19 de diciembre de 2008

Mañanitas bernhardianas

Viven los seres de mi ciudad en colmenas de hormigón, en estancias lóbregas y gélidas que dan continuamente al norte. En habitaciones contiguas y a distancias remotas anidan otros seres que desean secretamente suplantarnos. En la nuestra el reloj escancia lentamente los segundos, midiendo el dolor de huesos. Queremos seguir así, dormidos o con los ojos entornados, en la penumbra cómoda. Para evitar tener que salir al rellano y encontrarnos con otros seres como nosotros, espejos mutuos del hastío que se dirigen con reiterada lentitud a la calle hacia el diario desengaño.

No hay comentarios: