26 de noviembre de 2007

Críticas escolares: Ternon/Helman

Yves Ternon/Sócrates Helman: Historia de la Medicina SS

El lector (yo, tú) asiste a un mundo alucinado del que se hubieran perdido aun los rudimentos de una humanidad mínima. Porque de eso se trata, de que una raza de señores, embutidos en sus batas blancas, tienen derecho de vida y muerte sobre los desgraciados que han caído en sus manos. Todo a la cuenta "gloriosa" de un fundamentalismo racial (ultranacionalismo de la sangre y el suelo, del volk) que antepone a cualquier realidad social el prefijo bio- , en un sentido radicalmente socialdarwinista. Biopolítica que se prolonga en bioeconomía, según las exigencias de una guerra total que demandaba desde el inicio el imperativo del "espacio vital", que representa la sagrada base malthusiana de esta bioética nacionalsocialista, que tiene en los campos de concentración y de muerte su laboratorio experimental más perfeccionado. El ser reducido a útil económico es empleable, naturalmente, como objeto neutro de investigación: prescindible, quiero decir. Como los malvados que se prestan voluntariamente al juego conocen perfectamente -puesto que los médicos nazis conocen y a veces trabajan junto con los médicos esclavos internados- la inmoralidad fundamental de sus prácticas -el médico nazi mezcla el respeto al desprecio que le merece el colega esclavo: no puede evitarlo- resultará el colmo del cinismo el que en los juicios posteriores a la derrota del nazismo basen parte de su defensa en que con sus experimentos libraban de la muerte directa a sus miserables cobayos. La realidad contrada es atroz, más atroz una vez que se cobra conciencia de la horrible vulgaridad pequeñoburguesa de los protagonistas activos del crimen (si se permite esta licencia de denominar pequeñoburgués a cualquier extensión del crimen y la ruindad moral). Corresponde a a algo así como una recuperación y planificación metódica, en la culta Europa, del extrañamiento que produce y está en la base de las peores experiencias coloniales africanas: similar confrontación de la raza de señores y la materia subhumana, de manera que al lector le corresponde oscilar de la indignación a la mirada helada (si ha de seguir leyendo, buscando comprender, explicar). Centrados en nuestras privadísimas vidas, nos ha de resultar casi inimaginable la cantidad de dolor experimentada por los "objetos" de los crímenes médicos en los lagers nazis (sin rostro, sin lenguaje). De ahí deducimos nuestra superioridad moral: del olvido, a la corta o o la larga, de las víctimas, sacrificadas una y otra vez en el altar del progreso biopolítico. No estaría de más pensar en que los experiementos nazis significaron -pudieron significar- una prospectiva cochambrosa de nuestras actuales y endiosantes aspiraciones en el ámbito de las biotecnologías.

2 comentarios:

Egoficción dijo...

Supongo que el actual culto a lo saludable, además de provocar el olvido de la muerte (a la que sa banaliza y de la que nos avergonzamos)también, al hilo de lo que cuentas significará algo así como la coartada en positivo de la vitalidad, y por lo tanto la indiscutibilidad, de nuestros infrahumanos modos de existencia.
Pero yo de esto ne sé nada. Te paso, Sr D.Autoficción, un capitulillo de la DEA de Her Guzman.

III. EL MOVIMIENTO NAZI COMO MOVIMIENTO BIOPOLÍTICO Y RACISTA.


III. 1. La destrucción de los judíos no fue un hecho aislado. Otros grupos sufrieron sus acciones mortales. No se puede reducir la política asesina nazi al antisemitismo. El antisemitismo se integra en un proyecto biopolítico, racista y geopolítico más amplio, en una magna utopía de reconstrucción racial de Europa central y oriental. Todo este conglomerado tiene implicaciones multigenocidas.
Como subraya Pier Paolo Poggio el exterminio de los judíos no puede no estar en el centro de la reflexión sobre el nazismo pero resulta imposible y equivocado aislar éste de los demás exterminios producidos por la máquina del terror nazi. Además del genocidio judío cabe hablar de otros genocidios, como el “genocidio psiquiátrico”, gitano, ruso, polaco, etcétera.
Foucault nos dice que no hay estado más biopolítico que el nazi. Para Foucault la biopolítica es una técnica de poder nueva que nace en el siglo XIX. Esta poder recae sobre la población en conjunto, toma en cuenta los procesos biológicos, quiere realzar la vida, regularizarla, intervenir sobre ella, controlar sus riesgos y deficiencias.
¿Cómo un estado biopolítico puede matar tanto como el nazi? Nos dice Foucault que se puede hacer a través del racismo. Éste es el medio de introducir “un corte en el ámbito de la vida que el poder tomó a su cargo: el corte entre lo que deber vivir y lo que debe morir” . Fragmentando el continuun de la vida, por tanto, se puede establecer una relación entre mi vida, como perteneciente a una población o raza, y la muerte del otro, una relación no militar ni guerrera, sino de tipo biológico. Cuanto más mueran dentro de las razas inferiores y degeneradas perteneceré a una vida, a una población, a una raza mejor y más pura. Los enemigos no lo son en el sentido de adversarios políticos, sino peligrosos para la población, para la vida. El movimiento nazi fue absolutamente biopolítico, racista y asesino.

III. 2. Hannah Arendt señaló que la ideología racista no es una invención alemana sino que emergió en todos los países occidentales durante el siglo XIX. El racismo se convirtió en el arma ideológica de las políticas imperialistas. El África negra fue un laboratorio donde se producirían elementos que con el tiempo cristalizarían en el nazismo: las horribles matanzas como elementos ordinarios de la política exterior, la conversión de los pueblos en razas, el establecimiento del propio pueblo como raza de los señores, el tirar al cubo de la basura cualquier consideración ética y de respeto a los derechos humanos, etcétera: “Bajo la nariz de cualquiera existían ya muchos de los elementos que, reunidos, podían formar un Gobierno totalitario sobre la base del racismo” . Lo que luego serían las élites nazis tuvieron su fértil suelo en Africa.
Una ideología no es simplemente un conjunto de opiniones sino que afirma poseer la clave de la Historia, la solución a todos los enigmas del Universo, el conocimiento de las leyes ocultas que gobiernan al mundo .
Las ideología pretenden dar gato por liebre, lo intentan explicar todo y se revisten de “ciencia” y “filosofía”. Pero sin tener las características de la ciencia y la filosofía: se presetan como infalibles y no admiten críticas. No son pura teoría sino armas políticas. Sobre el aspecto “científico” de la ideología racista afirma H. Arendt: “Su aspecto científico es secundario y surge, en primer lugar, del deseo de proporcionar argumentos contundentes y en segundo lugar porque su poder persuasivo también alcanza a los científicos que dejan de interesarse entonces por el resultado de sus investigaciones, abandonan sus laboratorios y corren a predicar a la multitud sus nuevas interpretaciones de la vida y del mundo” . Afirma Arendt que los resultados de las investigaciones biológicas no son la causa del pensamiento y la ideología racial sino su consecuencia: Gobineau existió sin Darwin . El darwinismo conoció tanto éxito porque su lucha por la existencia y la supervivencia del más apto proporcionaban armas ideológicas al imperialismo. También se las proporcionó al nazismo.
La ideo-logía nazi no es el estudio científico (logos) de una idea (la raza). Su objeto no es la exploración científica de las razas humanas. Su objeto es la Historia. La ideología es la lógica de una “idea” y trata el curso de los acontecimientos como si siguieran la misma “ley” que la exposición lógica de su “idea”. La Historia sigue el mismo curso que la “idea” de raza . Como esa lógica de la “idea” es declarada infalible, lo que ocurre es que el movimiento “fabrica” la realidad conforme a la “idea”, ajusta la realidad a la “idea” y conforme a ella se organiza la vida de los militantes del movimiento, del país y del mundo. De esta manera la falsedad ideológica se convierte en “verdad”.

III. 3. En la obra de Hitler, Mi lucha , encontramos una ideología racista y una ideología antisemita. Hitler no ofrece ideas originales . Lo relevante en él es que se tomó en serio la “idea” de la raza: “no era sino un realizador, alguien que no habría hecho más que llevar adelante estas ideas hasta el final, un ejecutor de lo que hasta entonces habían sido sólo ideas, un mero lacayo” .
Hitler no se piensa como un sujeto libre, arbitrario, sino como un ejecutor del movimiento propio de la naturaleza, a la que venera, un mero intérprete y aplicador de sus leyes, que son dos. La primera es la aristocrática “ley de la selección”: en la lucha por la vida privilegia a los más fuertes y elimina a los débiles. La humanidad se fragmenta en razas, tan separadas como las especies, cada una de un valor distinto. Los sujetos y fuerzas motoras de la historia son las razas. La segunda ley es la “ley de la pureza racial”, de la endogamia racial, cuya violación acarrea la decadencia de la raza. En la cima de la jerarquía está la raza aria (o nórdica o germana), en el estrato más bajo los judíos.
Todos los logros culturales valiosos son producto del ario. Su decadencia implica la decadencia de la humanidad. Sus gran enemigo ha sido el judío, que ha introducido ideas contrarias a la naturaleza, como la tabla de los mandamientos, el cristianismo, la Ilustración, el liberalismo, la democracia y el marxismo. Por obra del judío toda la historia humana es un completo desvarío que ha debilitado a la raza superior y a la humanidad. Esta polaridad mítica entre el ario y el judío, el bien y el mal, es esencial en Hitler. Los judíos más que constituir una raza constituyen una “antirraza”, pues quieren destruir el orden natural de las razas para llegar a una mezcla general del género humano. Del resultado de la lucha entre el ario y el judío depende el destino del planeta.
El hombre forma parte de la naturaleza, es un eslabón más y no puede regirse por otras reglas. La naturaleza ha de ser liberada y protegida de las agresiones de la cultura antinatural. La raza aria actual estaba profundamente corrompida, enferma, por las sucesivas mezclas de sangre, por ciertas ideas, por una medicina que paraliza a la “ley de la selección”, que permite vivir y reproducirse a los débiles. La biopolítica nazi pretende recuperar la raza original perdida, fomentar la vida aria y eliminar todos los obstáculos a ésta.
Hitler se convierte en el gran médico y cirujano, el que corta por aquí y por allá trozos de vida enferma, el que lucha contra las “células cancerígenas” y las enfermedades que afectan al ”cuerpo ario”; el gran criador de la raza aria, el gran eugenésico, al modo de un criador de caballos y perros, el jardinero que poda las plantas y arranca las malas hierbas. La biopolíca nazi no sólo apunta a los extraños a la raza superior, sino también, a sus miembros, algunos de los cuales, los mejores (miembros de las SS especialmente seleccionados), deben ser alentados a procrear y los otros, los “defectuosos”, deben ser apartados de la reproducción e incluso de la vida.
La política nazi, por tanto, es biopolítica y ésta se transforma en geopolítica, pues la raza necesita “espacio vital” para su desarrollo. El territorio, conforme a la naturaleza, es para quien lo conquista. Las fronteras y la normas morales y políticas que impiden esta expansión imperial no son sino trabas artificiales impuestas a la naturaleza. El pueblo germano precisa de una expansión hacia el Este, a costa de Rusia, dominada por el judeo-bolchevismo. El espacio conquistado se ha de germanizar, aniquilando, expulsando y colonizando a los pueblos autóctonos, reintegrando a esta unidad vital aria a todos los territorios culturalmente germanos. El pueblo dominador ario convertiría a los inferiores en bestias de carga.
Por tanto, encontramos en Hitler una ideología racista y dentro de ella y superpuesta una ideología antisemita. Si bien el antisemitismo no tiene por qué ser racista, ni el racismo tiene por qué ser antisemita, en el caso de Hitler y del nazismo nos encontramos con un antisemitismo racista y con un racismo antisemita. El antisemitismo es central al nazismo, pero enmarcado en una ideología racista. Sus enemigos no son sólo los judíos, aunque sí los principales. De esta manera se explica por qué los judíos no fueron sus únicas víctimas, pero también por qué fueron las centrales. Parece que en el orden de descubrimiento de Hitler primero estaría el antisemitismo, luego a partir de él elaboraría una teoría racista y una ideología anticomunista ligada a un sueño imperialista o de búsqueda de “espacio vital” para la raza superior .

III. 4. Conforme a Burrin la identidad política del régimen nazi incorporaba tres valores clave: salud, poder y cultura, todos ellos interpretados desde una perspectiva racista y vinculados unos con otros. La salud es una condición indispensable del poder y éste a su vez crea la cultura. El poder es el pivote, el valor principal. Estos tres valores eran el norte de la política nazi.
La salud es la pureza racial, la limpieza, el trabajo y el buen estado físico. El hombre ario sano, limpio, laborioso, deportista, casado con una mujer de su misma raza que le da muchos hijos, se convierte en modelo y norma. Todo aquello que se desvía de esa norma (enfermedad, desviación social, tara racial) se convierte en objeto de las medidas de extirpación: esterilización, eutanasia, reclusión en campos de concentración.
En el ámbito de este valor, los judíos son un blanco entre otros. Aún así el modelo reactivaba específicamente la imagen negativa de los judios: parasitismo judío por oposición al trabajo productivo alemán; asociación con la suciedad, metáforas del “microbio judío” y el “cáncer judío”. Pero es respecto a los otros valores, poder y cultura, donde los judíos no son un grupo más entre los otros.

