29 de noviembre de 2006

Fides? Spes?

¿Por qué?

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Deberíamos creer en un depósito de significados, en que éstos nos resultaran favorecedores, apropiados; que estuvieran ahí cuando los deseáramos y que pudieran venir a nosotros, con un lenguaje que entendamos, repleto de adorables razonamientos (pues, aparte de Sentido(s), querríamos calor). Abandonados, así parece que estamos, la verdad tiende a identificarse con alguna forma premonitoria de fuga, de muerte o de miedo. En lugar de contento se extrae una memoria falsa, anticipación de futuro que proyecta fracasos (si no se reconoce lo que se es, aun si funciona bien la conciencia). Esto es así para el observador y para el intérprete (si se les puede distinguir), igual para el nativo que para el investigador: el relato de la muerte de los relatos debe tapar muchas vergüenzas, olvidar muchos fríos.

Obstinación

Anoche pensaba en tres fases, en el orden que se debe depositar en la vida y en la reflexión, y que siempre debe ser limitado, personal: la experiencia propia, la explicación de esa experiencia y -descanso- la interpretación objetiva de los hechos sociales (la otra experiencia, conocida y escrita por otros). Una clasificación así, de intereses y de tiempo, carece de todos los requisitos del rigor: compartida y comprensible como es, no obstante, sirve a la presencia nueva -electrónica; dentro de unos moldes que ni la esperaban ni se esperaba-, al vigor de una historia centrada en el valor humanista de la educación, en los límites letrados (literarios, lectores) de cualquier imagen del progreso. Sin fe y casi sin esperanza: manteniendo este mismo mensaje como una contraseña.

28 de noviembre de 2006

Pobreza

Nunca teníamos nada, y sólo puedo acordarme del suelo de tierra, de la cocina de leña y de los animales que nos acompañaban, humildes como nosotros. A mis padres siempre los recuerdo viejos; aunque ahora, que no los tengo, no me puedo imaginar que entonces me viera así, como me veo ahora, sin ellos. Puesto que ya no soy un hombre joven me puedo permitir el impudor de manifestar ciertas verdades, que tan difícilmente se acomodan en mi cabeza, y tan reacias se muestran a salir. Así que no tengo por qué sentir miedo de confesar que algunas veces escondo las lágrimas con mi seriedad, aunque desearía, realmente, las lágrimas y la presencia, los cuerpos viejos y míos.

27 de noviembre de 2006

Nostalgia

Anhelando la firma, un crédito, la cara, la presencia... ¿qué estamos deseando? Una patria, algo propio, otro hogar.

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Disueltos en lo que decimos, nuestras palabras tienen que estar muertas: si ya hemos dejado de ser, de ser un yo, entonces es que callamos. Lo escrito habla desde el lugar de un desaparecido (los epitafios de Paul de Man). Ese tipo de palabras no deberíamos tomarlas demasiado en serio.

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Lo difícil es comprender la buena nueva que traen los acontecimientos: observar, tensar las palabras a continuación -sin respetarles su secreto-, y expresar inmediatamente después lo que queremos.

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Dicho de otra forma: los ángeles, por inaprehensibles, se desentienden de nuestra atención y de nuestra lógica; ningún espíritu -vida- guía un mensaje muerto, abortado; y las intenciones quedan olvidadas.

Neil Postman

Lo público como standard de calidad de lo publicado; lo publicado como regla de control de lo público: los conocimientos han debido vivir siempre inseguros, casi tanto como las personas; objetivos, si acaso, cuanto más consciente se era de la fragilidad personal. Que una situación así, planteando una distancia tal entre el cuerpo y la letra, haya sido capaz de crear el prestigio del autor -el investigador, el letrado, el profesor, el escritor- tiene algo de milagro, y la escritura algo de manía o de magia. De hecho, el mismo espíritu religioso, incluso en un sentido fundamentalista, ha sido capaz de dar libertad e individualidad, obsesionado como estaba con la pureza de la interpretación. La vecindad de la razón y la locura también procede de ahí, de la astucia con que la interpretación del texto se convierte en la fe en el progreso, la duda acerca de la predestinación personal en certeza de crecimiento y en una nueva alegría que ya no necesita ni la fe.

26 de noviembre de 2006

Contrafácticos

Si la opinión pública fuera la opinión publicada; y si poseyeran la condición de la crítica: la distinción de la inteligencia; el logos que colecciona...

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Eduardo Hojman

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Por una parte, inseguridad y aislamiento; tolerancia y saber, por otra.

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El temor -incertidumbre en el conocimiento, agnosticismo práctico- se vincula al modo y posibilidades de la reproducción social; a la cara innovadora o conservadora de la educación: la distinción que define la inteligencia parece que consagra también la diversidad de los gustos, y los chicos que van a ir a la clase obrera. Yo no creo esto último, pero no es un argumento despreciable, dada la paradójica capacidad de la élite cultural para ponerlo en circulación: una ficción que circula constituye, de hecho, una verdad.

25 de noviembre de 2006

Tentaciones

La dispersión del saber, el ensayismo y la brillantez aparente, la constelación de ideas.

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La conciencia toma el color de los lugares donde vive, de sus viajes: es la matriz social de la experiencia, el retiro de Marx que transforma la sociología en antropología, la historia del presente en periodismo y rumor; la eternidad en actualidad.

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Nos fijamos en los puntos de vista, los deseamos: un oasis para que descanse nuestra ignorancia. Aunque sea un sentir prohibido, se tiene -frente a esa actitud- nostalgia de la mentalidad positivista con el lenguaje. En ella se destierran el deber, los valores, vivientes a partir de entonces en la manera de una emoción que colorea desde fuera el lenguaje.

La comunicación rinde en la distancia: la muerte de la razón a principios del siglo pasado pidió una depuración del lenguaje, literario, filosófico, científico; solicitó y le fue concedida la inversión de unos ropajes desgastados.

Como resultado, se podía hablar de otra forma o guardar silencio: los juicios de valor que Wittgenstein ama fatalmente se imponen sobre los hechos posibles y permitidos; los juicios de emoción de Russell sirven para acabar una guerra, o detener una dictadura totalitaria.

Seguro que no es así, que el viaje fracasó: pero la nostalgia se dirige hacia el Punto de vista que no lo es, que se atreve a un absoluto, percibiendo en la superficie los desplazamientos relativos, la complejidad. ¿Ese héroe ha muerto?

24 de noviembre de 2006

Saltos

Supongo que Castells, que recoge las nuevas posibilidades de creación y consumo individualizados de información y comunicación en general (se refiere por igual a música e imágenes, si no me falla la memoria), toma en consideración la cara y la cruz: emancipación de la autoritaria transmisión de información, sí; pero la verticalidad del saber garantizaba crédito, autoría y autoridad, legitimidad, etc. Pienso que la materia (quizás también la forma) del diálogo electrónico no puede vivir en el vacío. Esto es, si McLuhan sustituye sin transición a Gutenberg, las posibilidades de una nueva barbarie o una nueva selva aumentan.

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En cuanto a las posibilidades del relativismo, no sé cómo relacionar cantidad y calidad, no sé el alcance posible de la ilustración: por lo tanto, del acuerdo y de la misma ironía (si se quiere evitar el gregarismo, por una parte, y la crueldad por otra -¿no hay también una crueldad en Sócrates? ¿No era ese quizás el sentido de la argumentación hegeliana sobre la condena?: Lecciones sobre la filosofía de la historia universal).

