29 de septiembre de 2007

Una malla...

..., eso es lo que vamos haciendo para paliar el declive particular de la razón, para consagrar el canto de cisne del humanismo: música y muerte (termino también Yo y tú... de Vicente Verdú, texto del que se puede hacer esta interpretación funesta, como si se estuviera convocando el envés reprimido del "sobjeto" de consumo). Fin:

Vila-Matas (termino de leer París no se acaba nunca) me lleva a Jaeggy, a Walser, a Sebald... No digo que no los conociera, pero no imaginaba el enredo, la trama de lecturas para un mismo efecto de reconocimiento de una época de los fines---

En el extraordinario Los emigrados de Sebald una nota al pie de la traductora (p. 49, Anagrama, 2006) llama la atención. Es sobre el movimiento juvenil alemán de los Wandervogel ("Aves de paso"), del que señala su fusión posterior con el escultismo. Menciona, sin aclarar sobre el respecto, el ideario: vuelta a la naturaleza, a la vida sana y sencilla y valoración del folklore. Pero, en realidad, no hay nada más antinatural que el folklore, que puede representar sin mayores problemas el aspecto más cerrado y rutinario de una cultura. Es decir: naturaleza + folklore = nacionalismo = muerte del hombre (de la razón y la democracia).

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