8 de noviembre de 2007

Vayamos por partes...


... , detenidamente, contando y recontando las palabras---

"Es necesario pensar sobre la gramática del tiempo escolar": El espíritu tardorromántico, ensoberbecido por una sobredosis de Rousseau sin hielo (hay que ser muy hombre para soportar ese ardor), no tiene miedo de coger el bisturí y disponer sobre la mesa a los sujetos/objetos de los que se ha decidido su descalificación temporal. Que sólo ocupen, por tanto, el espacio de la mesa de operaciones, concentrados, pálidos, muertos de miedo. Porque el pensamiento viene de arriba, de una gran verdad y un gran corazón; y qué cierto es que si no se ejerciera ese metapensamiento y ese metalenguaje (¿Doblepensamiento?, ¿quién ha dicho eso?, ¡a ver si se atreve a decírmelo a la cara!, ¡a mí, que soy todo un científico social que chorrea wissenchaft por los poros de la piel!) la civilización entera desaparecería conforme se pone el sol por su punto obligado, y con ella esa cosita tan cara y poco agraciada que es la escuela. Agg!, la escuela, para que deje de ser tan fea tendremos que aplicarle ración tras ración de cosmética gramatical y embadurnarla de palabras de prestigio, afamadas por Nos los Ilustres paseantes fijos del Jardín de Academos (¿Doblelenguaje he oído?, ¿quién es el blasfemo sacrílego y reaccionario que ofende mis oídos de doncella manchada en su pureza que está escondida detrás de una coraza de cristal escamosa de sabio?), Nos los pedagogos, metaeducadores y clientes fijos de la situación ideal de habla (¡por favor!, que guarden silencio los malditos desafectos, y ¡sí!, mil veces malnacidos y autoritarios y burocratizados y malvados), que dormimos por la noche en el gran hotel Comunidad Ideal de Comunicación, en habitaciones chic donde el tiempo pasa tan despacio que se paladea, porque nuestro tiempo tiene sustancia: memoria, presencia del presente y esperanza del futuro. No como en la escuela de los autoritarios comeinsectos matatiempos, portadores cuasiirracionales de un "tiempo fugaz" que Yo, el Gramático, estudio y condeno a la mayor gloria del Tiempo, que me coincide con la Eternidad y la Razón: lo fugaz no es y, como virtual nada, no se puede decir que sea otra cosa que irracional (me salen por la frente perlas del sudor del saber que pasó por Jena y no deja de veranear en Jerusalén; pero ¿quién dice esto?, me parece que he sido yo, alguien habla por mí, y no puede ser eso que dices tú, mi archienemeigo, no puede ser esa Ideología que dices porque yo sólo soy sabio y puro desinterés)---

" ... una racionalidad totalitaria y miope": Buenas, soy el que interrumpía, el archienemigo del Archisaber, odiador sempiterno de gramáticos resecos, que ven la fugacidad del tiempo en el espejo mezquino de su corazón. Aunque no manejan sólo un espejo engañoso (no son tan ingenuos como para ser pacíficos y meramente proyectores de un odio íntimo). Se sirven también de un martillo de palabras groseras y malintencionadas, capaces de emporcar la sencillez y el don de enseñar y aprender. ¡Nada menos que una racionalidad totalitaria y miope encarna en el maestro modesto que asiste "puntual" (signo sin equívocos de burocracia, autoritarismo, linealidad y pobreza conceptual) a su trabajo. Y el inocente leedor y glosador que se maneja con el texto, ese cliente que compra en las expendedurías del saber del saber (la pedagogía) no tiene más remedio, asombrado por las grandes palabras ("totalitaria", TOTALIDAD, TOTALITARISMO; racionalidad totalitaria, CAMPOS DE CONCENTRACIÓN, exterminio, escuela = muerte, ilustración = antilustración, maestro = enemigo del pueblo, de la verdad y de la vida), derretido en el fuego del amor revelado en un momento que él ya no se esperaba, a este pobre ser no le queda otra posibilidad -me digo- que salir a coger maestros como si se las hubiera con mariposas (ha llovido, y la naturaleza otoñal es pródiga en esos bellos seres) igual de fugitivas que la carencia temporal de la escuela, y clavarlas en la red conceptual. Y luego a ese crimen lo llama vida.

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