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Observo una inclinación (?) en Castells: la suma o enciclopedia del tiempo presente (La era de la información) tiende a olvidar la presencia de los individuos, falta el sujeto histórico, la vanguardia del proletariado, por lo menos (dice la ironía; pero es cierto que se respira un aire que recuerda la mano oculta, la astuta razón, etc.). Seguramente esta apreciación es incorrecta, pues la suma es, en efecto, grandiosa (¿para bien?) y el tiempo de lectura escaso: sólo que puede que lo del autismo sea un desliz de sociólogo, acostumbrado a sobrevolar los acontecimientos para salvarlos. El anonimato inicial de la escritura electrónica parece darle la razón (en la forma de la exposición, en el anonimato de las tendencias: no se ven hombres, sino geografía(s) cambiantes).

23 de noviembre de 2006

Adivinaciones de un sabio

Texto:

"Autocomunicación de masas " de MANUEL CASTELLS
LA VANGUARDIA. 14/05/2005

Yo disfruto de un extraordinario privilegio. Tengo la posibilidad de dirigirme a usted desde un diario de prestigio. Pienso, luego publico. Mientras que a usted sólo le queda el recurso de pasar la página para no soportar mis monsergas. La comunicación de masas, la que llega al conjunto de la sociedad, se caracteriza por ser un flujo unidireccional (...) La comunicación de masas es el espacio en donde se difunden los valores y creencias a partir de los cuales vivimos. Esa comunicación está reservada a los profesionales de la comunicación y a los diversos emisores de información y de opinión a quienes se concede acceso.
(...) Ese mundo unidireccional de comunicación de masas está siendo puesto en cuestión por el desarrollo simultáneo de una cultura de la libertad individual y de las tecnologías de comunicación digital (...) La gente se está montando sus propios sistemas de información y de comunicación y en ese proceso se van generando nuevas formas de relación mediática y nuevas oportunidades empresariales. Veamos cómo. Empecemos por los blogs. Como es sabido, son publicaciones personales que cada uno puede hacer en internet, instalando el weblog en menos de media hora, mediante un sencillo sistema proporcionado gratis o a muy bajo costo por alguno de los servicios que existen en la red (Blogger, por ejemplo). No hay control de contenidos, naturalmente, aparte de los límites legales a la libertad de expresión (...) Los blogs nacen y mueren a gran velocidad. Hay de todo tipo. La mayoría, expresiones personales de vivencia cotidiana. Pero también los hay informativos, políticos, ideológicos, sexuales, profesionales, domésticos, perversos, literarios, religiosos y, cada vez más, comerciales, puesto que las empresas de publicidad se han dado cuenta del potencial comunicativo de personalización contenido en los blogs. Los blogs, además, se vinculan entre ellos o con sitios de internet que les parecen interesantes a sus autores. Cada blog es una entrada al universo de la red a partir de la experiencia de quién lo publica.
(...) Al tiempo que se autonomiza la producción mediática, se individualiza el consumo de los medios de comunicación (...) La individualización del consumo de comunicación también se expresa en la competencia creciente de internet tanto a la prensa como a la televisión (...) /Los jóvenes/ Utilizan internet, entre otras cosas, para informarse y para difundir la información que les interesa entre sus redes afines. Lo cual no implica el fin de los periódicos, porque lo esencial en un universo infinito de información es la credibilidad de la fuente. Pero la lectura de periódicos se hace cada vez más por internet.
(...) Éste es el mundo de comunicación en el que estamos entrando de la mano de los jóvenes que prefiguran el futuro en su práctica. Para bien o para mal, según quién opine. Un mundo en que igual le tendré que leer yo a usted que usted a mí. A menos que nos leamos sólo a nosotros mismos, en una especie de autismo digital generalizado.

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Comment:
Pienso, luego publico: Pero esto no es una intuición cartesiana, al modo de una gracia inmediata caída del cielo. Porque la única prueba del pensamiento es que se es publicado. Luego, se concede que existe un pensamiento, detrás, siempre detrás. Puesto que el acceso a la publicación está restringido de muchas maneras, no será impertinente para una descripción del funcionamiento real del poder la idea de que éste último es un generador de suposiciones positivas (legitimidades, ideologías, autor-idad).

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Está por ver la compatibilidad de la tecnología digital con la realización personal de la libertad, ese feliz maridaje de las dos culturas. Los blogs no muestran esa posibilidad, encerrados en los límites de la experiencia privada. Demasiado sabor particular para producir un saber! Conocida la eficacia ideológica de la tecnociencia y el recorrido consumista de la producción/uso de tecnología, no es impensable una pérdida real de libertad. El que los diagnósticos anteriores acerca de esta situación no se hayan resuelto en política positiva no dice que los médicos hayan estado equivocados, sino que apunta a la falta de salidas. Y no se observa un exceso de imaginación: si el lenguaje verdaderamente se está empobreciendo.

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No existe ninguna razón para fijar el punto de autoridad en la credibilidad del periódico escrito, ni real ni trascendentalmente. No puede ser que el potencial infinito de información se determine en los periódicos existentes, que éstos sean Dios. Castells no puede creer realmente eso. Aunque la responsabilidad por la creencia, la autoridad y la autoría, son aspectos básicos de la cuestión del sentido del cambio en las formas de emisión y consumo de información.

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De ahí el peligro último: "una especie de autismo digital generalizado".

Bloguería

La unión ¿feliz? de un cerebro y un teléfono.

Autocomprensión

Las metáforas resultan fáciles, inexactas: en sí verdaderas, y más tarde, para el círculo del saber, de la conciencia.

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¿Márgenes? Todo lo es, pues falta concentración para seguir una obra, o crear otra destruyéndola.

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De esa manera, teniendo yo, por desconocimiento personal, el proyecto de una conceptografía como si fuera el equivalente filosófico de una intención política declaradamente reaccionaria (un puro esnobismo). Salvaría -el mapa de las ideas-, en la mente y para ella nada más, el cielo puro platónico, mal traído a la tierra, remedio de última hora de la enfermedad histórica; también el mal en su primera fase, vid. Heidegger. Asimismo, supondría un primer momento de un recorrido que recupera estadios anteriores: Wittgenstein-Kant, Husserl-Descartes, Heidegger-Aristóteles. Vuelta la voluntad hacia el lenguaje, desea por encima de todo la transparencia, la estructura; por exceso de conciencia, se ahoga en la misma materia que (le) habla.

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Roland Barthes por Roland Barthes contiene un hermoso inventario de las dificultades, personales seguramente muchas de ellas: subescribiendo el texto de moda está la voluntad libre nietzscheana -como en Frankfurt, en la Selva Negra, en París. Las fotografías que acompañan el texto no son el lujo (como pretende Barthes), sino su paño de lágrimas: pues vive y muere con su cuerpo igual que le ha tocado pelear con la lengua (o la ideología, o la burguesía).

11 de junio de 2006

(Cabo de Gata, camping, restaurante)

En torno a la inteligencia de la ciudad, como su emanación, atmósfera; o el principio que la anima: cualquier ocurrencia -la fuerza de la subjetividad urbana- se dispone en las calles, avenidas y plazas de la ciudad, explicándola o "intendiendo" a la interpretación plural. Así, mi ciudad, que propone para su nueva avenida dos obeliscos enfrentados, hendidos simétricamente.

22 de noviembre de 2006

Desilusión

...la definición que da Avicena, no del alma, sino de la individualidad humana. Aunque podría ser válido mi error, puesto que se trata de una individualidad enajenada, falta de fe (la inteligencia no le pertenece). Y si pudiera pensar más largamente sobre esto no dejaría de admirarme la bondad de una síntesis de razón y fe que soslaya ese peligro (Tomás de Aquino), dejándolo para ser resuelto después .

