Los poetas habrán obtenido su reserva de paz, yo no, y dejan la hybris para los felices del mundo.
Son palabras, las suyas, tan humildes... que se traducen.
No les hace falta ni cuerpo: han pronunciado la primera palabra del mundo, que nace cada mañana en los ojos... para morir sin remedio en la noche.
(Su palabra no les pertenece, sino al sistema de la verdad. Hen kai pan.)
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