11 de diciembre de 2006

Tierra

Rilke diciendo de los muertos:

"¿Son ellos los señores que en las raíces duermen / y nos dejan gozar de aquello que les sobra, / de esa cosa intermedia de fuerza muda y besos?" (Sonetos a Orfeo, XIV; trad. de E. Barjau)

¿Cómo entender la "cosa intermedia" del último verso, perfecto? Puede referirse a los hombres, ni animal ni dios (tampoco ángel): la composición de vida con muerte, de cuerpo y alma; también la aspiración a la belleza, irrealizada; a la verdad del oúk-topos platónico, celeste.

¿Por qué no ser arbitrarios (que nos sea permitido al menos una vez) y definir esa realidad entre mundos a partir de los modos en los que la conciencia se orienta al tiempo, falseándolo o distrayéndolo: la esperanza y la memoria?

Pero ¿cómo les sobra memoria a los muertos, si no son? Si son nada más que sombras y han perdido la voz: aunque es una fuerza que habla, y que debe callarse en el preámbulo de los besos (para seguir las reglas). ¿O debemos pensar que se trata de su generosidad pasada, y no reconocida a tiempo? En ese caso, si nos dejan la alegría, será que el trabajo fructifica: ellos dormidos en las raíces, vivientes (¿ellos de prestado?, ¿nosotros soñándolo?).

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