27 de diciembre de 2008

La caverna de los disputantes

"Sin embargo, es comodísima esa manera de filosofar, para quienes poseen ingenios muy medianos, pues la oscuridad de las distinciones y principios de que usan, les permite hablar de todo con tanta audacia como si lo supieran, y mantener todo cuanto dicen contra los más hábiles y los más sutiles, sin que haya medio de convencerles; en lo cual parécenme semejar a un ciego que, para pelear sin desventaja contra uno que ve, le hubiera llevado a alguna profunda y oscurísima cueva; y puedo decir que esos tales tienen interés en que yo no publique los principios de mi filosofía, pues siendo, como son, muy sencillos y evidentes, publicarlos sería como abrir ventanas y dar luz a esa cueva adonde han ido a pelear." (Descartes, Discurso del método, Parte VI, según la trad. de García Morente, disponible en Espasa)

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No nos paramos a imaginar, con la frecuencia debida, que si la caverna platónica hubiera tenido ventanas no habría hecho falta que saliera nadie; y que la ciudad perfecta que trae el pródigo que regresa se podía ir a hacer puñetas por innecesaria, a causa de lo cómodo que se está en casa viendo el espectáculo del exterior y aquí me las traigan todas.

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