha conseguido apagar casi el nombre de un Blanqui cuyo timbre de bronce había conmovido al siglo precedente. Se ha complacido en cambio en asignar a la clase obrera el papel de redentora de generaciones futuras. Con ello ha cortado los nervios de su fuerza mejor. La clase desaprendió en esta escuela tanto el odio como la voluntad de sacrificio. Puesto que ambos se alimentan de la imagen de los antecesores esclavizados y no del ideal de los descendientes liberados.

(Walter Benjamin, Tesis...)

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Nietzsche sostiene lo mismo que la undécima tesis acerca de Feuerbach, habiéndose sustituido, entretanto, la filosofía por la historia; la pureza especulativa de la razón teórica por los entretenimientos privados en los jardines de la erudición -casi una poesía pura, aproximándose hacia la ausencia bohemia de la escritura, la vida miserable, anónima y granurbana.

Se necesita del saber para negarlo -a través de la acción o mediante los resortes oscuros de la acción; sabios y descreídos /nosotros, los contemporáneos/, el miedo de la vejez asomando por nuestros huesos, no nos cuesta demasiado asimilar esta praxis liberadora al vértigo de la acción y disposición técnicas del mundo. ¿Amalgama? No tanto, solamente que falta el punto de vista alejado, correcto, para poder observar lo de hoy al cabo de una gran avenida, de siglos.

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El materialismo epistemológico (?) vive de su interés, movido a causa del dolor hacia los conceptos, resentidos: violentos, transformadores, anárquicos. Puesto que no tiene que vigilar el orden del futuro /(campo abierto, posibilidades, horizonte)/, sino vengar las vidas truncadas, seguir aniquilando. Esta actuación, potencialmente terrorista, puede sobrevivir a las eras, en la memoria de los adversarios (dentro de la reacción), igualmente resentidos. Realmente, la era de las masas, de la opinión pública, ha hecho circular tanto las creencias (acabando con algunas de ellas, provocando el nacimiento o el resurgir de otras) que resulta ya impensable una condena histórica efectuada con las tablas de la buena voluntad (para el criticismo no ha habido tercer día). Pues la moralidad no hace más que trasladar, en el fondo, a las almas el mecanismo de causas y efectos que gobierna ordenadamente el mundo, haciéndolo descansar /el mecanismo/ en una primera causa pura, un pequeño dios, la persona. Sin embargo, la proliferación de opiniones por encima de la superficie de las mentes, el cruzamiento consiguiente de ideas y acciones, impiden (¿para siempre?) cualquier posibilidad real de un análisis moral de la historia: han desaparecido los pequeños dioses, suplantados por la fe en unos payasos sangrientos aunque ridículos, adeptos del ruido y de la falta de reflexión.

(...)

¿Cómo no había de venir aquí la socialdemocracia, la tibieza?