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Observación trivial del presente: los coches lujosos que me siguen no dejan de ser un signo de status. Ignorándolos yo, puedo pensar que el otro/la otra no se aperciben. En realidad, no es tan sencillo darse cuenta de estas cosas: la tentación de querer lo que es común querer está ahí fuera demasiado presente, como un Mercedes rojo. Cualquier palabra y explicación entre él/ella y yo sobraría, porque nos desconoceríamos, en el mejor de los casos respetuosamente. Quedaría mi desprecio del lujo como mi único lujo, sin mermar mi felicidad puesto que puedo desprenderme de lo innecesario.

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El dolor vendrá si aplico un mandato así en general, extendiéndolo de las cosas a las personas: sólo te fijarías en mí cuando yo te despreciara; en caso contrario no haría más que perder el tiempo. Es la regla de Cesare Pavese. No requiere el odio, sino una virtud cuyo nombre no conozco, y que correspondería positivamente al vicio de la suficiencia. No es amor propio, porque se seguiría manteniendo la humildad.

21 de noviembre de 2006

Viento, noviembre

Querido F. P.

Los oficinistas que esta tarde se afanan tras los cristales, las mujeres que aguardan dentro de los automóviles, apartando la mirada, me recuerdan los momentos en que supe de tu ciudad y su vida. Hallé entonces una felicidad tan frágil como lo que contabas: porque ello no era feliz mi alegría no podía durar. Todo eso te agradezco, y saber que las calles duran, olvidando a los que pasean por ellas, que son nada más que espejos de historias mínimas, una inteligencia que es un mundo que no se ha llegado a formar (según la hermosa definición que da Avicena del alma humana).

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¿Teléfono rojo...?
Era fácil dejar la decisión de todo o nada a la discreción, a la voluntad individual o su capricho. No sé cómo decirlo, ni cómo saberlo: me parece que la comunicación está a punto de fallar, siempre, con algún movimiento impredecible, si la comunicación sucede entre seres humanos. Evitar esa complejidad fatal, la posibilidad del error y del desastre, requiere quitarnos de encima la responsabilidad: los ingenieros la distribuyen electrónicamente, la hacen nada. Quizás así evitan el desastre para todos, y también puede que hagan absurda la idea de una libertad personal, dignos herederos ellos de los positivistas lógicos.

20 de noviembre de 2006

Discurso, recursos, discurrir

Durante bastante tiempo tuve la ilusión de entender cómo funcionaba la razón en cierto tipo de enunciados; algo que supone concebir los enunciados como una clase de herramientas, que además son capaces de trabarse en un sistema, a la manera de una unidad de enunciación bien visible y legítima, como sus productos. Por distintas razones, ese proyecto, como otros de carácter más personal, no he sido capaz de llevarlo a cabo: falta de tiempo, de oportunidades, incapacidad... Veía, sí, y sigo viéndolo, la deficiencia de algunos intentos, obsesionados -a mi entender- con explicar las realidades pertinentes relacionándolas con la conducta sectaria, totalitaria (orwelliana), o con una voluntad positiva de destrucción que a mí me parece que es dar por sabido y explicado -dándole un rostro tremendista- lo que se tiene que explicar. Soy aficionado a leer y creo que he ido sacando pistas de unos u otros textos, y que alguna capacidad crítica tengo para ir separando el grano de la paja en los diferentes ensayos descriptivos o interpretativos acerca del asunto que me interesa (el funcionamiento de los discursos). En algún caso, la ambición del escritor se aproximaba en parte a lo que yo pretendía, aunque terminaba por verle las costuras (pues se trataba de un texto, de un tejido) y no entender del todo a dónde se quería ir con lo dicho. Descreo, definitivamente, de la voluntad de tener razón, de torcer políticamente las verdades (haciendo de la parte, el partido, el sistema entero de la realidad). En eso pienso que he ido encontrando mi pequeña parte de inteligencia, en la manera de una visión que no cerca al enemigo dialéctico. Me gusta, sí, la complejidad de la situación: en la misma descripción de la estructura intrincada del problema, en las facetas consiguientes de cualquier intento de aproximación, siempre abiertas, falibles o fallidas. Ni tan siquiera tengo por seguro que este modelo humilde de crítica y contrastación deba gozar de más crédito que otros, y sólo le concedo la prenda de no buscar la solución inmediata y simplificada. Ésta, lo veo muchas veces, consiste en la atribución de responsabilidad, o en su misma difusión, que dota presuntamente a la voluntad humana de una capacidad de disponer los hechos del mundo, igual que si le cupiera una efectiva libertad legisladora (el correlato ético-práctico de una intuición intelectual arquetípica). Esta voluntad está así como el Señor delante de sus obras, Hacedora definitiva y culpable de una creación, que no quiere para sus criaturas el pecado, que se lo reserva sólo para sí.

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La moraleja: Lysenko no podía mostrar la validez de sus teorías, pero socialmente sí se podía imponer la validez de Lysenko.

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El sentido: no quiero, para no ser pesado, adjetivar educativamente lo que he pretendido decir. Nunca he llevado el proyecto a cabo. Todo lo más han sido unos intentos espontáneos y fragmentarios, demasiado emotivos para convencerme a mí mismo. Incluso, es verdad, la validez científica viene como resultado de un posible consenso. Ni eso deseo para mí, sólo la destrucción del edificio de la falsedad: aquél que construye la retórica atea con los restos de la fe (falta y expiación).

19 de noviembre de 2006

Electrónica

"Silencio

Hablar para mí, para nadie: dejando en blanco las palabras para que se escuchen mejor
-extraña forma de escribir: estar solo para el mundo. "

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Porque se observa un crecimiento millonario de la escritura, un incremento fabuloso de la cantidad acompañado de una disminución en el sentido de la identidad creativa, de la potencia de la autoría.

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En la pantalla, en efecto, no se habla. No se puede pronunciar yo ni dirigirse a un auditorio, algún nosotros concreto que escuche o que lea.

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La palabra en blanco está en la página o en el silencio momentáneo del que habla. En los dos casos se muestra como una ausencia socializada o acompañada.

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Una identidad de escritura al mínimo, una autoría que no lo es vs. la virtualidad de la audiencia, su potencia extensiva: nada en medio, sino la flexibilidad de las redes de comunicación.

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¿Dónde está la rigidez, el soporte, la autoridad?

18 de noviembre de 2006

Silencio

Hablar para mí, para nadie: dejando en blanco las palabras para que se escuchen mejor
-extraña forma de escribir: estar solo para el mundo.

Noviembre, puentes

Un sol renovador guía los pasos de los transeúntes.

Lo que así se abre delante de la mirada es lo nuevo y lo de siempre: el ver posee una forma fija, que traicionará lo nuevo (si tiene acceso a él), y sabrá considerar nuevas perspectivas en lo ya visto.

Lo más llamativo son las construcciones, con independencia del estado en el que se mantienen, si son nuevas o viejas...

La identidad humana se conforma sobre el terreno, geográficamente: aunque se conoce una sola verdad.

17 de noviembre de 2006

Vacío

Un lector no sabe muy bien qué debe hacer ahora. No liga su vida a una profesión, ni al tiempo de ocio que le deja la profesión. La obra no sucede ya para un auditorio que la aclama o la desprecia, sino a través de un medio frío, universalizado, que no le lleva a él -sí, el autor- ni a lo que dice a establecer contacto.
Puede dejar pasar las horas escribiendo con los ojos, leyendo con las manos, sin más huella que lo que va sintiendo por dentro, palabras que llaman a palabras y que siembran dudas: confunde lo que lee y lo que escribe en una identidad que no es de carne sino de signos que le enredan, mucho más allá de él, conociendo nada más que la alegría de la materia ajena que no tiene de qué preocuparse y deambula por las calles de las ciudades exhibiendo su inocencia y su inteligencia.

16 de noviembre de 2006

Residencias

A M. Leiris, incidentalmente.

Concedemos nuestra intimidad -convivimos- a espacios cúbicos blancos, puros, geométricamente desolados. La luz de lámparas eléctricas vela nuestras noches. En éstas aprendemos, luego somos un poco más sabios y viejos de día: sin gracia, porque estamos cansados de la vida que hemos llevado en las horas anteriores, faltando al sueño. Realmente, pagamos un precio muy alto por esas habitaciones: contando la vida, no sabemos si reír o llorar, dudando entre el blanco y negro y el color.

Precisemos

Existen oportunidades desgraciadas, sucesos que desmienten (y contradicen) el significado de la oportunidad: el alma romántica e iletrada del joven Pavese convoca la desgracia y la infelicidad como finalidades de su vida; la escritura adulta, la literatura triunfante, solicitan la misma finalidad, y a ella se entregan.
El invento egipcio, la escritura, degrada el alma y condena el cuerpo: no concibo la autodestrucción de Pavese si no es causa de la tristeza, el cuerpo identificado con la enfermedad, y esa identificación como cifra entera de la autobiografía y de las palabras dichas/escritas.
Por eso, no sabría decir ahora si es posible conocer una escritura sin pretensiones literarias, blanca, pura.

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Los objetos están ahí, totalmente ajenos, dejando su uso a otros: los automóviles, los vestidos, las calles. Ellos invaden el espacio, tú quieres levantarte del tiempo.

Ensoñaciones nuevas

I. Decir, escribir, pensar: tenía que distinguir el contenido de la forma, aclarar su significado, y por eso tuve que hablar -qué poco sé- del funcionamiento de los signos y cómo se emplean socialmente, repetir una vez más que la lengua constituye un sistema social de signos... sociales, convenidos.
II. Es decir: existe algo, es algo, y cuando lo advertimos queremos darle un nombre, parece conveniente fijarlo, señal(iz)arlo y dejarlo (ahí) dispuesto para nuevos usos (abstractos).
III. Toda esa situación posee, a su vez, un nombre, el de significado. ¿Cómo distinguir lo que es significado? Los niños pequeños saben hacerlo indicando con su dedo el objeto; también lo hacen los diccionarios, a través de las definiciones, o nuestro saber propio y personalizado, que contiene sus propias definiciones (la filosofía como un diccionario, ¿enciclopedia?).
IV. El significado se duplica: sentido-intensión, referencia-extensión. Las libertades adultas con el lenguaje no conceden a éste un privilegio especial: pues somos capaces de definir o envolver términos que no muestran nada, o que no se muestran.
V. La metáfora misma, que crea belleza (la inteligencia oculta de/en las relaciones de las cosas) quiebra la referencia: ni los poemas ni los mitos hallan su lugar en un mundo de objetos, si éstos se determinan mediante algún procedimiento público.
VI. Las reglas para el empleo del lenguaje deben, igualmente, poseer un alcance público: de ahí la prohibición filosófica de la metafísica, la cura de humildad que aparta a un lado a la filosofía misma. Las reglas públicas que gobiernan el lenguaje no se cierran sobre sí mismas, holísticamente: apuntan, finalmente, a algo que todos pueden ver. Hasta las metáforas son objeto de un saber, la metaforología.

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"Me limito a pedir un lugar donde dé la vuelta el aire, porque la hiperconsciencia del texto -en él y acerca de él-, del escrito, de la cultura, apunta a una eficacia omnisciente del investigador, a una plenitud de transparencia, no por llevada al infinito de la reflexión menos real. ¿Acaso no se la habíamos negado al narrador? Nos podemos preguntar si no es capaz éste, después de tantas dudas, de reflexionar en el interior de la ficción y generar así realismo textual, o esa situación que localiza la «cueva de Montesinos» cervantina como espacio de realización satisfactoria de la caverna platónica. "

13 de noviembre de 2006

Ensoñación

" ...la concreción literaria de unos hechos objetivos, su plasmación lingüística como hechos externos, puede, en los mismos pliegues y repliegues de la historia ficcionada -más allá de la superficie del texto, sin que sea pensable un fondo último para la interpretación correcta-, en las distorsiones con que son figurados en una conciencia que se hace discurso, en los silencios tanto como en lo declarado, hacernos ver lo que hacemos u omitimos cuando relatamos nuestras vidas, sin ninguna pretensión de futuro éxito literario."

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¿Qué se quiere decir?

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"En última instancia (last, but not least), la plasmación enteramente -casi- ficticia de ciertos problemas personales y con repercusión social, que se pueden ver sólo estadísticamente, como el alcohol, la soledad y la depresión, la vejez, la muerte de los familiares, amigos o de la pareja, la enfermedad y su tratamiento en los hospitales, puede ser útil para la explicación y la comprensión de nuestras propias vidas, si es cierto que la vida social objetiva, ritualizada e institucionalizada, no es ajena a la percepción que de esa misma vida social tienen las personas, sino que hay situaciones de libertad, de elección y apertura, en la construcción del entramado social, por parte de los individuos o actores sociales."

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¿Para qué escribimos? ¿Por qué nos interesa lo que se escribe? ¿O lo que no escribimos?

12 de noviembre de 2006

Libertad

La escritura espontánea reproduce el contenido vivido: da lugar a una copia informe e inútil, de la cual se anota su semejanza, indescifrable y sin sentido.
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La imposición de un orden artificial a la experiencia nos proporciona la única verdad posible: ésta reside, antes que nada, en la forma (si es que la biología recupera lo trascendental). Nos comprendemos mediante símbolos: convenimos en ellos, tenemos la capacidad de interpretarlos, y tenemos interés en comunicarnos.
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"La denuncia crítica de que la metaficción supone un rechazo de la experiencia implica una confusión entre ficción y realidad." No lo entiendo. ¿Esto es así? ¿No supone su neta distinción, si bien inarticulada?
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Jordi Llovet, metaficción:

No. 1º. Nihil novum, ni metafictiva ni autofictivamente: la subjetividad se vuelve intransitiva cuando se harta de viajar a través de los objetos, incluso antes. 2º. Imposible una literatura ingenua, no intertextual: habría que suponer que los escritores son los narradores, la tradición oral, la tribu.

(Pero toda antropología es ya sociología; la etnología deja paso a la historia. ¿A la infelicidad?)

Dicta, 5 de junio de 2006

Sustituciones. Todo vale.
Barrio de San Antonio
El sonido entero del agua
/de la fuente/
El canto
tardío
/de los pájaros/

(/Por la calleja estrecha/ /me/ llega la voz aflamencada de la gitanilla)

***

Mardi gras, New Orleans:
Nos deshacemos de las máscaras:
de voces, trinos, humedales.

El silencio en plenitud /es/ la red parada de los signos /palabras, piedras, electrones/: estaciones, muerte, verdad.

¿Cómo tengo que aceptar que, al querer conocerme, echo las cartas? Su orden o su falta de orden: las /mis/ caras; la sinceridad: el /des/enmascaramiento.

Vida e historia, descripción inteligible

(A propósito de Richard Sennett y Cesare Pavese, lecturas)

...los argumentos son para defenderlos o desarrollarlos delante de otras personas que sostienen ideas diferentes. No se trata de vencer por la fuerza, sino con la fuerza de la razón, del convencimiento o la persuasión crítica. Así es como entendía Sócrates la filosofía: un diálogo público, en la plaza (ágora). Cuando la filosofía se hace escritura -y se lee- en Platón, la discusión sigue existiendo: lo que ocurre es que los argumentos que uno opone debe escribirlos a su vez y traspasarlos a la posteridad. También aquí existe una tradición, pero no una tradición autoritaria, sino una tradición crítica y continuada, mantenida (la historia de la filosofía).

11 de noviembre de 2006

Paisaje

Está ahí preparado, igual que la primera mañana del fuego, de la escritura y de la inteligencia, hecho para las pautas de un lirismo de lengua clara. El alma que contendiera con esa visión forzosamente debería volverse un poco triste, limitada a hablar.
***
Me muevo en el tiempo, la memoria va a lo pasado o a su sueño; sin presente porque me muevo, sin futuro porque escribo. No debe extrañar que me fije en este punto -pues yo no viajo- y perciba los matices del paisaje. Éste no es otra cosa que el tiempo de las personas que lo habitan, aunque contenido -el tiempo- en sus ciclos.

10 de noviembre de 2006

Nightmares

LA EUTANASIA DOCENTE, DULCES SUEÑOS
Pero ¿qué clase de frivolidad es ésta? ¿Por qué esta falta de aprecio por el hecho, por la verdad: que está en el dato, no en la ocurrencia onanista? Con un encabezado serio, "La convivencia en las aulas", el lector se tropieza con una primera irresponsabilidad: El desdén entre profesores y alumnos. Ah! La guerra de clases, no; la lucha de sexos, no; la miserable preposición "entre" da la clave: no existe la convivencia porque se trata de un conflicto, y el conflicto contradice la convivencia como el agua al aceite, y las noches a los días. Pobre de mí, que entendía que el problema residía en la violencia, conditio sine qua non de la no convivencia. Pero sabemos, porque se nos ha enseñado (algunos no lo olvidan) que el conflicto es partero de la historia: Dios salve al conflicto y olvide a las víctimas... del conflicto, porque el sistema debe triunfar, el Sistema, Dios hecho carne de burocracia y despacho.
Luego, la firma, porque Vicente Verdú garantiza caché, significa saber porque se muestra: luego el pescado está podrido, pero como ya se pagó por él... Don Vicente, qué sabio!, qué polémico! ¿Las cosas serán así?, se pregunta el lector independiente. Pero lo primero que no falte: el neoclasicismo del título, "el desdén entre", al desdén con el desdén, donde las dan las toman, ¿de qué te quejas, pardillo? ¿Aún no conoces la Gramática parda, la Verdad del Sistema, Dios que se ha hecho Internet, carne de fibra óptica? Misérrimo de ti, ignorante, educador, que no sabes, necio, ne-sciens. Te mereces la muerte, si te llega... ¿Exagero? Pero yo no exagero: modesto lector de historia, estas cosas se han hecho: las gafas que no son de La Sorbona, sino de Camboya, eran potencia (la posibilidad terrible del maestro/profesor, el incendio de lo consabido) de maestro, luego exterminable la persona que las portaba... Si esto suena, es que no exagero. Si no...
Empecemos, sigamos: no terminemos, nunca.
***

La convivencia en las aulas

El desdén entre profesores y alumnos
VICENTE VERDÚ
EL PAÍS - Sociedad - 09-11-2006


Reducido el sensacionalismo de la violencia de género, los medios de comunicación hallan ahora sustituto en la violencia escolar. Varias emisoras de radio (RNE y la SER, entre ellas) ofrecieron ayer, casi simultáneamente, un programa sobre las sevicias que sufren los profesores dentro y fuera de las aulas, sea a manos de sus alumnos o a cargo suplementario del padre, la madre u otro familiar.

1. Se necesita hablar de "sensacionalismo de la violencia de género": desactivando lo que resulta y es percibido como un gran mal en y por la sociedad española resultará mucho más fácil despreciar lo que parece un hecho de importancia menor, comparativamente. Pero es que no tiene por qué hacerse la comparación: a no ser que lo que se quiera sea desactivar el asunto, la violencia en la escuela.
1.1. Así, Verdú demuestra su valor: se atreve contra la violencia escolar, porque se permite cuestionar un hecho de relevancia social mucho más marcado.
1.2. ¿Por qué "sevicias"? Proponiendo una palabra culta damos una impresión barroquizada de una serie de situaciones de hecho, concretas, actuales, no barrocas.

En los programas se entrevistaba a las víctimas, profesoras o profesores que, con décadas de ejercicio, nunca habían conocido una cosa igual, maestros consagrados que ahora anhelan la jubilación en vista del injusto pago que reciben y debido a la dolorosa impotencia que les termina sumiendo en la mayor depresión.

2. "Nunca habían conocido una cosa igual". Es decir, ¿ya es hora de que lo conozcan? Que también adquieran esa experiencia al final de su vida... docente. Parece extraño que "décadas de ejercicio" se coronen con el deseo del pre-jubilata. Pero este no quiere la felicidad (el significado del jubileo), sino salir corriendo del castigo.

En ninguno de estos y otros espacios -radiofónicos, televisivos o impresos- todos muy sensibles, se ha ofrecido, sin embargo, la voz a los alumnos. A los terroristas se les permite manifestar reiteradamente sus vindicaciones o puntos de vista pero en la violencia familiar y doméstica, se ha zanjado el asunto con una condena exprés. De un lado aparecen las pobres víctimas, blandas y parlanchinas, y, de otra, los verdugos duros, y mudos. De este modo, ciertamente, el problema se hace muy difícil de roer.

3. La misma retórica, el mismo valor de Verdú: ahora no se trata de "violencia de género", de su espectacularidad percibida, aunque falsa, que afecta a todo lo que se vaya a comparar con ella, despreciándolo a su vez (la violencia en la escuela): no se da la "voz a los alumnos", aunque los terroristas sí pueden manifestar lo que deseen . ¿Qué es entonces, la pequeña queja, enfrentada con el mal, el dolor insensato que sufre la mujer maltratada o la víctima del terrorista. Nada, ni sus quejas de particular trasnochado, incapaz de comprender el "proceso", todos los procesos, pues de éstos viene la paz (la ortodoxia, el sistema).
3.1. En un juicio se escucha a las partes, si no "el problema se hace muy difícil de roer": si judicializamos el problema, si lo extendemos horizontalmente, alumno vs. profesor, profesor vs. alumno, se justifica la preposición entre del "título" que pone Verdú a su argumentación.
3.2. Las preposiciones no son inocentes: las gobierna la intención general del discurso.
3.3. La sintaxis no es inocente, ni los lapsus.

¿Por qué un número creciente de alumnos maltrata a sus profesores y a sus compañeros, a los bedeles y a los mendigos? La respuesta común lleva a admitir la existencia de una violencia omnímoda que flota hoy, fatalmente, sobre la sociedad. Nuestra época es mala y peor que la etapa anterior. Quien afirme otra cosa se arriesga a ser mal entendido. Lo políticamente correcto no es hablar de una generación nueva sino de la degeneración.

