23 de mayo de 2008

Errores, y ...

... los argumentos que de ahí nacen:

Si no tuviera conciencia no me dolería tanto---

No soy dueño de mi lenguaje. Ni siquiera de lo que digo, suponiendo que sean cosas distintas---

...

Item más: Si no tuviéramos conciencia (moral) nos daría igual la estupidez irreflexiva, cada vez que abrimos la boca a destiempo. A veces, a tiempo.

Me doy cuenta de que al ligar la verdad con la práctica del bien (si es que estoy haciendo esto) estoy, al mismo tiempo, vinculando la práctica del mal con un conocimiento de lo correcto y una voluntad, contradictoria pero querida y consciente, de lo erróneo---

***

Confesiones:

Tiendo a caer en la redundancia. Lo confieso. En la entrada de ayer, en una de las entradas de ayer:

"Ha debido ocurrir que alguien le pregunta dónde estaba, dónde ocurrió todo. O ella se ha figurado que se lo preguntaban. Puede hacerlo, porque pensamos, ... "

Ocurrir... ocurrió. Digamos suceder... digamos sucedió. Bah, no importa. La vida: sucesos, acontecimientos, hechos... Nos limitamos a escoger sinónimos para distinguir los fenómenos (los nuestros) en el tiempo.


***

Se murió finalmente este hombre, J. M. A., hermano de un familiar, sacerdote, cuarenta y tantos. Descanse en paz. No me gusta escribir estas cosas. Sea por la microhistoria o la intrahistoria, o lo que sea.

***

Réquiem de Ajmatova, II

(Pues sí, ha de costarme. Me equivoqué o no me equivoqué. No sé. Lo comprobaré después.)

Ajmatova comparte el destino de su pueblo, encarcelada, una más. El oficio del escritor encuentra su fundamento en que esto no termine siendo finalmente así, en que no haya uno o una más que sea meramente un número en la estadística del crimen y las ideologías. Lo comprende intuitivamente quien no la conoce -iba a escribir quien no la comprende, pero sí que la comprende, intuitivamente- y le habla, a pesar de todo, en la fila de las presas---


...

Accedemos también nosotros a saber (aunque sin poder explicarlo) que el círculo lunar de la prisionera sentenciada, apartada de las demás, exiliada remotamente, refiere a esa mínima vida interior que no se distingue de la locura. Su claro del bosque, de ningún sol ni mañana ni comunidad de seres humanos, queda como el mundo único para quien ha sido extraído del reino de la normalidad.

La luna: lo que ella ambiciona, su horizonte de luz refleja e impura; su razón propia y ensimismada, el olvido de la lengua---

La prisionera sentenciada, lejana y sin voz, destinada al olvido: para ella escribe Ajmatova, no lo olvidamos -también- nosotros---

Ella, nosotros, todo un país pervertido por la ideología: martirizado para que no haya testigos.

¿Qué clase de verdad es ésta que, utópica se dice, se quiere imponer matando, torturando, clausurando? Un veneno mental tanto más peligroso cuanto que propende al retorno---

No hay comentarios: