En las obligaciones ingratas se manifiesta la decencia o su falta: tú lo eres, tú no (decente); como esta diferenciación resultará discutible, en muchos casos, tenemos aquí de paso la diferencia entre amigo y enemigo.
(Sustancialmente decente: demasiado respetuoso de la presencia viviente en la memoria de los muertos. Sé lo que digo. Aunque luego no lo recordaré.)
En otro tiempo una palabra habría bastado para ponerte en marcha. Esa palabra, ahora mismo, sólo servirá para recordar lo que habría pasado en otro tiempo.
Saber de ti, escuetamente, y ver rostro del hijo y su autonomía que te rebasa y anula, es lo mejor que podría pasar hoy. Que podría pasarme y pasarte. No es suficiente para ponerme en marcha, pero me basta como espejo mínimo. De lo cual deduzco que es la reflexión lo que me mantiene como persona, aun muerto como individuo activo.
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De la alegría al tedio; o del ser, el cansancio y la nada.
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