28 de diciembre de 2008

Reconstruyendo a Chesterton

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Pues a mí me parece que Chesterton llevaba más razón que un santo... aunque fuera Chesterton. Porque me parece ingenuo pensar que porque se deja de ser católico (o musulmán o judío o budista) inmediatamente se le infunden a uno todas las luces que le faltaban. Se le infundirán si se toma el trabajo, cartesiano y kantiano, de pensar por su cuenta. Porque si no, lo que ha hecho es nada más que borrar la pizarra para que vaya y escriba el primero que llegue, con buena intención o con mala intención, que no hay que pensar en que la humanidad sea bondadosa. Entiendo, en la frase de Chesterton, que hay una referencia a la gente, al people... a la masa, ¿por qué no?, y no tanto a lo que a una persona le acontece en su mente cuando deja de creer. A lo mejor es elitista lo que pienso, pero es lo que pienso: esto es, que los beneficios racionales de la pérdida de la creencia, supersticiones colaterales incluidas, son tan inmediatos como los del dejar de fumar, y que sería deseable la extensión de esa actitud mental propia al conjunto de la sociedad. Sólo que... me parece que hay algo de orgullo (luciferino, oh la la) en creerse que uno mismo, o la ciencia natural, vaya a poder ser el ilustrador/emancipador/benefactor de la humanidad... (Como si además la humanidad se dejara "benefactar".) Porque el camino del descreimiento de uno, suyo es y de nadie más, y tiene que ver con muy profundas razones que no son fáciles de transmitir. Pero ya digo... entiendo que Chesterton se refiere como a una mágica, aunque real si se toma en cuenta la acción secularizadora de siglos en el mundo occidental, a una mágica situación de descreimiento extendido... En este caso no es que me parezca paradójica la sentencia del grueso escritor, sino que me parece casi una proposición protocolar, de lo descriptiva que es. ¿O es que ha habido un real incremento de la racionalidad a pesar de la disminución de la creencia religiosa en el mundo occidental? Igual estoy equivocado, pero pienso que no, que en absoluto; que en ciertos respectos somos infinitamente más clientes y tutelados que en épocas menos avanzadas científico/tecnológicamente. Quizás sea otra paradoja, reminiscente de otras situaciones políticas... pero contra la religión se pensaba mejor. Ahora tenemos magníficas oportunidades de elegir entre la nintendo, la play, la wii y los infinitos cacharros. En fin, que alabo sus esfuerzos y los de todos los racionalistas por difundir el saber científico. Yo mismo seré seguramente un racionalista, pero mucho más un escéptico que no confía en la difusión de la ciencia más que si ha pasado a formar parte de la creencia propia, pero no como una ortodoxia acrítica nueva. Saludos. MLL, autoficcion.blogspot.com

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