4. "¿Por qué?".
4.1. La pregunta es el inicio de la razón, de la filosofía.
4.2. La pregunta afecta a la misma filosofía: ¿por qué filosofía?, ¿para qué filósofos?
4.3. La pregunta es admitida por todas las ortodoxias, por todas las fes: pues no les cuesta trabajo encontrar un quién, un culpable, y se produce la maravilla: la víctima igualada con el verdugo, más culpable que el verdugo, pues indujo todos los hechos y merece su castigo.
4.4. Hay una "respuesta común", que flota, que corresponde a lo "políticamente correcto": la "violencia omnímoda": alejado Dios, todo está permitido, y eso es la violencia, tan cercana y vecina de lo sagrado (el sacrificio). Una violencia ni providente ni cuidadosa, como no lo es un dios, un espíritu benefactor, sino un espíritu malvado y difuso, inaprensible, incomprendido.
4.5. Se necesita caracterizar y nombrar a este espíritu vago para denunciar la falsedad de los alarmistas: negando la "violencia omnímoda", podemos concluir que la violencia no existe.
4.6. La negación de la violencia en la sociedad, en al escuela, corresponde a la negación de las noticias que la difunden. Los media, por lo tanto, difunden falsedades.
4.7. La comunicación, bien entendida, consiste en un rumor: de lo que nos sacan los informados.
4.8. Verdú no es un valiente: él escribe desde la ortodoxia, pues ésta puede consistir sin problemas en la negación del sentido común y en el alcance de éste para configurar la opinión pública. Verdú es lo más políticamente correcto de lo políticamente correcto: observa la realidad con las gafas de su sistema.
4.9. Verdú no se arriesga a ser mal entendido: ese error no le cabe, pues lo trivial transparece, y no hay ningún fondo añadido.
4.10. Lo que manifiesta es lo que es.

Del mismo modo, lo correcto no será referirse a la situación cultural presente como distinta sino sólo como inculta. Una prueba aplastante es que no se lee. Los niños son ignorantes, bárbaros, violentos y no leen; son incapaces de entender el valor del libro y del esfuerzo. ¿Solución? Campañas para inculcar la afición a leer o incluso horas lectivas para que se esfuercen en leer. Una cosa se confunde con la otra. Los niños no leen porque es más cómodo ver y oír de manera que la actual cultura, eminentemente audiovisual, es cultura de la molicie. En suma, con opinión tan negativa del presente ¿quién puede en verdad tratar de entenderlo o interesarse a fondo por él?

5. Confieso que he llegado a no entender.
5.1. Cultura significa antropológicamente algo que no sé si deberíamos/ desearíamos recuperar.
5.2. Para algunos cultura equivale a escritura, y esta a la posibilidad de la transmisión histórica.
5.3. La lectura y la escritura, la alfabetización generalizada a la que aspiran las sociedades modernas y occidentalizadas, es el medio básico de reproducción social.
5.4. Existe una capacidad crítica en la lectura y en la escritura: la recopilación de los saberes está ahí, abierta a la posibilidad del cerebro ocasionalmente inventivo.
5.5. Existe la posibilidad, cierta, de un uso coercitivo del libro.
5.6. La negación de la cultura del libro se puede plantear no como la emergencia del otro de esta cultura, sino como el otro de toda cultura, la barbarie.
5.7. La edad media constituye una posibilidad sabida y real de imperio de la ignorancia.
5.8. El presente se entiende o no se entiende con independencia de los valores o los prejuicios que se tengan acerca de él.
5.9. Los valores no tiñen los hechos, que son lo que son.

Efectivamente, los escolares son más violentos que antes pero la escuela de antes no fue precisamente un mundo de paz porque si no pegaban unos pegaban los otros. Naturalmente, emerge el asunto de la autoridad y ahora no se respeta la autoridad del maestro pero tampoco la de los padres, los jueces, la Iglesia, los médicos o la publicidad. El descrédito de las jerarquías se corresponde con el auge de la interacción, la horizontalidad cognitiva dentro y fuera de la red.

6. De nuevo la retórica, la comparación y la desvalorización. Los alumnos "son más violentos que antes". El humilde hecho se ha abierto camino, aunque se para inmediatamente: antes la violencia era al contrario; por lo tanto la de ahora queda justificada. Quien sabe lo que fue puede poner un gesto de boca torcida ante quien denuncia los males del presente.
6.1. Los hechos son lo presente. Los recuerdos, subjetivos, y no tienen tiempo.
6.2. Hechos y recuerdos constituyen dos órdenes de realidad incomparables.
6.3. "Autoridad" no es igual a "jerarquías"; el quebrantamiento de la primera no equivale al descrédito de las segundas.
6.3. Reservamos el nombre de autoridad a los agentes e instituciones que aseguran la reproducción social, a través de la enseñanza de reglas de actuación: padres, maestros, jueces, iglesias, médicos, publicidad (sic). A través, en resumen, de los procesos de socialización que aseguran la educación .
6.4. La reproducción social no es duplicación social, como tampoco el libro sirve para estancar el conocimiento.
6.4.1, Las instituciones educativas no reproducen en un sentido conservador las estratificaciones sociales existentes: ésa no es su función.
6.4.1.1 Lo anterior es falso en general; en el caso de España, un puro sinsentido: si conocemos los procesos de movilidad social, de modernización, el paso del campo a la ciudad...
6.5. Ningún descrédito de la autoridad garantiza ningún tipo de interacción ni "horizontalidad cognitiva dentro y fuera de la red".
6.5.1. La anulación de una jerarquía es fácilmente sustituida por otra jerarquía.
6.5.1.1. El objetor escolar es el cliente perfecto.
6.5.2. El aprendizaje de las reglas, lejos de ser conservador, avala la posibilidad de la crítica, hasta de las mismas reglas.
6.5.3. El aprendizaje de las reglas transcurre (debe) en un entorno humano de respeto y diálogo, no de sumisión, no de jerarquía.
6.5.4. Existe la posibilidad de nombrar la utopía aquí y ahora. La correspondencia de la complejidad hipertecnológica, Silicon Valley, con el funcionamiento social real. Esto es falso.
6.5.4.1. Parafraseando a Kant, vivimos en época de globalización, no en una época globalizada.

Los jóvenes y tanto más cuanto más crecen en un mundo de juegos interactivos, sensaciones cambiantes e informaciones efímeras, obtienen los conocimientos sin orden ni reflexión sino llaneando, clickeando, viajando, videando. Representan día a día a una nueva criatura que se aleja antropológicamente del maestro aunque se agrupen en la misma habitación. La mayoría no son agresivos, pero la generalidad carece de todo interés por la asignatura. O bien, de la misma manera que el veterano maestro considera extraños a sus alumnos recientes, los alumnos ven un zombi en su educador. Casi todo lo que más les importa a ellos le importa un comino al maestro, y al revés. Uno y otro sienten su desdén y su incomunicación rotunda. Pero ¿cómo educar sin comunicación? O también, ¿cómo comunicar desdeñando?

7. Un conocimiento sin orden y reflexión es impensable: se obtiene, todo lo más, la materia informe de un pensamiento.
7.1. Un conocimiento sin orden y reflexión es imposible: contiene un orden oculto.
7.1.1. Los intereses tienden a disimularse.
7.1.2. El conocimiento es gobernado por intereses: en la teoría y en la práctica.
7.2. El pensamiento de que la movilidad de los ojos y las manos, el tiempo invertido delante de una pantalla, avala un orden otro del pensamiento es un pensamiento mágico.
7.2.1. Magia y mito necesitan de la razón crítica para no extender demasiado sus poderes.
7.2.2. La tecnología no propicia la aparición de la razón crítica: puede sustituir unas religiones por otras, o convivir con las antiguas.
7.3. "... una nueva criatura que se aleja antropológicamente del maestro". No se debe confundir la realidad con los sueños de la realidad. Ningún dato avala esta separación intraespecífica, y la diferencia entre las generaciones no llega a tanto.
7.3.1. "La generalidad carece de todo interés por la asignatura". Esto es un hecho posible: no un hecho probado. Por lo tanto se trata de una interpretación abusiva, apresurada. Corresponde a la apreciación anterior de una diferencia antropológica: el maestro es percibido como un zombi, como un muerto. ¿Es lo que se desea? ¿Es un precio social?

