Sol,
de enero en plenitud,
tibieza.
Arriba, fuera.
En las ciudades, un mismo y concordante caos de coches circulando. Huyendo de la ciudad, festejando el campo, el extravío de un día.
En mi cabeza, los pensamientos que no salen a la lengua o que, si hablan, lo hacen de una manera incomprensible.
Toda una realidad, mía y común, que quiere separarse de sí misma, en mi conciencia y en la suya. Se escapa, quiere abrigarse -olvidar- en un momento de sueño, de mediodía.
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