Durante el tiempo de su periplo en el Beagle, tuvo Charles Darwin, futuro fundador de religiones, ocasión de bajar a tierra y pasar una temporada cabalgando con los gaucheros, mira tú. Después, ya en Inglaterra, pasó ocho años estudiando la morfología de los percebes. Al despertar, se siente dolor en los huesos y una angustia indefinible en la boca.
De lo cual se deduce que el universo es un conjunto complejo e inconexo de hechos, que basta meramente para que del desorden percibido extraiga el sujeto su existir trastornado.
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¿Cómo se entendería que, exactamente aquella tarde fría y sin gracia, pudiera alguien tener el terrible sueño del retiro de Dios?
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