Aquí debía venir una nota acerca del sr. P., de sus descansos del trabajo en la oficina situada en el piso alto de la calle de X. La luz de las tardes de junio revoloteando, transformada en pájaro, alrededor de la torre de la iglesia de la ciudad, esta luz tranquila sazonaba su alma domada, dándole apetito de calle.
Imaginamos a nuestro héroe bajando por la escalera en penumbra, de la oficina a la calle, rumiando en silencio el resentimiento, que es el tesoro de los hombres callados.
(Pero no es ésta la nota, sino una que tengo en la memoria olvidada.)
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