¿Por qué?
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Deberíamos creer en un depósito de significados, en que éstos nos resultaran favorecedores, apropiados; que estuvieran ahí cuando los deseáramos y que pudieran venir a nosotros, con un lenguaje que entendamos, repleto de adorables razonamientos (pues, aparte de Sentido(s), querríamos calor). Abandonados, así parece que estamos, la verdad tiende a identificarse con alguna forma premonitoria de fuga, de muerte o de miedo. En lugar de contento se extrae una memoria falsa, anticipación de futuro que proyecta fracasos (si no se reconoce lo que se es, aun si funciona bien la conciencia). Esto es así para el observador y para el intérprete (si se les puede distinguir), igual para el nativo que para el investigador: el relato de la muerte de los relatos debe tapar muchas vergüenzas, olvidar muchos fríos.
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