Coleccionando desperdicios, Diógenes da razón al indebido abandono de los seres: de lo caído, los caídos, y los desechos industriales de lo que había servido a la vida: plásticos, camas, vigas…
Diógenes ha prescindido de la precisión: le resulta indiferente decir lo contrario de lo que manifiesta, querer decir otra cosa que lo esperable. La sintaxis sobra, también, en el catálogo de las pérdidas…
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Escribir cosas terribles, qué fácil:
Discurre el artículo de Bonifacio de la Cuadra (¿Quién es? Un vistazo rápido: periodista jurídico) ) por su pendiente natural (El país, izquierda socialdemócrata), durmiéndose al cabo de la página dentro de lo esperable, cuando de repente asalta esta perla atroz:
En España también podemos tener claro que el origen del machismo asesino, y de la no menos grave dominación masculina consentida y silenciosa, está en ese modelo patriarcal de familia nucleado en torno a un matrimonio sacramental y procreativo que une a ambos cónyuges, como predica la Iglesia y aplican los maltratadores, "hasta que la muerte los separe".
El escritor había empezando curándose en salud, desvinculándose de la conexión causal entre ideología (cultura patriarcal) y crimen contra las mujeres. Pone, a esto se limita, un objeto junto a otro encima de la mesa de disección. Lo mismo hace en el párrafo terrible. De forma que creamos que el cirujano no es responsable, que él no es ideólogo.
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La proliferación de los textos genera infelicidad: no la del que sabe, y por ello ignora; sino, antes bien, la enfermedad.
Aquí no hay una conciencia madura de los límites, hay un imposible y un ser derrotado.
El ser muere con el texto...
Ves vivir a los otros, entumecido tu rostro en la creciente estupidez: tuya, total---
...
Acostumbrado a la inconstancia: la falta de firmeza en las resoluciones deberá contribuir a tu abandono: que abandones tú, que te dejen---
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