... Si el Hacedor tuviera una cantidad limitada de materia, pero dispusiera de ella infinitas veces: una posibilidad en la que poner su divina mano...
Entonces el instante se repetería, aunque sin motivos para alegrarse: no en el futuro o en la eternidad, sino que la mezcla de bien y dolor, con preponderancia del segundo, se iría repitiendo (odiosos espejos) a lo largo de los infinitos mundos, ahora mismo...
¿Quién querría celebrar, con qué sentido, el inabarcable hastío?
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