10 de diciembre de 2008

Surrealidad

Qué difícil ganar el respeto perdido! ¿Alguien conoce realmente lo difícil que es a veces educar? ¿Lo contradictorio que es con el enseñar? Perder los papeles, y luego recuperarlos. No valen las excusas. Mejor dicho: no valen las razones porque hay que seguir, y entonces la razón es excusa. Cierto: el mundo es una porquería, pero tú eres tú, con tus obligaciones y esos enormes defectos que tienes para subvenirlas y seguir adelante.

Quedan los rostros, las voces amistosas. Aunque no sé para qué quedan. Pútrida sociedad, sí; disuelta en su sintaxis particular de law and order, trasladada la descomposición al lenguaje encanallado de nuestros corazones. La persona no vale si la sociedad no vale nada, pero tú eres tú y solamente existes tú átomo en el mundo, arrojado en caída libre…

***

Durante el fin de semana, en el tiempo que los turistas aprovechan para desmembrar el alma de las ciudades, tú tuviste la visión de la nada: por primera vez en mucho tiempo. Lo viste –tú, es decir, yo- como algo normal, tan extraño como las estrellas para el espíritu obsesivo desrealizado, tan vivaz como el sueño en el que las cosas pesan, en el tiempo tuyo -¿por qué no mío?- de las premoniciones.

Vuelven los turistas, se queda el pensamiento maldito de nada: únicamente el trabajo, no siempre, desrealiza la nulidad de las mañanas de sábado, de las tardes de domingo, en las que tú, el anidóneo, no participas ni participarás nunca…

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