... nuestro pensador, dando razón al platónico sentir, que todas sus opiniones acaban siendo erradas. Errores: porque se arrepiente de lo dicho, por el daño que pudiera hacer o por su muy menguado rigor al expresar tal o cual creencia.
Reduciendo al absurdo, cabría imaginar que las ideas se entregan nada más que a una intuición silenciosa... de la que no ha de restar escritura.
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