14 de septiembre de 2007

No es esto, no es esto...

... ¿y cómo diablos va a serlo?

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Amador Guarro, Catedrático de Didáctica en la Universidad de La Laguna: "Educación y ciudadanía, ¿qué quieren los obispos?", en Escuela, nº 3756. septiembre de 2007, p. 39.

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Triste Alma Mater:

Quien quiera entender que entienda y lea el artículo ex cathedra. Yo ya lo he hecho, con tristeza... Nada diré del espíritu de segregación que lo escribe (es mi impresión), ni de una apreciación de realidades e intenciones históricas que niega cualquier vinculación de la Iglesia con la libertad de conciencia y sí (y toda) con el absolutismo más cerril... Callemos, porque por ahí, por ese camino de cerrazón no vamos a ir a ningún lado... O sí, vamos a ir a Ninguna Parte.

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Yo me fijo más bien en otras cosas, cuando no acabo de comprender aquello que estoy leyendo, que es cosa que me va ocurriendo cada vez más. Me refiero a la falta de lógica que a uno le sorprende cuando entra a considerar estos asuntos, del gobierno y de la educación, i. e., políticos...

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La falta de lógica consistente en pretender orientar el contenido de la institución escolar a partir de la pura adaptación darwiniana (ultraconservadoramente) a los hechos conocidos del presente: si las cosas son en un sentido socialmente, en ese sentido deben ser escolarmente... Los huesos del escéptico escocés deben reírse (o no) cada vez que se sigue cayendo en la trampa, y, encima de todo (como si no bastara con subir la montaña, sino que se quisiera ir todavia un poco más allá, venga, que tú puedes), se vende el producto como progresivo y utopizante. Es un ejemplo de esta falta de lógica, bastante común en el deslizar sobre hielo, prospectivo, de tanto discurso pedagógico... nervioso porque ha llegado demasiado tarde al núcleo duro de las ciencias. ¿Cómo? Ah!, bien, me dicen que todavía no ha llegado...

Hay una falta de lógica más exquisita (tortuosa... y torturante), para los estómagos que aman el surrealismo, y que consiste en emprenderla a balazos con el principio de contradicción... siempre que haga falta. Cito, al respecto, un párrafo catedralicio, no sin antes (o sea, antes) manifestar mi deseo de que Dios nos pille confesados... Y más, porque he visto que en la otra orilla del río político que nos lleva a Utopía, i. e., a Ninguna Parte, he visto -digo- que escribe José María Marco sobre el tema en Libertad Digital, y cualquier atrocidad es posible y aun necesaria para la causa del desquiciamiento patrio. Pero dejamos la voz silenciosa (de la letra impresa) al saber universitario:

"Pero en todas ellas [I. e., las propuestas europeas acerca de una "franja cultural común" de una "cultura compartida"] hay una idea básica y obvia: esa cultura común no puede incluir elementos religiosos (Jean Baubérot). Y no porque se parta premeditadamente de posiciones laicas, o antirreligiosas, simplemente porque los elementos religiosos son esencialmente excluyentes, niegan al otro. Es decir, actúan en el sentido contrario de lo que se pretende conseguir con esa cultura común y compartida: incluir a todos independientemente de su religión, ideología, raza, etnia, etc., para que nadie se sienta discriminado, asegurando, así, las bases de una convivencia pacífica. Y ese es otro aspecto que los obispos no están dispuestos a admitir."

Pues menos mal que no es antirreligiosa, que si llega a serlo... ¿De verdad se puede tomar por imbécil al lector y las personas? ¿Qué crédito va a merecer una moral común, nucleando (¿se puede decir así?) la educación ciudadana, una moral que incluye como uno de sus presupuestos, axiomas, postulados, etc., el desprecio más ateo a uno de los elementos fundamentales en toda cultura, en el pasado y en el presente. Esto no puede funcionar más que como imposición totalitaria, o implica una llana (pero enorme, en sus posibles consecuencias) estupidez...

Pero a mí me llamó la atención más bien un matiz, muy sutil, de falta de lógica (aunque será culpa de mi escaso cerebro), al leer (y pensar en) que puede coexistir el hecho de una moral común (paz, convivencia) con los hechos culturales diferenciados (incendiarios en la medida en que cada uno de ellos -¿salvo el budismo, quizás?- contienen la negación religiosa de cualquier otro hecho cultural). Me explico: creo que se pretende conseguir la "alianza de civilizaciones" suponiendo, a la vez, que el "conflicto de civilizaciones" es un hecho incontrovertible---

Ya pensaré más (¿mejor?) sobre esto---

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