Bello y terrible (en los rostros de la vida y en la tierra). De un social estar a la mano, salido de los cuadros y las categorías:
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Machadianas:
Mi maestro solía ser un hombre ponderado, nada amigo de la testosterona hablada a que son tan afines los indoctos patrios. Como todo ser humano, sin embargo, tenía también sus puntos negros. Abominaba, cual de pestífera materia, de las jerigonzas academicistas inanes. Así, cuando se le acercaba alguno, con la nueva de un supuesto saber sobre los hombres (¡como si hubiera ciencia de la madera podrida y pecadora!), no decía nada, sino que congelaba el rostro como para mejor esconder el asco que sentía por dentro. Nunca me dijo por qué le pasaba esto.
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