31 de mayo de 2008

Olvidos culpables

Nos hemos olvidado de don Ramón de Campoamor, sintética síntesis de la retroburguesía española (carca, provinciana) del siglo XIX. Su modernidad debía limitarse al té. No obstante, haríamos bien en separarnos un poco del presente, volar hacia el futuro imposible (para nosotros) e intentar apreciar cuántos campoamores (y cantamañanas) andan por ahí sueltos. ¿Seremos alguno de ellos? Bastaría con sonreír a la tontería que impera.

¿Que no impera? Ah, entonces eso prueba que ya ha ganado, que se ha convertido en aire.

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El hombre, el poeta (sin acritud, eh!):


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Investigaciones un poco absurdas (practicadas en mi mundo):

694 resultados en Iberlibro (544 en España).

117.000 resultados en Internet (no todos han de referirse directamente al escritor; redundancias aparte). El artículo de la wikipedia bastante escaso, por cierto.

958 resultados (ejemplares) en las Bibliotecas públicas españolas; los resultados de la red de bibliotecas universitarias (rebiun) no son fiables, pero hay menos todavía.

46 apariciones en el isbn español (página que se ha mejorado para mal, la verdad). El último libro públicado de R. de C. es de ¿2003? (sus obras ¿completas? en Pentalfa). Humm! No, hay más de ese año, y un antología poética de 2005... Están también las obras filosóficas editadas por la Fundación Gustavo Bueno (2 vols.)...

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Me cito a mí mismo, el autor infame:

Ridículo: Pedir la claridad, luz cartesiana, cuando no debe haberla, cuando el lenguaje se ha ido de fiesta---

Esto me sucede cada vez que intento comprender una proposición. Al final se acaba desgajando el signo (los elementos de la proposición) de lo que supuestamente significa. No existe el significado o no existo yo. Sé que la historia de la razón es coetánea de la de la locura, si no son genéticamente lo mismo; con estos nombres, tan académicos (Descartes vs. Foucault), o con otros (Apolo vs. Dionisos; qué sé yo). No basta con tener el DRAE a mano para hablar con la gente: debe haberse roto el contacto con la gente, en la conducta visible o en el "interior" cerebral (mente = traslado o traducción del mundo externo), para que el síndrome de Lord Chandos tenga lugar. Puede haber sucedido con la primera impresión de extrañeza del mundo. Quiero decir que puede haberse originado ahí...

La multiplicación de las palabras cuando se ha perdido la fe en ellas (ergo, en uno mismo) no mejora las cosas, ni la comprensión. Bueno! Lo estoy diciendo todo al revés, luego no lo digo. Éntrese aquí el principio de contraposición: si funciona el contacto, si no hay corte entre interior y exterior, si, en suma, funciona un yo integrado e integrador, el lenguaje (lo mismo que el yo, idéntico con la bendita razón) ha de fluir sin enfermizas premuras, toda la fiesta que quieren los sentidos realizada al fin...

Pero no estaría mal, me convenzo a mí mismo, considerar el Discours fundacional como el artefacto simbólico de un paranoico, loco por tener razón (verdad) a toda costa. Me parece extravagante que se pudiera pensar que no es así. Sostenido de otra forma: considerar la seguridad como síntoma de una enfermedad. Lo que implica tener por inconcuso cimiento la radical incerteza. Your N.

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Sorge + Sein zum tode = 0 :

"Las preocupaciones se pierden con el tiempo." (R. de C.)

Debe ser que te acabas acostumbrando al proyecto deyecto, que ya no te atrae el ser cabe. Al principio impresionan estas cosas, cuando te las dicen. Ya sabemos que los comienzos son difíciles y uno piensa que no va a estar a la altura. Pero que al final las cosas salen.

Imperativo categórico:

"La libertad no consiste en hacer lo que se quiere, sino en hacer lo que se debe." (Idem)

Hombre!, ¿como va a ser lo mismo la inclinación patológica que la más pura representación de la ley moral que vivo en mi sentimiento (corazón) y conozco por mi reinen vernunft? Nunca.

Nota: siempre que el Google sea fiable, que no lo sé.

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A partir de kafka (sic)

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Llueve, luego tengo sueño; tengo sueño, luego llueve (no importa el orden al decirlo).

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Sujeto, objeto:

La pretensión de convertir las dudas ridículas en motivo de alegría y conocimiento, esta sana intención no la he podio llevar a cabo nunca.

De manera que solamente quedan los datos del problema, que soy yo, que no existo.

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Imposible entresacar alguno entre los aforismos de JRJ (de la selección que con el título Río Arriba coeditan Visor y la Diputación de Huelva, 2007). El 99, 99 % son magistrales. Lo clásico ES. JRJ existe.

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No hay como ser generalmente despreciado para cobrar una conciencia ultrasensitiva del valor.

1 comentario:

Egoficción dijo...

Creo que mereces un premio delm MEC. O todavía mejor, de la CECJA.

Campoamor me ya resultaba ilegible cuando aún soportaba a Becquer. Sobre él leí algo interesante (y no excesivamente lacerante) a Ángel González... no recuerdo el título; algo así como el tiempo y la palabra...

¿Por qué no investigas a Villaescusa, quiero decir Villaespesa -y bien espesa-? Le leí cosas... peor que Tagore, que ya es decir.