Comprendimos que los hombres eran como animales un poco más complicados, que de ahí podía seguirse un gran bien (para la generalidad: si no para todos, sí para la mayoría). Se nos hizo la luz (agotada la divina y providente), y así se pudo querer entender el gran conjunto de que la vida humana formaba parte, la Vida: el aspecto procesual y azaroso de todo, la selección ciega a la que sólo había que darle forma matemática para hacer comprensible el mecanismo:
"Como ya sospechara Leo Strauss, a fín de cuentas las ideas religiosas son ellas mismas seleccionadas por los hechos fundamentales de la existencia. Los pueblos no sólo se extinguen sino que arrastran también sus creencias, y acaso también sus genes. Pero lo importante es que la historia universal ya no parece mostrar la marca de un Espíritu planificador, sino una multitud de procesos en evolución en buena medida ciegos al diseño." (Eduardo Robredo, Tabula-blog.blogspot.com; links -en la cita- de E. R.)
Evolutivamente resueltas las ideas científicas (Toulmin), circulantes en el mundo conceptual subjetivo y humano (Dawkins), el adorable planteamiento ecológico entrega lo que fue Todo a la Nada; el ser humano, imagen de lo más alto, a la vida de riesgo en la selva---
No ya los grandes relatos, sino las grandes palabras (el somero uso de las mayúsculas) entran en decadencia, asaltadas por la postmodernidad más sutil, aquella que aplica los inexistentes relatos científicos (nunca contaron nada, querían dominar) a los escasos muros semiderruidos que quedan del saber humanista---
No digo que esto no deba ser así, sino de nuestra dificultad para pensarlo, y del legado que haremos: una melancólica sociedad de la que se han retirado las sombras, arrasada por una luz nocturna artificial constante---
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