15 de septiembre de 2007

Citas

Tabula-blog


El párrafo citado es estupendo, porque ya se inicia con un desprecio de los hechos: "una docena mal contada". Puesto que los hechos, "intelectualmente", no existen, todo temor inducido por ellos habrá de ser alucinatorio. Y así el temeroso es un paranoico, alguien que razona mal y que estorba las políticas de progreso (que no tienen por qué ser sólo las de la izquierda), el enemigo o el otro que conviene al propio discurso (pues ya queda descalificado, si sus razones se ha pre-establecido que son las razones del miedo). De todas maneras, a la estructura de razonamiento paranoide también pertenece la proyección de los propios problemas mentales... aspecto éste del que no deben estar faltos los gremios de la opinión pública (políticos en activo, "intelligentsia", periodistas).

Realmente parece difícil entender esta fascinación ideológica, el gusto por el círculo cerrado en los razonamientos, la maravilla de tener razón siempre, y cuanto más rápido mejor. Así se estima la inteligencia de un político en particular... según la rapidez de reflejos que muestre in situ. O sea, nada que ver con la prudencia al hablar ni con la contrastación mesurada.

Uno debe pensar que la religión no se ha retirado en ningún momento del mundo, sino que solamente se ha hecho política. Se han derribado la paredes teológicas, pero la estructura del edificio es la misma: la fe, el dogma, el cierre, la exclusión. En cualquier caso, una idea muy particular del "deber ser" (de la utopía), que en falacia naturalista inversa se traslada al ser (social), luego a la negación de la realidad.

Pongo por mi cuenta una cita de otro libro de Bauman, Modernidad líquida (por supuesto), que me parece una muestra excelente de un pensamiento que a mí me resulta inquietante, sin saber muy bien por qué:

"No hay nada menos inocente, nos recuerda Bourdieu, que el laissez-fuire. Contemplar la miseria humana con ecuanimidad mientras se aplacan los remordimientos con el ritual invocatorio del credo NHA ("no hay alternativa") es ser cómplice. Los que, voluntaria o involuntariamente, comparten ese encubrimiento o, peor aun, la negación de la naturaleza -hecha por humanos, no inevitable, contingente y alterable- del orden social, y especialmente de la clase de orden que es responsable de la infelicidad, son culpables de inmoralidad... por negarse a ayudar a una persona en peligro." (ed. FCE, 2006, p. 225)

Saludos.

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