25 de julio de 2024

Tocquevillismos

Cuando se fue a Tours, no pudiendo /Tocqueville/ trasladar toda su biblioteca, llevó consigo veinticinco volúmenes, ninguno compuesto hace menos de cien años. (DdC, p. 284)

Hemerotecas, de la vida intelectual

 Después de hablar hasta la extenuación en el Café Gijón de Heidegger, de Conrad, de Joyce, de Ortega o de Proust, los dos en comandita se iban de. (Palabras de Vila-Matas sobre Martín-Santos y Benet; cita D. Arjona en El Mundo) 

24 de julio de 2024

Hemerotecas

 La ley, esa piedra en el camino de la democracia... (Se da la impresión de que algunos articulistas egregios están convencidos.) 

23 de julio de 2024

Tocquevillismos

Consideremos, por un momento, el encadenamiento de los tiempos. En el siglo XVI, los reformadores someten a la razón individual algunos de los dogmas de la antigua fe, pero continúan substrayendo a la discusión todos los demás. En el XVII, Bacon, en las ciencias naturales y Descartes, en la filosofía propiamente dicha, anulan las fórmulas recibidas, destruyen el imperio de las tradiciones y trastornan la autoridad del maestro.

Los filósofos del siglo XVIII generalizan, en fin, el mismo principio y tratan de someter al examen individual de cada hombre el objeto de todas sus creencias. ¿Quién no ve que Lutero, Descartes y Voltaire se sirvieron del mismo método y que no difieren sino en el mayor o menor uso que han pretendido que de él se haga? (DA, II) 

 No encuentro un libro de Duverger, Los naranjos del lago Balatón. El clima subbético de hic et nunc no invita a inquirir cum parsimonia de balda en balda: 38 de los centígrados a la sombra y en canal... Pero el sentido del título del libro es esto:

En tiempos del estaliniano Rakosi, los dirigentes húngaros decidieron cultivar naranjos en las orillas del lago Balatón. Aunque sus aguas atenúan la crudeza del clima continental y dan un aspecto un tanto meridional a sus orillas resguardadas de los vientos del Norte, no por ello dejan de verse expuestas a intensas heladas invernales. El agrónomo encargado de la empresa expuso con valentía que ésta era quimérica. Fue en balde. Intérprete del materialismo histórico, fiel expresión de la verdad científica, el partido no podía equivocarse. Se plantaron, pues, millones de árboles a base de divisas que escaseaban. Los árboles murieron. Por consiguiente, el agrónomo fue condenado por sabotaje. ¿No había mostrado su mala voluntad desde el principio, al criticar la decisión del buró político?