3 de noviembre de 2008

No vayamos a creer que...

... sostiene Max H. algo así como una poesía de la memoria, con el fin de reconstituir las objetividades arrasadas. Max H., en el último capítulo de la CRI, no sostiene nada. No puede, porque caería en la misma positividad instrumental denostada; de ahí su valoración forzosamente negativa de cualquier hipóstasis, sea de la polaridad espíritu/naturaleza, sea de su unidad última. El último capítulo parece el más flojo de la obra, y no puede evitar dar esa impresión, puesto que se ha prohibido cualquier logos filosófico que no sea el funambulista de una dialéctica (histórica) de los conceptos (históricos). Echar a andar, sin decir hacia dónde. Pero no puede decirlo...

...

Cierto es que después de todo se reserva, en algún lugar del texto, la esfera de las bellas artes, de la literatura, de la música, etc. para una naturaleza reconciliada o recuperada. Lo que ocurre es que la poesía de la memoria de lo destruido, aparte del aliento a MªZ, que no es poco, juega, espero que no de manera innoble, con la proscripción adorniana del dichtung después del genocidio.

...

En plena coherencia con las cosas (espíritu alienado por objetivos absurdos, según lo que se sostiene en la CRI), no alcanzo a ver otro objetivo mejor que enfrentar mi inteligencia arrasada o nula con la DI de H/A.

No hay comentarios: