Descreer de todo, una vez que se ha escarmentado---
De la carne vienen las mayores credulidades: el cuerpo, una superstición. La alegría gozosa prometida enmascara -despersonaliza- la miseria real.
Los mandatos morales no provienen de la debilidad del alma con respecto al cuerpo. ¿De dónde, entonces?
Fundamentalmente, no creas en lo que dicen tus ojos: son platónicamente incompatibles con tu razón.
Ten cuidado con los relojeros: enseguida te encuentran un dios.
Guárdate de los tontos, con sus artefactos de madera. Guárdate de ti.
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