28 de noviembre de 2008

Tras la impúdica...

... exhibición de uno mismo (risas y bromas esparcidas por el aire, como prometiendo rosas ahora), se queda mi yo en el interior de su castillo: sin capacidad para el mal, pero cometiendo tantos errores que le hacen persistir en la firme resolución de abandonar toda esperanza---

Cualquier error implica vergüenza: ¿no es esto la culpa, su efecto o su causa?

Pavese, el céntimo ganado del día---

Esto es, con una de las caras se es sociable y vivo (encerrado en el círculo vivificador del amor que dice Safranski); con la otra se comprende el absurdo de todo---

4 comentarios:

Egoficción dijo...

No sé muy bien lo que te he entendido. Nada bueno, decualquier forma.

Martín López dijo...

Ni bueno ni malo. Sólo que cuando meto la pata me viene la idea del tierra trágame (=castillo). Aunque sé que no soy malo. En fin, nada que no encuadre en: a)los arjai freudianos, b)mi moralidad y tontería (que supongo que las dos vienen de las luces escasas). Pero es que además no te crees que hablo por hablar: les pasa a los no-sujetos.

Martín López dijo...

O sea, a los no-sujetos como yo. Que soy como Forrest Gump, pero sin andar y hablando/escribiendo.

Egoficción dijo...

Sabes que te entiendo bastante bien. O eso creo, que sabes que te entiendo. Me he visto reflejado en tu entrada, no porque te refierieras a mí, sino porque realmente estoy normalmente avergonzándome de actuar... Más abrazos, muchachote.
Con cualquier excusa intelectual, podíamos ir planificando unas cervezas.