Por mi parte, MLL, son las imágenes oníricas las que pierdo (ergo sé que para mí representan un valor mayor) al pasar de la noche al día. Me tranquilizo al saber que no he cometido el crimen que alborota mi conciencia, siguiendo el modelo de cierto escritor (no que el escritor sea un criminal, sino siguiendo sus palabras y razonares, que no eran inocentes). Este escritor no es JRJ, no recuerdo de quién se trata ni si existe.
Bueno es saber que no se es un homicida que ha ido dejando crípticas pistas en las entradas del diario de hace poco más de un año. La moral y el mundo quedan a salvo. Sin embargo, no puedo escapar a la melancólica nostalgia de un mundo imaginado que se me ha ido definitivamente, y eso que solamente hace unas horas que en él estuve. De este ingenuo espacio y tiempo las películas traen nada más que un desvaído reflejo. Habrá triunfado este género artístico posiblemente por esa su promesa, sucedánea, de restañar escalones en la mente.
Pero es una falsedad, doblemente, al ofrecerse humildemente como una verdad a medias, como el punto de vista del optimista y de la hipocresía.
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Ánimo sin sol (de-solado). Será el tiempo, que vayviene.
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Para mañana (ahora tengo la idea, pero no la voluntad):
Escribir algo, apenas nada, sobre este terrible libro de S. B.:
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¿Por qué estar continuamente sacando defectos a las cosas y a los seres?
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