La violencia en las aulas se trufará de factores diversos pero uno es capital: esta escuela no interesa a los escolares. Aun sin agresiones fsicas, profesores y alumnos viven bajo una permanente tortura. La penitencia que proviene de hallarse obligatoriamente juntos y no participar en lo más primordial. Siendo lo primordial, de un lado, el modo escogido para hacer sabroso el saber y, de otro, el menú concreto del saber que pretende servirse.

8. "... esta escuela no interesa a los escolares", "... participar en lo más primordial". Esto es otra interpretación abusiva de los hechos, no validada por ningunos datos, contradictoria con otros disponibles. Una realidad irreconocible para los que participan en ella es por lo menos dudosa.

CODA.
Un artículo en un periódico no genera automáticamente ningún conocimiento. Se procede a un escamoteo sistemático del hecho, con la doble intención de rebajarlo de valor y acusar, en lo que tenga de innegable, a la víctima . Metodológicamente, se practica un abuso sistemático de la opinión de firma, de prestigio. Pero las ciencias sociales no se pueden permitir la faz severa de la ciencia dura, y promulgar leyes para lo que son tendencias complejas, deficientemente estudiadas, para las que se carece de la perspectiva del tiempo. No existe la historia del tiempo presente, que nos revela la verdad de lo que somos, ni existen esos extraños zombies que deben difundir y aplicar un saber, ignorando toda la realidad. Una máquina tal, ni ha existido ni existirá.

Inteligible

Aquí es el bosque el que impide conocer los árboles: la invención aparece como un asunto complejo -colectivo, cooperativo. ¿Cuál es el lugar de la individualidad? Después de todo, parece que el papel de los europeos es mágico (Berners-Lee) pero escaso: calidad sí, pero no cantidad; y de la cantidad, calidad.
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Diá-logos: Razón que fluye a través de; no mi razón (monó-logo) ni los monólogos que se responden (estímulo-respuesta); diálogo=razón ¿constituyente?

9 de noviembre de 2006

Lluvia en la cara

No quiero un espejo para mí, sólo una ventana para mirar a través de ella: ¿cómo decir que, aunque escriba Yo -con mayúscula-, iniciando siempre el discurso, mi vocación es disolverme en el objeto: S es P, S es sólo P.
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Escribes en ti el amor, los años no te libran; conociéndolo, tú: en el movimiento de las manos que guardan silencio; en la máscara, pues callas. Es así, o la preocupación, y yo no sé observar o no lo noto; Yo, testigo.
Pienso en eso cuando voy conduciendo, desinteresado de mí, atento al reflejo -lujoso- de las aguas caídas: yo siempre amé su frío, ahí afuera, como de cielo en el aceite.
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Yo, en mi habitación cerrada: miro -no sé por qué- la cómoda y pienso -sé- que estoy olvidando las voces que he conocido: y que me suenan un instante por dentro, antes de la fuga.
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Se contiene el dolor en las habitaciones, ajeno a las calles, al abrigo de la lluvia y de los ojos: el cese quiere discreción.
Mientras: canta la tuna, y también simulamos pensar.
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(¿Historia de Internet? El bosque no deja ver los árboles...)

7 de noviembre de 2006

Juegos

No hay diversión en el juego, sino una forma de comprensión distinta: desligada del cálculo, o saliéndose de él cuando los elementos que calculan/que son calculados resultan excesivos.
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Impropiamente, pensamos en una persona que juega al ajedrez contra una máquina: la persona no juega, porque la escena no pertenece al juego, por asimétrica. El ordenador (la máquina) es un dispositivo de cálculo, ajeno a las decisiones que toma libremente la inteligencia, a partir de la interpretación de los datos que haya efectuado, falible, finita.
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La situación es la que define el juego, no los jugadores. Esto es lo que sucede en cualquier forma de comprensión, es decir, aquella forma de inteligencia humana que circula por vías no meramente explicativas.
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El exceso puede consistir, también, en un desconocimiento. La ciencia, como el amor, requiere proximidades, la presencia del objeto ante los ojos, para observar sus gestos y sus dudas. Fácilmente podemos pensar que lo que hay aquí es justamente un déficit, aunque yo creo que es la abundancia del escenario lo que fatiga al jugador y le hace abandonar.

Dudas

Un exceso de reflexión perjudica notablemente la inteligencia, suponiendo que ésta se ejerza en el nombre de la vida. En este caso parece útil una buena capacidad de olvido, de esa ignorancia que no se sabe si atribuir a la estupidez o a la indiferencia involuntaria; de esa manera sí hay relación de causa y efecto entre saber y felicidad.
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De todas formas, existe lo impondederable, la suerte, la antipatía: la disputa entre cosmos y sociedad. El cosmos es el mundo contenido en la cabeza, los deseos.

6 de noviembre de 2006

Tiempo

Dios no conoce el mundo.
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¿Le salvamos así? Creamos nuestra pequeña felicidad -ajetreos, proyectos, errores, etc. - ignorando ese hecho, el desconocimiento divino. No le salvamos: en esa distancia consiste su felicidad, una y eterna.
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Los hombres estamos en la historia. El mundo no cuenta con la providencia: no somos en, sino que estamos contra el mundo.

5 de noviembre de 2006

Sennett, corrosión

Libertad y necesidad: especialización del trabajo (capitalismo, globalización) vs. carácter.
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Conocemos la marcha de estos conceptos que se oponen: Adam Smith, Diderot, después Hegel y Marx; sorprendentemente, en Adam Smith la espontaneidad personal se vuelca en solidaridad, en supraética, actos de supererogación (¿porque sabe y lamenta la escena futura de la "jaula de hierro"?).
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Para ilustración de pedagogos y totalitarios: para el deber que los otros -nosotros- tenemos de informarnos sobre la historia no contada de la utopía, las máscaras trágicas de la libertad y la igualdad, pues las dos debieron ser conscientes de sus limitaciones.
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(Nota: Los programas personales de discusión no constituyen aún la conferencia desarrollada, ni el ensayo.)
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En realidad no sé si "conocemos": progreso, historia, concepto, educación, totalitarismo, utopía; por no hablar de libertad e igualdad.

4 de noviembre de 2006

Tractatus, 6.43

"...
El mundo del feliz es otro que el del infeliz." Sí.
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Esta proposición trascendental, nunca conclusiva, de cualquier acto de memoria autobiográfica dispone de inmediato, ante los ojos, la misma contradicción del empeño: el relato dependerá de la coloración emocional, del juicio fisiológico de valor que nutre las bases de la ética, dejándola impura (more kantiano). Da miedo pensar en las ambiciones del programa de la ciencia unificada, si todo lo que dijéramos tuviera que estar protocolizado: ¡qué pobreza de lenguaje, incapaz para siempre de saltar del es al debe! La impureza de la ética es la misma que la del lenguaje figurado, la metáfora poética vive y viene del mismo ethos. Así, cuando nos cansa la presencia de los otros nos vemos inclinados al silencio.
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(Percepción privada). En un día de constancia lluviosa, aunque no muy abundante, llaman la atención los toques de campana en una iglesia, las gentes que se dirigen a misa en la otra, calados y serios, conocidos míos algunos de ellos. No me gustaría pensar (¿se admitirá la ironía?) que la hipertrofia metafórico-descriptiva, que dedican los investigadorse a la descripción del final de milenio/inicio de milenio, soslayara el ritmo mucho más lento de las vidas: los conceptos, contra lo que podría pensar un platónico, avanzan mucho más rápido que las trayectorias vitales. Tampoco me parece deseable acompasar la rapidez de las ideas a la lentitud de las gentes: ¿seremos tan estúpidos como para querer repetir el crimen, la utopía? Lo somos, porque queremos creer en la necesidad de la utopía, ¿en el crimen primero iniciático?

