21 de diciembre de 2008

Tiempo

La vida pesa las tardes inacabables de los domingos.

Carrusel deportivo y Descartes. O sea: circo y apariencia.

La vida pesa. Salimos de la casa al mundo, que está en todas partes: en el asfalto y en el silencio, arriba en el cielo (bandadas de pájaros y humo de aviones), en la soledad y en la luz modesta de la tarde incidiendo en el talud al borde de la carretera.

Se pasea.

De la casa al mundo: en cualquier cielo unos ojos. [En el aroma más fugaz, no de ahora y de esta tarde, sino que futuro, están la presencia y el olvido: cuerpos ausentes. No se siente este tiempo, sino otra cosa. Por culpa de la costumbre y de las casas, de una cartesiana sinrazón.]

...

Entréme tras el paseo, con el corazón cansado (estoy fuera de forma) y el alma cándida en la Parte V del Discours cartesiano. Salí sin entender nada, toda mi mente maldiciendo.

...

(DM, Parte V)

Algo después de todo: lenguaje y conciencia, predicados del alma racional; marcas distintivas de la humanidad; contra las pretensiones de una inteligencia artificial (contra los cerebros turingianos)---

***

Pero qué poco orgullo nos queda! Apenas unas palabras gratuitas que salen por obligación. Por deber moral, sí. Abominando del lenguaje en lo que tiene de pagado, asqueados de los precios y las apariencias---

Si el lenguaje tuviera una equivalencia dineraria, sería para desesperarse---

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