(Nocturno, 24 de septiembre)
/Se piensa en la necesidad o en la posibilidad de una/ educación para el trato con los objetos artificiales, hipertecnológicos, en esos objetos que son o pertenecen a la creencia platónica /, y que con su sombra proyectada proyectan hacerse lo más real./
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(Incorrecto)
El final de una dejación: aunque sean injustas las apreciaciones generales sobre estas cosas, y no se trate de condenar continuamente a la clase política, ¿cómo evitar pensar en la demagogia? Si bien los administradores de las cosa públicas no deben quedar como únicos responsables: son los buenos tardoburgueses los que han llevado a la condición de un hecho de naturaleza la vindicación constitucional de la gratuidad de la enseñanza obligatoria... ¡Quién no les daría la razón y el derecho! Lo tienen, pero, ¿por qué se ha renunciado a la coherencia? El mismo ciudadano que es consumidor conspicuo de tiempo completo, ese mismo obediente sujeto económico pone el grito muy por encima de las nubes visibles cuando se le somete a la terrible prueba de tener que pagar los libros de texto para sus hijos...
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(Películas)
El invencible, de S. Ray: en los mejores momentos de esta historia familiar y educativa, de este asombroso monumento cinematográfico, el espectador es muchísimo menos real que los personajes de la historia: el padre soñador, la madre que vive sufriendo la soledad, el hijo desagradecido (pero bueno), el malvado lascivo... Tal ilusión de realidad no es nada corriente, me digo. Y las metáforas visuales (los pájaros negros que se levantan en ruidosa bandada para decir el momento de la muerte del padre; los insectos de luz que se van apagando para señalar el final de la madre) tienen que pertenecer, forzosamente, a la interpretación del dolor humano: esto es, al autoconcepto sentimental, sentiente o vivido, que es una de las características básicas del hombre deficitario (es decir, de todos los hombres y mujeres).
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