Regla de oro

Sea tu mandato no la cantidad sino el esfuerzo de pensar y decir, la calidad: no busques hablar. Mejor el silencio y la espera.

3 de noviembre de 2006

Comentarios

"Vale: lo público para todos, lo privado para mí, el sonido alusivo de las canciones poniendo melodía al interior, triste o alegre...
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En el límite: vaciamiento de la experiencia, el silencio escrito, la escisión de la modernidad: el horror trivial de El resplandor..." (28-10-06)
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No vale querer completar a posteriori lo que se intuía, lo que prometía como idea. Si se quieren evitar los extremos -romanticismo Vs. crueldad- sería mejor seleccionar la experiencia, decirle a los ojos lo que deben ver. Pero yo no puedo evitar esa sensación de vaivén: la carretera por las noches, las estrellas, las gotas de lluvia que caen en las calles del pueblo... me dicen dos cosas: lo que soy y lo que me falta, la una a causa de la otra, la otra a causa de la una.
***
Lo que es, es: ahora bien, ¿por qué la fascinación por la plenitud, por juntar el bien y el mal? Me doy cuenta de que se incurre en el absurdo: insertar la contradicción en el sagrado principio de identidad. A ese defecto se le llama vida, y ya está: pero no, la trampa se nota y se puede uno preguntar por qué debe afirmar la vida afirmativa/negativa, esa querencia del nihilismo por convertirse en sistema, en tesis.

Contaminación en la superficie

Verdú, El estilo del mundo: el sujeto igualado con su objeto, de tanto que lo ama. Carezco del fino arte de las distinciones para desarmar la ironía de las descripciones, ponérmelas delante de los ojos y adorarlas: aquí la estética social, lo que es; allí, la ética. Pienso que no se da -en el texto de Verdú- la posibilidad de lo uno o lo otro, sino lo uno en lo otro, el fondo en la superficie. En algún momento el espíritu salió de su columna diaria y produjo el libro, pero así otorga al acontecimiento -al comment que lo repite- una dureza de sustancia que no le es propia. En el traspaso, de la prensa al libro, se pierde la verdad: o yo soy incapaz de hallarla.

Olvido

Los términos carecen de significación cuando la carne es extraña: la lejanía se muestra mayor en los sistemas elaborados de ideas, como las ideologías o las formas de vida que sostienen una decisión en el tiempo, mucho después de que se tomara. Eternizan la espontaneidad de una pasión, separándola continuamente de lo que dicen las palabras en sentido literal: el espíritu vuela mientras el cuerpo se arrastra por el suelo mendigando. Un mal que va creciendo.

Lluvia en la calle

Un cerebro que no sabe dar nombre a su tristeza in-urbana mira a través de los cristales del coche las flores de asfalto, magníficas y numerosas. Concede, entonces, a la promesa de la vida la imagen recurrente de dos ojos negros deseados que perdió: entiende que la lluvia es su tristeza, y reflexiona.

Ningún lugar

Marc Augé
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Son constitutivos del lugar: la identidad, la relación, la historia; sucede justo al contrario con los no-lugares, escenarios de dispersión y exilio. Parece muy fácil ligar el conjunto de espacios con significado a la noción de patria o de infancia.
Podríamos añadir, junto a la diferencia correspondiente entre público y privado que anota Augé, la tensión entre naturaleza y arte, dependiente -al final de todo- de la oposición entre verdad y falsedad, de la definición oscilante de verdad: entre lo que se revela o manifiesta y su correlación proposicional (la figura o eidos de la que no podemos determinar su autonomía o su diferencia posible, la que crea entre lenguaje y realidad; vid. Janik/Toulmin, La Viena de Wittgenstein).
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De una manera cálida nombramos nuestro deseo como paisaje: a él pertence lo poético y la muerte, la vida y la prosa.

1 de noviembre de 2006

Paisajes, Bacares

Mi amor es más grande que mis manos, que no quieren, no pueden o no saben.
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Comunicación: podrían discurrir dos conversaciones en paralelo, en ésta y en la otra habitación. Sería un milagro encontrarse: esta alta improbabilidad instaura una relación de confianza a la que no invitan los gestos visibles.
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¿Qué amistad sería aquélla que tuviera que basarse en la certeza, en la falta del riesgo de no hallar? Sin confiar en descubrir, ¿qué descubriría?
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Los álamos entretienen entre las hojas su luz dorada, la dispersan en polvo de sol, de luz pura: tal parece que les perteneciera la claridad hermosa y fresca, y que acogieran al paseante sin pedir nada en prenda.

Cambio climático y subjetividad

Pongo aquí lo que voy encontrando, conforme me lo encuentro en el fondo de esta maleta de olor desagradable. Nadie tiene la culpa de que el autor no haya querido firmar. Qué importa!

"Llega noviembre con un calor que nadie se espera. Este bochorno que mata recuerda más bien la tierra como si fuera un espacio de piel, de carne destrozada por las bombas... cuando las voces han sido sustituidas por balas...
/Antes o después, en esa tierra devastada/...las manos son suaves como las palabras, y éstas acarician con el calor de la mano... Sólo la desgracia amorosa concede versos, si es que no suicidas, y no se concibe otra locura que la borrachera que precipita el cuerpo contra el cuerpo, para invadirlo y amarlo. Hay ebriedad sí, en decirlo, aunque indonada /sin don/, pues no se suele dar el cuerpo, tendido, a quien lo celebra. Esto le vale, nada más, que para adornarse igual que con un collar...
¿Por qué llamar a tu puerta? Nunca lo hice, me pareció más fácil entrar sin avisar y, una vez conocido cobarde, retirarme hasta luego... Aunque veas que tengo la cara congelada, mi vida está detrás y me río, verdad es que muy detrás, pues se me ha olvidado con los años pasear y sonreír, porque cada vez cuesta más cantar los cuerpos sin cansarse de tristeza... Andar me sirve para olvidar tu cuerpo un rato, ajeno de tan cerca que lo tengo, apenas el instante de la mano y la conciencia, porque océanos separan los actos que se quieren voluntarios de su ser realizados..."

Aunque carezca de firma, la verdad es que no se puede ocultar su querencia epigonal saliniana. Lo doy a la publicidad por si alguien quisiera confirmar este aspecto, y salir al paso de la autoría irresponsable: nada es sin huella (véase el Génesis).

Laxitud

Noviembre no deja que nos pertenezca su espacio, el que habito, ni lo que veo más allá de la ventana, en la dirección en que se dejan abandonar los ojos. El sol de fuera, merced a la autonomía inaccesible del cerebro, lo encerramos en un cubículo de hormigón, ornado de desengaños como bibelots. Sólo en las pausas de la autoconciencia, en lo que se escribe negando el yo que era antes, que será después, los ojos se funden con lo que ven, la piel con el aire, el alma con su dolor. Y, como si el desánimo fuera igual a una esfera, el resultado inesperado -si le damos la vuelta y besamos su interior- es la abundancia de la luz, que se tiene que derrochar en un exceso de amor y palabras sin objeto.