Es decir, que el mundo de los objetos del hombre (¿cuáles no lo son, en el fondo?; aunque se tratara de objetos de una teoría) está imbuido de subjetividad. Cuánto más no habrá de estarlo el mundo de los objetos-hombres sobre los que el científico social pretende hacer su prácticum de ingeniería social. Por no mencionar los políticos utopistas...
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