Pocos habrá que no sepan o puedan reconocerse en esto que digo:
Se han resistido buenamente, pero al cabo la vanidad se les ha ido entretejiendo en sus sueños. Quiero decir que sueñan con su vanidad (con lo que contiene), aunque sea pequeña o incluso trasmundana. Desde allí no cabe la vuelta a la razón, el retorno a la normalidad y las relaciones amistosas. Estiman intolerable otro igual o superior a ellos, ven cualquier signo de felicidad ajena como una muestra de alegría recóndita por otra razón muy diferente [a la aparente]: el dichoso puede situarse muy por encima de quien le mira. Esta actitud vital acaba gobernando los fundamentos sociales enteros, incluso las relaciones amorosas: quien ama, en este orden de cosas, domina. Si imaginara por un momento que el objeto de su amor se ve tentado de ponerse, con su alegría, por encima de él, no tendría, él, el amante, más remedio que odiarle---
Sé que esto parecerá puro cinismo, pero no veo que sea fácil encontrar otra base para los más encendidos principios morales---
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