14 de noviembre de 2008

Repaso de diario/s

El hombre delante de la pantalla se habitúa a su propia caverna. Coge una flor, el tiempo, la desmenuza y dispersa el polvo de la destrucción. La facilidad de la comunicación imposibilita lo real, el logos común. Éste se genera en soledad.

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La duda no es posible en la técnica ni en nuestra sociedad global administrada, cuyos principios son siempre fórmulas inapelables para el buen y mecánico funcionamiento, y no para un funcionamiento distinto y mejor.

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Como los seres humanos no habían tenido bastante, parece, planeó y construyó Le Corbusier su Unité d´habitation, tras la segunda guerra mundial. Al residente ocioso le cabía, en tal lugar horrible, la posibilidad de permanecer en una sala espaciosa con otros (como él todavía no gregarizados del todo) o participar en los actos colectivos. Más acompañado o menos acompañado, nunca solo (según veo en mi Giedion).

Tiempos mezquinos, estúpida edad, que ha permitido que el arquitecto también sea ingeniero de cuerpos y almas, encerrando la carne y el espíritu en sus deyecciones mentales. El arrojamiento no lo produce un universo eterno e impensable, ni un dios de extraños cálculos de bondad resultante (armonía final), sino el coro de expertos de los gobiernos asistentes y una ovejuna plebe conformista. Tiempos miserables, que han entronizado las memeces de la ciencia social, en lugar de la angustia del corazón por un dios ausente. Edad de una palabra que oculta al ser, mostrando sin pudor una falsedad. Era de socialdemocracia y cerrazón, no de liberalismo.

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Es inconcebible que los textos de Adorno y de Horkheimer (y los de WB) provoquen felicidad y olvido, pero sucede. Aunque se trate de escritos de los años terribles de la II Guerra.

En relación con la felicidad textual, el más bello libro escrito en el siglo XX: Roland Barthes por Roland Barthes. El autor, RB. Regalé mi ejemplar (Kairós, 1978) a aquella rusa (postgraduada, naturalmente).

3 comentarios:

Egoficción dijo...

Está bien la recomendación. ¿La rusa traductora?

Martín López dijo...

Me parece que sí. No recuerdo el nombre. A lo mejor me paso con la bondad del libro.

Egoficción dijo...

Marinenka.
¿Es éste el de la 'Cámara oculta' o algo así?