...separando lo desagradable; abstrayendo de las noticias desagradables, de todo aquello que -lo sabes, te lo dijeron- desautoriza médicamente la alegría: las dudas del vivir, las dudas del morir, las palancas de tu dolor.
Soñando o escribiendo: vives menos, pero mejor; ahorrándote el sufrimiento que intuyes en lo que cuentan, en los males que les afligen.
¿Para qué los pronombres, si siempre eres tú? Debes de tenerlo mucho más seguro en días desapacibles como éste de hoy, porque la belleza de la nieve, hasta la belleza blanca, tiene que inquietarte.
Qué difíciles de encontrar son las palabras amables! Que las encuentren para ti o que las encuentres tú. Porque se trata del mismo deber, igual desconcierto, y no distinta incomprensión.
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