III. 5. La biopolítica nazi tenía dos caras: una positiva, que consistía en su preocupación por la salud y por la vida (aria); y otra negativa, de acoso y eliminación de los “factores dañinos” a esa vida.
En el lado positivo de su biopolítica su preocupación por la vida y la salud se tradujo en una política sanitaria y de seguridad laboral muy desarrollada. La medicina del Tercer Reich fue la primera en demostrar el vínculo entre el tabaquismo y el cáncer. La creencia errónea de que las mutaciones cancerígenas eran hereditarias facilitó que estos descubrimientos adquirieran dimensiones dramáticas en cuanto al daño que podrían ocasionar a la vida aria, a la “comunidad nacional”. Había que protegerla. Por ello los nazis llevaron a cabo la campaña antitabaco más agresiva de la historia moderna. Los carteles de “Prohibido fumar”, hoy frecuentes pero no entonces, proliferaron en todos los edificios públicos, especialmente en las oficinas y salas de espera, pues se había intuido el riesgo del tabaquismo pasivo. En los trenes había vagones para no fumadores y a los infractores se les ponía multas. El rector de la universidad de Jena prohibió fumar en el campus.
La guerra nazi contra el cáncer fue total, diversas sustancias fueron relacionadas con el cáncer, como ciertos colorantes y el amianto. Se abogó por revisiones periódicas, por exámenes regulares de los trabajadores, por medidas de seguridad en el trabajo. Se hacían recomendaciones nutricionales en el deseo de prevenir el cáncer. También se llevó a cabo una fuerte campaña contra el alcohol, pues sospechaban una relación entre alcohol y cáncer. Merced a todo esto Alemania se situó a la cabeza de los países del mundo en política de salud y seguridad.
Pero todas estas medidas tenían un fundamento racista y el cáncer fue explotado metafóricamente por el régimen en clave antisemita, pués el judío no era sino un cáncer instalado en el “cuerpo del pueblo alemán”, y había que actuar contra él. La lucha preventiva contra el cáncer no fue sino el prólogo de todos los combates destinados a extirpar todos los “tumores malignos” del cuerpo social .
En el lado negativo de la bio-geo-política nazi, si inicialmente el régimen se conformó con impedir el nacimiento de personas con enfermedades hereditarias a través de la esterilización y la prohibición del matrimonio de éstos y de los judíos con los arios sanos , con posterioridad diversos grupos fueron objeto de destrucción física y “en la medida en que la matanza se dirigió contra no judíos, el acto fue llevado a cabo antes de la aniquilación de los judíos y durante la misma, con los mismos medios y a menudo por el mismo personal” . Las actividades destructivas abarcaron tres categorías generales de individuos: enfermos o discapacitados; aquellos considerados amenazadores o peligrosos debido a su comportamientos y los pertenecientes a determinadas nacionalidades.
Al inicio de la guerra, Hitler ordenó personalmente la liquidación física de los enfermos mentales o discapacitados . La mayoría de las victimas de este programa “eutanásico” (bautizado Aktion T4) residían en sanatorios psiquiátricos. Se cobró la vida de unos cien mil adultos y niños alemanes. Esta es la operación en la que se empleó por primera vez la cámara de gas. Esta operación fue muy problemática porque las víctimas de la eutanasia eran parientes de familias comunes. Suscitó temor y ansiedad en la sociedad alemana respecto a la posible inclusión de los ancianos y llevó a la crítica pública del obispo católico Galen. Por todo esto el programa fue suspendido en 1941 .
Este “genocidio psiquiátrico” es fundamental en tanto preparó las “fábricas de la muerte”, tanto por la creencia en que se basaban (las “vidas indignas de vivir”) como por su organización (la división del trabajo) y su personal (técnico). Los mandos de Chelmno, Belzez, Sobibor y Treblinka no provenían de la administración de los campos de concentración, sino de los institutos de eutanasia.
Contra aquellos cuya conducta se consideraba una amenaza para la sociedad se crearon en principio los campos de concentración. Peligrosos eran los comunistas y otros opositores políticos, los Testigos de Jehová, los delincuentes habituales, los “asociales”, los “vagos” y los hombres homosexuales.
Las acciones basadas en criterios nacionales o étnicos fue una empresa más amplia. No se trataba de diferenciar entre conjunto de la población y un grupo específico destinado a la muerte o al campo de concentración. Se trataba de establecer una auténtica jerarquía de naciones dentro de Alemania y de los territorios ocupados, lo que implicaba a decenas de millones de individuos.
El grupo más favorecido fueron los habitantes de etnia alemana que residían fuera de Alemania pero eran culturalmente alemanes. Tras el inicio de la guerra fueron invitados a volver a Alemania y recibieron privilegios en los territorios ocupados.
La siguiente categoría en la jerarquía fue la denominada “germánica”: noruegos, daneses, holandeses y flamencos. Este grupo podía acceder sexualmente a las mujeres alemanas y contraer matrimonio sin necesidad de autorización. Eran los únicos que tenían ese privilegio. El objetivo distante para esas nacionalidades era la germanización definitiva.
Un grupo más amplio, ni cumplimentado ni menospreciado, grupo intermedio, abarcaba desde checos, franceses y valones a griegos y serbios.
La capa inferior incluía a la mayoría de los europeos orientales. Este grupo tenía prohibido mantener relaciones sexuales con alemanas. La categoría inferior de este agregado de naciones, que en 1943 incluía a los italianos, se revela en prácticas como la toma de rehenes y las represalias. Entre estos había gradaciones: los estonios por encima de los letones, los letones por encima de los lituanos, y los tres por encima de los ucranianos. Los prisioneros de guerra soviéticos de nacionalidad báltica o ucraniana eran elegibles para la liberación, y tanto bálticos como ucranianos fueron reclutados en los batallones de policía. En otros aspectos, sin embargo, los ucranianos estaban expuestos a las mismas privaciones que los bielorrusos, los rusos y los polacos, principalmente la requisa de sus cosechas y el trabajo forzoso en Alemania.
Tras la invasión de Polonia había que implantar colonos alemanes y germanizar el territorio. Este programa se inició en Polonia y había que extenderlo a toda Europa del Este. Se preveían gigantescos desplazamientos de poblaciones que permitirían colonizar y germanizar los espacios eslavos estratégicos. La remodelación humana debía afectar a decenas de millones de personas, a las que había que someter, deportar y finalmente exterminar. El “Plan General Este” incluía desde 1941 la desaparición por hambre de 30 millones de rusos en pocos años. Este plan fue formulado antes de la Solución Final e incluso del comienzo de la invasión de la Unión Soviética. No es accidental, por tanto, que antes del final del 1941, se dejara morir de hambre a cerca de tres millones de prisioneros de guerra soviéticos. Hannah Arendt señala la confluencia en el caso de los judíos del Este del antisemitismo con los proyectos racistas de ingeniería social y demográfica: “Las medidas adoptadas contra los judíos del Este no fueron únicamente el resultado del antisemitismo, sino que formaban parte de una política demográfica global, en el curso de cuya ejecución, caso de que los alemanes hubieran ganado la guerra, los polacos hubieran sufrido el mismo destino que los judíos, es decir, el genocidio”.
Judíos y gitanos fueron los grupos que más sufrieron la acción genocida de los nazis. La persecución nazi de los gitanos se situó en la confluencia y “superposición de dos utopías, la que pretendía crear una comunidad sin desviación social y la que trataba de mantener la pureza de la raza” . Fueron, en uno u otro momento, objeto de medidas de esterilización, sedentarización, enviados a los campos de concentración como asociales, y finalmente encaminados al exterminio en cuanto raza a partir de 1939. La voluntad de genocidio de los nazis hacia los gitanos fue menos coherente que en el caso de los judíos, incluso había una categoría exenta del exterminio, los de “pura raza”. “El gitano” ocupaba un lugar insignificante en la visión del mundo de Hitler, no eran su enemigo total y universal.
El lugar central dentro de la cosmovisión nazi lo ocupaban los judíos. Ellos fueron sus víctimas centrales, los únicos para los que hubo un dispositivo exterminador coherente y completo, estuvieran en el lugar de Europa donde estuvieran, sin posible excepción, “todos los judios” estaban destinados a la eliminación.


















política asesina nazi al antisemitismo. El antisemitismo se integra en un proyecto biopolítico, racista y geopolítico más amplio, en una magna utopía de reconstrucción racial de Europa central y oriental. Todo este conglomerado tiene implicaciones multigenocidas.
Como subraya Pier Paolo Poggio el exterminio de los judíos no puede no estar en el centro de la reflexión sobre el nazismo pero resulta imposible y equivocado aislar éste de los demás exterminios producidos por la máquina del terror nazi. Además del genocidio judío cabe hablar de otros genocidios, como el “genocidio psiquiátrico”, gitano, ruso, polaco, etcétera.
Foucault nos dice que no hay estado más biopolítico que el nazi. Para Foucault la biopolítica es una técnica de poder nueva que nace en el siglo XIX. Esta poder recae sobre la población en conjunto, toma en cuenta los procesos biológicos, quiere realzar la vida, regularizarla, intervenir sobre ella, controlar sus riesgos y deficiencias.
¿Cómo un estado biopolítico puede matar tanto como el nazi? Nos dice Foucault que se puede hacer a través del racismo. Éste es el medio de introducir “un corte en el ámbito de la vida que el poder tomó a su cargo: el corte entre lo que deber vivir y lo que debe morir” . Fragmentando el continuun de la vida, por tanto, se puede establecer una relación entre mi vida, como perteneciente a una población o raza, y la muerte del otro, una relación no militar ni guerrera, sino de tipo biológico. Cuanto más mueran dentro de las razas inferiores y degeneradas perteneceré a una vida, a una población, a una raza mejor y más pura. Los enemigos no lo son en el sentido de adversarios políticos, sino peligrosos para la población, para la vida. El movimiento nazi fue absolutamente biopolítico, racista y asesino.

III. 2. Hannah Arendt señaló que la ideología racista no es una invención alemana sino que emergió en todos los países occidentales durante el siglo XIX. El racismo se convirtió en el arma ideológica de las políticas imperialistas. El África negra fue un laboratorio donde se producirían elementos que con el tiempo cristalizarían en el nazismo: las horribles matanzas como elementos ordinarios de la política exterior, la conversión de los pueblos en razas, el establecimiento del propio pueblo como raza de los señores, el tirar al cubo de la basura cualquier consideración ética y de respeto a los derechos humanos, etcétera: “Bajo la nariz de cualquiera existían ya muchos de los elementos que, reunidos, podían formar un Gobierno totalitario sobre la base del racismo” . Lo que luego serían las élites nazis tuvieron su fértil suelo en Africa.
Una ideología no es simplemente un conjunto de opiniones sino que afirma poseer la clave de la Historia, la solución a todos los enigmas del Universo, el conocimiento de las leyes ocultas que gobiernan al mundo .
Las ideología pretenden dar gato por liebre, lo intentan explicar todo y se revisten de “ciencia” y “filosofía”. Pero sin tener las características de la ciencia y la filosofía: se presetan como infalibles y no admiten críticas. No son pura teoría sino armas políticas. Sobre el aspecto “científico” de la ideología racista afirma H. Arendt: “Su aspecto científico es secundario y surge, en primer lugar, del deseo de proporcionar argumentos contundentes y en segundo lugar porque su poder persuasivo también alcanza a los científicos que dejan de interesarse entonces por el resultado de sus investigaciones, abandonan sus laboratorios y corren a predicar a la multitud sus nuevas interpretaciones de la vida y del mundo” . Afirma Arendt que los resultados de las investigaciones biológicas no son la causa del pensamiento y la ideología racial sino su consecuencia: Gobineau existió sin Darwin . El darwinismo conoció tanto éxito porque su lucha por la existencia y la supervivencia del más apto proporcionaban armas ideológicas al imperialismo. También se las proporcionó al nazismo.
La ideo-logía nazi no es el estudio científico (logos) de una idea (la raza). Su objeto no es la exploración científica de las razas humanas. Su objeto es la Historia. La ideología es la lógica de una “idea” y trata el curso de los acontecimientos como si siguieran la misma “ley” que la exposición lógica de su “idea”. La Historia sigue el mismo curso que la “idea” de raza . Como esa lógica de la “idea” es declarada infalible, lo que ocurre es que el movimiento “fabrica” la realidad conforme a la “idea”, ajusta la realidad a la “idea” y conforme a ella se organiza la vida de los militantes del movimiento, del país y del mundo. De esta manera la falsedad ideológica se convierte en “verdad”.

III. 3. En la obra de Hitler, Mi lucha , encontramos una ideología racista y una ideología antisemita. Hitler no ofrece ideas originales . Lo relevante en él es que se tomó en serio la “idea” de la raza: “no era sino un realizador, alguien que no habría hecho más que llevar adelante estas ideas hasta el final, un ejecutor de lo que hasta entonces habían sido sólo ideas, un mero lacayo” .
Hitler no se piensa como un sujeto libre, arbitrario, sino como un ejecutor del movimiento propio de la naturaleza, a la que venera, un mero intérprete y aplicador de sus leyes, que son dos. La primera es la aristocrática “ley de la selección”: en la lucha por la vida privilegia a los más fuertes y elimina a los débiles. La humanidad se fragmenta en razas, tan separadas como las especies, cada una de un valor distinto. Los sujetos y fuerzas motoras de la historia son las razas. La segunda ley es la “ley de la pureza racial”, de la endogamia racial, cuya violación acarrea la decadencia de la raza. En la cima de la jerarquía está la raza aria (o nórdica o germana), en el estrato más bajo los judíos.
Todos los logros culturales valiosos son producto del ario. Su decadencia implica la decadencia de la humanidad. Sus gran enemigo ha sido el judío, que ha introducido ideas contrarias a la naturaleza, como la tabla de los mandamientos, el cristianismo, la Ilustración, el liberalismo, la democracia y el marxismo. Por obra del judío toda la historia humana es un completo desvarío que ha debilitado a la raza superior y a la humanidad. Esta polaridad mítica entre el ario y el judío, el bien y el mal, es esencial en Hitler. Los judíos más que constituir una raza constituyen una “antirraza”, pues quieren destruir el orden natural de las razas para llegar a una mezcla general del género humano. Del resultado de la lucha entre el ario y el judío depende el destino del planeta.
El hombre forma parte de la naturaleza, es un eslabón más y no puede regirse por otras reglas. La naturaleza ha de ser liberada y protegida de las agresiones de la cultura antinatural. La raza aria actual estaba profundamente corrompida, enferma, por las sucesivas mezclas de sangre, por ciertas ideas, por una medicina que paraliza a la “ley de la selección”, que permite vivir y reproducirse a los débiles. La biopolítica nazi pretende recuperar la raza original perdida, fomentar la vida aria y eliminar todos los obstáculos a ésta.
Hitler se convierte en el gran médico y cirujano, el que corta por aquí y por allá trozos de vida enferma, el que lucha contra las “células cancerígenas” y las enfermedades que afectan al ”cuerpo ario”; el gran criador de la raza aria, el gran eugenésico, al modo de un criador de caballos y perros, el jardinero que poda las plantas y arranca las malas hierbas. La biopolíca nazi no sólo apunta a los extraños a la raza superior, sino también, a sus miembros, algunos de los cuales, los mejores (miembros de las SS especialmente seleccionados), deben ser alentados a procrear y los otros, los “defectuosos”, deben ser apartados de la reproducción e incluso de la vida.
La política nazi, por tanto, es biopolítica y ésta se transforma en geopolítica, pues la raza necesita “espacio vital” para su desarrollo. El territorio, conforme a la naturaleza, es para quien lo conquista. Las fronteras y la normas morales y políticas que impiden esta expansión imperial no son sino trabas artificiales impuestas a la naturaleza. El pueblo germano precisa de una expansión hacia el Este, a costa de Rusia, dominada por el judeo-bolchevismo. El espacio conquistado se ha de germanizar, aniquilando, expulsando y colonizando a los pueblos autóctonos, reintegrando a esta unidad vital aria a todos los territorios culturalmente germanos. El pueblo dominador ario convertiría a los inferiores en bestias de carga.
Por tanto, encontramos en Hitler una ideología racista y dentro de ella y superpuesta una ideología antisemita. Si bien el antisemitismo no tiene por qué ser racista, ni el racismo tiene por qué ser antisemita, en el caso de Hitler y del nazismo nos encontramos con un antisemitismo racista y con un racismo antisemita. El antisemitismo es central al nazismo, pero enmarcado en una ideología racista. Sus enemigos no son sólo los judíos, aunque sí los principales. De esta manera se explica por qué los judíos no fueron sus únicas víctimas, pero también por qué fueron las centrales. Parece que en el orden de descubrimiento de Hitler primero estaría el antisemitismo, luego a partir de él elaboraría una teoría racista y una ideología anticomunista ligada a un sueño imperialista o de búsqueda de “espacio vital” para la raza superior .

III. 4. Conforme a Burrin la identidad política del régimen nazi incorporaba tres valores clave: salud, poder y cultura, todos ellos interpretados desde una perspectiva racista y vinculados unos con otros. La salud es una condición indispensable del poder y éste a su vez crea la cultura. El poder es el pivote, el valor principal. Estos tres valores eran el norte de la política nazi.
La salud es la pureza racial, la limpieza, el trabajo y el buen estado físico. El hombre ario sano, limpio, laborioso, deportista, casado con una mujer de su misma raza que le da muchos hijos, se convierte en modelo y norma. Todo aquello que se desvía de esa norma (enfermedad, desviación social, tara racial) se convierte en objeto de las medidas de extirpación: esterilización, eutanasia, reclusión en campos de concentración.
En el ámbito de este valor, los judíos son un blanco entre otros. Aún así el modelo reactivaba específicamente la imagen negativa de los judios: parasitismo judío por oposición al trabajo productivo alemán; asociación con la suciedad, metáforas del “microbio judío” y el “cáncer judío”. Pero es respecto a los otros valores, poder y cultura, donde los judíos no son un grupo más entre los otros.

III. 5. La biopolítica nazi tenía dos caras: una positiva, que consistía en su preocupación por la salud y por la vida (aria); y otra negativa, de acoso y eliminación de los “factores dañinos” a esa vida.
En el lado positivo de su biopolítica su preocupación por la vida y la salud se tradujo en una política sanitaria y de seguridad laboral muy desarrollada. La medicina del Tercer Reich fue la primera en demostrar el vínculo entre el tabaquismo y el cáncer. La creencia errónea de que las mutaciones cancerígenas eran hereditarias facilitó que estos descubrimientos adquirieran dimensiones dramáticas en cuanto al daño que podrían ocasionar a la vida aria, a la “comunidad nacional”. Había que protegerla. Por ello los nazis llevaron a cabo la campaña antitabaco más agresiva de la historia moderna. Los carteles de “Prohibido fumar”, hoy frecuentes pero no entonces, proliferaron en todos los edificios públicos, especialmente en las oficinas y salas de espera, pues se había intuido el riesgo del tabaquismo pasivo. En los trenes había vagones para no fumadores y a los infractores se les ponía multas. El rector de la universidad de Jena prohibió fumar en el campus.
La guerra nazi contra el cáncer fue total, diversas sustancias fueron relacionadas con el cáncer, como ciertos colorantes y el amianto. Se abogó por revisiones periódicas, por exámenes regulares de los trabajadores, por medidas de seguridad en el trabajo. Se hacían recomendaciones nutricionales en el deseo de prevenir el cáncer. También se llevó a cabo una fuerte campaña contra el alcohol, pues sospechaban una relación entre alcohol y cáncer. Merced a todo esto Alemania se situó a la cabeza de los países del mundo en política de salud y seguridad.
Pero todas estas medidas tenían un fundamento racista y el cáncer fue explotado metafóricamente por el régimen en clave antisemita, pués el judío no era sino un cáncer instalado en el “cuerpo del pueblo alemán”, y había que actuar contra él. La lucha preventiva contra el cáncer no fue sino el prólogo de todos los combates destinados a extirpar todos los “tumores malignos” del cuerpo social .
En el lado negativo de la bio-geo-política nazi, si inicialmente el régimen se conformó con impedir el nacimiento de personas con enfermedades hereditarias a través de la esterilización y la prohibición del matrimonio de éstos y de los judíos con los arios sanos , con posterioridad diversos grupos fueron objeto de destrucción física y “en la medida en que la matanza se dirigió contra no judíos, el acto fue llevado a cabo antes de la aniquilación de los judíos y durante la misma, con los mismos medios y a menudo por el mismo personal” . Las actividades destructivas abarcaron tres categorías generales de individuos: enfermos o discapacitados; aquellos considerados amenazadores o peligrosos debido a su comportamientos y los pertenecientes a determinadas nacionalidades.
Al inicio de la guerra, Hitler ordenó personalmente la liquidación física de los enfermos mentales o discapacitados . La mayoría de las victimas de este programa “eutanásico” (bautizado Aktion T4) residían en sanatorios psiquiátricos. Se cobró la vida de unos cien mil adultos y niños alemanes. Esta es la operación en la que se empleó por primera vez la cámara de gas. Esta operación fue muy problemática porque las víctimas de la eutanasia eran parientes de familias comunes. Suscitó temor y ansiedad en la sociedad alemana respecto a la posible inclusión de los ancianos y llevó a la crítica pública del obispo católico Galen. Por todo esto el programa fue suspendido en 1941 .
Este “genocidio psiquiátrico” es fundamental en tanto preparó las “fábricas de la muerte”, tanto por la creencia en que se basaban (las “vidas indignas de vivir”) como por su organización (la división del trabajo) y su personal (técnico). Los mandos de Chelmno, Belzez, Sobibor y Treblinka no provenían de la administración de los campos de concentración, sino de los institutos de eutanasia.
Contra aquellos cuya conducta se consideraba una amenaza para la sociedad se crearon en principio los campos de concentración. Peligrosos eran los comunistas y otros opositores políticos, los Testigos de Jehová, los delincuentes habituales, los “asociales”, los “vagos” y los hombres homosexuales.
Las acciones basadas en criterios nacionales o étnicos fue una empresa más amplia. No se trataba de diferenciar entre conjunto de la población y un grupo específico destinado a la muerte o al campo de concentración. Se trataba de establecer una auténtica jerarquía de naciones dentro de Alemania y de los territorios ocupados, lo que implicaba a decenas de millones de individuos.
El grupo más favorecido fueron los habitantes de etnia alemana que residían fuera de Alemania pero eran culturalmente alemanes. Tras el inicio de la guerra fueron invitados a volver a Alemania y recibieron privilegios en los territorios ocupados.
La siguiente categoría en la jerarquía fue la denominada “germánica”: noruegos, daneses, holandeses y flamencos. Este grupo podía acceder sexualmente a las mujeres alemanas y contraer matrimonio sin necesidad de autorización. Eran los únicos que tenían ese privilegio. El objetivo distante para esas nacionalidades era la germanización definitiva.
Un grupo más amplio, ni cumplimentado ni menospreciado, grupo intermedio, abarcaba desde checos, franceses y valones a griegos y serbios.
La capa inferior incluía a la mayoría de los europeos orientales. Este grupo tenía prohibido mantener relaciones sexuales con alemanas. La categoría inferior de este agregado de naciones, que en 1943 incluía a los italianos, se revela en prácticas como la toma de rehenes y las represalias. Entre estos había gradaciones: los estonios por encima de los letones, los letones por encima de los lituanos, y los tres por encima de los ucranianos. Los prisioneros de guerra soviéticos de nacionalidad báltica o ucraniana eran elegibles para la liberación, y tanto bálticos como ucranianos fueron reclutados en los batallones de policía. En otros aspectos, sin embargo, los ucranianos estaban expuestos a las mismas privaciones que los bielorrusos, los rusos y los polacos, principalmente la requisa de sus cosechas y el trabajo forzoso en Alemania.
Tras la invasión de Polonia había que implantar colonos alemanes y germanizar el territorio. Este programa se inició en Polonia y había que extenderlo a toda Europa del Este. Se preveían gigantescos desplazamientos de poblaciones que permitirían colonizar y germanizar los espacios eslavos estratégicos. La remodelación humana debía afectar a decenas de millones de personas, a las que había que someter, deportar y finalmente exterminar. El “Plan General Este” incluía desde 1941 la desaparición por hambre de 30 millones de rusos en pocos años. Este plan fue formulado antes de la Solución Final e incluso del comienzo de la invasión de la Unión Soviética. No es accidental, por tanto, que antes del final del 1941, se dejara morir de hambre a cerca de tres millones de prisioneros de guerra soviéticos. Hannah Arendt señala la confluencia en el caso de los judíos del Este del antisemitismo con los proyectos racistas de ingeniería social y demográfica: “Las medidas adoptadas contra los judíos del Este no fueron únicamente el resultado del antisemitismo, sino que formaban parte de una política demográfica global, en el curso de cuya ejecución, caso de que los alemanes hubieran ganado la guerra, los polacos hubieran sufrido el mismo destino que los judíos, es decir, el genocidio”.
Judíos y gitanos fueron los grupos que más sufrieron la acción genocida de los nazis. La persecución nazi de los gitanos se situó en la confluencia y “superposición de dos utopías, la que pretendía crear una comunidad sin desviación social y la que trataba de mantener la pureza de la raza” . Fueron, en uno u otro momento, objeto de medidas de esterilización, sedentarización, enviados a los campos de concentración como asociales, y finalmente encaminados al exterminio en cuanto raza a partir de 1939. La voluntad de genocidio de los nazis hacia los gitanos fue menos coherente que en el caso de los judíos, incluso había una categoría exenta del exterminio, los de “pura raza”. “El gitano” ocupaba un lugar insignificante en la visión del mundo de Hitler, no eran su enemigo total y universal.
El lugar central dentro de la cosmovisión nazi lo ocupaban los judíos. Ellos fueron sus víctimas centrales, los únicos para los que hubo un dispositivo exterminador coherente y completo, estuvieran en el lugar de Europa donde estuvieran, sin posible excepción, “todos los judios” estaban destinados a la eliminación.


Me partece que no han salido las notas al pié.

Nazismo y revisionismo histórico, pág. 30.
Hay que defender la sociedad, Curso del Collège de France (1975-1976), pág. 205-225.
FOUCALT, MICHEL, op. cit. pág. 218.

Los orígenes del totalitarismo, pág. 221.
ARENDT, HANNAH, op. cit. pág. 290.
ARENDT, HANNAH, op. cit. pág. 222. El racismo es una de las ideologías que llegó a la cima e interpreta la Historia como una lucha de razas. La otra ideología triunfante fue la que la interpretó como una lucha económica de clases.

ARENDT, HANNAH, op. cit. pág. 223.
ARENDT, HANNAH, op. cit. pág. 235.
ARENDT, HANNAH, op. cit. pág. 569.
Referirse a la ideología de Hitler a la hora de comprender el nazismo está justificado porque en el universo nazi todas las decisiones de importancia pasaban por él y dependen directa o indirectamente de su cosmovisión. No he trabajado directamente Mi lucha, entre otras cosas por la dificultad de acceso a una buena edición. Los derechos sobre este libro pertenecen al gobierno de Baviera e impide su difusión. Pienso que este texto es un importante elemento para comprender el nazismo.
Sus ideas son una amalgama de influencias: ideas del francés Arthur Comte de Gobineau recogidas en su influyente libro Ensayo sobre las desigualdades de las razas humanas (1855), ideas del ingles Houston Stewart Chamberlain, ideas socialdarwinistas con su extensión eugenésica, especialmente de Ernst Haeckel, influencias de Nietzsche, ideas antisemitas de Richard Wagner, el ariosofismo de Lanz von Liebenfels y Guido von List, ideas pangermanistas del político austríaco George von Schonerer, modelo de explotación política del antisemitismo del político austríaco Karl Lueger, ideas sobre el espacio vital de Kart Haushofer, ideas del abogado Kart Bindig y el psiquiatra Alfre Hoche sobre eutanasia, etcétera. Muchas de sus ideas aparecían como avaladas por la ciencia, aureoladas por su prestigio. Y Hitler contó con el apoyo amplio de la comunidad científica alemana que compartía su visión: biólogos, médicos, antropólogos, geógrafos apoyaron y desarrollaron esta ideología.
C. SCHMITT. Recogida la cita de POGGIO, PIER PAOLO, Nazismo y revisionismo histórico, pág. 67.

Esta exposición de la ideología racista de Hitler se basa en las siguientes obras: AMERY, CARL, Auschwitz, ¿comienza el siglo XXI?, cap. V y VI; BURRIN, PHILIPPE, Resentimiento y Apocalipsis. Ensayo sobre el antisemitismo nazi, pág. 52-54; SAFRANSKI, RÜDIGER, El mal o el drama de la libertad, pág. 236-237; CORNWELL, JOHN, Los científicos de Hitler. Ciencia, guerra y el pacto con el diablo, pág. 37-39, cap. 5, 6 y 13; SALA ROSE, ROSA, Diccionario crítico de mitos y símbolos del nazismo, entradas Ario, Espacio vital y Mein Kampf.
POGGIO, PIER PAOLO, Nazismo y revisionismo histórico, pág. 54.
BURRIN, PHILIPPE, Resentimiento y apocalipsis. Ensayo sobre el antisemitismo nazi, pág. 69-70.

Sobre el aspecto positivo de la biopolítica nazi he consultado los siguientes textos: CORNWELL, JOHN, Los científicos de Hitler. Ciencia, guerra y el pacto con el diablo, cap. 12; SALA ROSE, ROSA, Diccionario crítico de mitos y símbolos del nazismo, entrada Tabaquismo; BRUNETAU, BERNARD, El siglo de los genocidios. Violencias, masacres y procesos genocidas desde Armenia a Ruanda, pág. 141-142.
En 1933 la legislación eugenésica autorizó la esterilización de los enfermos hereditarios, trescientos mil alemanes con “defecto mental congénito, esquizofrenia, psicosis maníaco-depresiva, epilepsia, corea, ceguera, sordera, grave deformidad física y alcoholismo grave”.
HILBERG, RAUL, La destrucción de los judíos europeos, pág. 1100.
En lo que sigue me baso en las siguientes lecturas: HILBERG, RAUL, La destrucción de los judíos de Europa, pág. 1100-1110; WISTRICH, ROBERT S.,Hitler y el Holocausto, pág. 32-35; BRUNETEAU, BERNARD, El siglo de los genocidios. Violencias, masacres y procesos genocidas desde Armenia a Ruanda, pág. 144-150.

Ya no se conformaba con la esterilización. Pasó a aniquilar las “vidas indignas de vivir”. Fueron el abogado Kart Binding y el psiquiatra Alfred Hoche quienes popularizaron la fórmula “vida indigna de vivir” en su obra capital Autorización para aniquilar la vida indigna de vivir (1920). Bindig recomendaba que se autorizara a los médicos poner fin por propia iniciativa a una existencia dolorosa, también propugnaba que la sociedad debía acabar con una vida que constituyera una carga para ella. Hoche citaba los recursos malgastados en mantener vidas deficientes. Según él, los idiotas no tenían derecho a la vida, pues carecían de cualidades esenciales que le dan sentido a la vida. Este texto proporcionó argumentos a los nazis.
ARENDT, HANNAH, Los orígenes del totalitarismo, pág. 391, nota 16, nos da noticias de un proyecto de ley sanitaria, redactado por el mismo Hitler, donde “proponía aislar del resto de la población a todas las familias que contaran con algún caso de afecciones cardíacas o pulmonares, siendo, naturalmente, su liquidación física el siguiente paso”. Y HILBERG, RAUL, La destrucción de los judíos de Europa, pág, 1101-1102, da noticias de proyectos de eliminación de los feos.

Eichmann en Jerusalén. Un estudio de la banalidad del mal, pág. 315-316.
Entre doscientos cincuenta mil y medio millón de gitanos fueron enviados a la muerte entre 1939 y 1945, de forma simultánea al genocidio judio, dos tercios de los gitanos polacos murieron bajo la ocupación nazi.

Egoficción dijo...

Supongo que el actual culto a lo saludable, además de provocar el olvido de la muerte (a la que sa banaliza y de la que nos avergonzamos)también, al hilo de lo que cuentas significará algo así como la coartada en positivo de la vitalidad, y por lo tanto la indiscutibilidad, de nuestros infrahumanos modos de existencia.
Pero yo de esto ne sé nada. Te paso, Sr D.Autoficción, un capitulillo de la DEA de Her Guzman.

III. EL MOVIMIENTO NAZI COMO MOVIMIENTO BIOPOLÍTICO Y RACISTA.


III. 1. La destrucción de los judíos no fue un hecho aislado. Otros grupos sufrieron sus acciones mortales. No se puede reducir la política asesina nazi al antisemitismo. El antisemitismo se integra en un proyecto biopolítico, racista y geopolítico más amplio, en una magna utopía de reconstrucción racial de Europa central y oriental. Todo este conglomerado tiene implicaciones multigenocidas.
Como subraya Pier Paolo Poggio el exterminio de los judíos no puede no estar en el centro de la reflexión sobre el nazismo pero resulta imposible y equivocado aislar éste de los demás exterminios producidos por la máquina del terror nazi. Además del genocidio judío cabe hablar de otros genocidios, como el “genocidio psiquiátrico”, gitano, ruso, polaco, etcétera.
Foucault nos dice que no hay estado más biopolítico que el nazi. Para Foucault la biopolítica es una técnica de poder nueva que nace en el siglo XIX. Esta poder recae sobre la población en conjunto, toma en cuenta los procesos biológicos, quiere realzar la vida, regularizarla, intervenir sobre ella, controlar sus riesgos y deficiencias.
¿Cómo un estado biopolítico puede matar tanto como el nazi? Nos dice Foucault que se puede hacer a través del racismo. Éste es el medio de introducir “un corte en el ámbito de la vida que el poder tomó a su cargo: el corte entre lo que deber vivir y lo que debe morir” . Fragmentando el continuun de la vida, por tanto, se puede establecer una relación entre mi vida, como perteneciente a una población o raza, y la muerte del otro, una relación no militar ni guerrera, sino de tipo biológico. Cuanto más mueran dentro de las razas inferiores y degeneradas perteneceré a una vida, a una población, a una raza mejor y más pura. Los enemigos no lo son en el sentido de adversarios políticos, sino peligrosos para la población, para la vida. El movimiento nazi fue absolutamente biopolítico, racista y asesino.

III. 2. Hannah Arendt señaló que la ideología racista no es una invención alemana sino que emergió en todos los países occidentales durante el siglo XIX. El racismo se convirtió en el arma ideológica de las políticas imperialistas. El África negra fue un laboratorio donde se producirían elementos que con el tiempo cristalizarían en el nazismo: las horribles matanzas como elementos ordinarios de la política exterior, la conversión de los pueblos en razas, el establecimiento del propio pueblo como raza de los señores, el tirar al cubo de la basura cualquier consideración ética y de respeto a los derechos humanos, etcétera: “Bajo la nariz de cualquiera existían ya muchos de los elementos que, reunidos, podían formar un Gobierno totalitario sobre la base del racismo” . Lo que luego serían las élites nazis tuvieron su fértil suelo en Africa.
Una ideología no es simplemente un conjunto de opiniones sino que afirma poseer la clave de la Historia, la solución a todos los enigmas del Universo, el conocimiento de las leyes ocultas que gobiernan al mundo .
Las ideología pretenden dar gato por liebre, lo intentan explicar todo y se revisten de “ciencia” y “filosofía”. Pero sin tener las características de la ciencia y la filosofía: se presetan como infalibles y no admiten críticas. No son pura teoría sino armas políticas. Sobre el aspecto “científico” de la ideología racista afirma H. Arendt: “Su aspecto científico es secundario y surge, en primer lugar, del deseo de proporcionar argumentos contundentes y en segundo lugar porque su poder persuasivo también alcanza a los científicos que dejan de interesarse entonces por el resultado de sus investigaciones, abandonan sus laboratorios y corren a predicar a la multitud sus nuevas interpretaciones de la vida y del mundo” . Afirma Arendt que los resultados de las investigaciones biológicas no son la causa del pensamiento y la ideología racial sino su consecuencia: Gobineau existió sin Darwin . El darwinismo conoció tanto éxito porque su lucha por la existencia y la supervivencia del más apto proporcionaban armas ideológicas al imperialismo. También se las proporcionó al nazismo.
La ideo-logía nazi no es el estudio científico (logos) de una idea (la raza). Su objeto no es la exploración científica de las razas humanas. Su objeto es la Historia. La ideología es la lógica de una “idea” y trata el curso de los acontecimientos como si siguieran la misma “ley” que la exposición lógica de su “idea”. La Historia sigue el mismo curso que la “idea” de raza . Como esa lógica de la “idea” es declarada infalible, lo que ocurre es que el movimiento “fabrica” la realidad conforme a la “idea”, ajusta la realidad a la “idea” y conforme a ella se organiza la vida de los militantes del movimiento, del país y del mundo. De esta manera la falsedad ideológica se convierte en “verdad”.

III. 3. En la obra de Hitler, Mi lucha , encontramos una ideología racista y una ideología antisemita. Hitler no ofrece ideas originales . Lo relevante en él es que se tomó en serio la “idea” de la raza: “no era sino un realizador, alguien que no habría hecho más que llevar adelante estas ideas hasta el final, un ejecutor de lo que hasta entonces habían sido sólo ideas, un mero lacayo” .
Hitler no se piensa como un sujeto libre, arbitrario, sino como un ejecutor del movimiento propio de la naturaleza, a la que venera, un mero intérprete y aplicador de sus leyes, que son dos. La primera es la aristocrática “ley de la selección”: en la lucha por la vida privilegia a los más fuertes y elimina a los débiles. La humanidad se fragmenta en razas, tan separadas como las especies, cada una de un valor distinto. Los sujetos y fuerzas motoras de la historia son las razas. La segunda ley es la “ley de la pureza racial”, de la endogamia racial, cuya violación acarrea la decadencia de la raza. En la cima de la jerarquía está la raza aria (o nórdica o germana), en el estrato más bajo los judíos.
Todos los logros culturales valiosos son producto del ario. Su decadencia implica la decadencia de la humanidad. Sus gran enemigo ha sido el judío, que ha introducido ideas contrarias a la naturaleza, como la tabla de los mandamientos, el cristianismo, la Ilustración, el liberalismo, la democracia y el marxismo. Por obra del judío toda la historia humana es un completo desvarío que ha debilitado a la raza superior y a la humanidad. Esta polaridad mítica entre el ario y el judío, el bien y el mal, es esencial en Hitler. Los judíos más que constituir una raza constituyen una “antirraza”, pues quieren destruir el orden natural de las razas para llegar a una mezcla general del género humano. Del resultado de la lucha entre el ario y el judío depende el destino del planeta.
El hombre forma parte de la naturaleza, es un eslabón más y no puede regirse por otras reglas. La naturaleza ha de ser liberada y protegida de las agresiones de la cultura antinatural. La raza aria actual estaba profundamente corrompida, enferma, por las sucesivas mezclas de sangre, por ciertas ideas, por una medicina que paraliza a la “ley de la selección”, que permite vivir y reproducirse a los débiles. La biopolítica nazi pretende recuperar la raza original perdida, fomentar la vida aria y eliminar todos los obstáculos a ésta.
Hitler se convierte en el gran médico y cirujano, el que corta por aquí y por allá trozos de vida enferma, el que lucha contra las “células cancerígenas” y las enfermedades que afectan al ”cuerpo ario”; el gran criador de la raza aria, el gran eugenésico, al modo de un criador de caballos y perros, el jardinero que poda las plantas y arranca las malas hierbas. La biopolíca nazi no sólo apunta a los extraños a la raza superior, sino también, a sus miembros, algunos de los cuales, los mejores (miembros de las SS especialmente seleccionados), deben ser alentados a procrear y los otros, los “defectuosos”, deben ser apartados de la reproducción e incluso de la vida.
La política nazi, por tanto, es biopolítica y ésta se transforma en geopolítica, pues la raza necesita “espacio vital” para su desarrollo. El territorio, conforme a la naturaleza, es para quien lo conquista. Las fronteras y la normas morales y políticas que impiden esta expansión imperial no son sino trabas artificiales impuestas a la naturaleza. El pueblo germano precisa de una expansión hacia el Este, a costa de Rusia, dominada por el judeo-bolchevismo. El espacio conquistado se ha de germanizar, aniquilando, expulsando y colonizando a los pueblos autóctonos, reintegrando a esta unidad vital aria a todos los territorios culturalmente germanos. El pueblo dominador ario convertiría a los inferiores en bestias de carga.
Por tanto, encontramos en Hitler una ideología racista y dentro de ella y superpuesta una ideología antisemita. Si bien el antisemitismo no tiene por qué ser racista, ni el racismo tiene por qué ser antisemita, en el caso de Hitler y del nazismo nos encontramos con un antisemitismo racista y con un racismo antisemita. El antisemitismo es central al nazismo, pero enmarcado en una ideología racista. Sus enemigos no son sólo los judíos, aunque sí los principales. De esta manera se explica por qué los judíos no fueron sus únicas víctimas, pero también por qué fueron las centrales. Parece que en el orden de descubrimiento de Hitler primero estaría el antisemitismo, luego a partir de él elaboraría una teoría racista y una ideología anticomunista ligada a un sueño imperialista o de búsqueda de “espacio vital” para la raza superior .

III. 4. Conforme a Burrin la identidad política del régimen nazi incorporaba tres valores clave: salud, poder y cultura, todos ellos interpretados desde una perspectiva racista y vinculados unos con otros. La salud es una condición indispensable del poder y éste a su vez crea la cultura. El poder es el pivote, el valor principal. Estos tres valores eran el norte de la política nazi.
La salud es la pureza racial, la limpieza, el trabajo y el buen estado físico. El hombre ario sano, limpio, laborioso, deportista, casado con una mujer de su misma raza que le da muchos hijos, se convierte en modelo y norma. Todo aquello que se desvía de esa norma (enfermedad, desviación social, tara racial) se convierte en objeto de las medidas de extirpación: esterilización, eutanasia, reclusión en campos de concentración.
En el ámbito de este valor, los judíos son un blanco entre otros. Aún así el modelo reactivaba específicamente la imagen negativa de los judios: parasitismo judío por oposición al trabajo productivo alemán; asociación con la suciedad, metáforas del “microbio judío” y el “cáncer judío”. Pero es respecto a los otros valores, poder y cultura, donde los judíos no son un grupo más entre los otros.

III. 5. La biopolítica nazi tenía dos caras: una positiva, que consistía en su preocupación por la salud y por la vida (aria); y otra negativa, de acoso y eliminación de los “factores dañinos” a esa vida.
En el lado positivo de su biopolítica su preocupación por la vida y la salud se tradujo en una política sanitaria y de seguridad laboral muy desarrollada. La medicina del Tercer Reich fue la primera en demostrar el vínculo entre el tabaquismo y el cáncer. La creencia errónea de que las mutaciones cancerígenas eran hereditarias facilitó que estos descubrimientos adquirieran dimensiones dramáticas en cuanto al daño que podrían ocasionar a la vida aria, a la “comunidad nacional”. Había que protegerla. Por ello los nazis llevaron a cabo la campaña antitabaco más agresiva de la historia moderna. Los carteles de “Prohibido fumar”, hoy frecuentes pero no entonces, proliferaron en todos los edificios públicos, especialmente en las oficinas y salas de espera, pues se había intuido el riesgo del tabaquismo pasivo. En los trenes había vagones para no fumadores y a los infractores se les ponía multas. El rector de la universidad de Jena prohibió fumar en el campus.
La guerra nazi contra el cáncer fue total, diversas sustancias fueron relacionadas con el cáncer, como ciertos colorantes y el amianto. Se abogó por revisiones periódicas, por exámenes regulares de los trabajadores, por medidas de seguridad en el trabajo. Se hacían recomendaciones nutricionales en el deseo de prevenir el cáncer. También se llevó a cabo una fuerte campaña contra el alcohol, pues sospechaban una relación entre alcohol y cáncer. Merced a todo esto Alemania se situó a la cabeza de los países del mundo en política de salud y seguridad.
Pero todas estas medidas tenían un fundamento racista y el cáncer fue explotado metafóricamente por el régimen en clave antisemita, pués el judío no era sino un cáncer instalado en el “cuerpo del pueblo alemán”, y había que actuar contra él. La lucha preventiva contra el cáncer no fue sino el prólogo de todos los combates destinados a extirpar todos los “tumores malignos” del cuerpo social .
En el lado negativo de la bio-geo-política nazi, si inicialmente el régimen se conformó con impedir el nacimiento de personas con enfermedades hereditarias a través de la esterilización y la prohibición del matrimonio de éstos y de los judíos con los arios sanos , con posterioridad diversos grupos fueron objeto de destrucción física y “en la medida en que la matanza se dirigió contra no judíos, el acto fue llevado a cabo antes de la aniquilación de los judíos y durante la misma, con los mismos medios y a menudo por el mismo personal” . Las actividades destructivas abarcaron tres categorías generales de individuos: enfermos o discapacitados; aquellos considerados amenazadores o peligrosos debido a su comportamientos y los pertenecientes a determinadas nacionalidades.
Al inicio de la guerra, Hitler ordenó personalmente la liquidación física de los enfermos mentales o discapacitados . La mayoría de las victimas de este programa “eutanásico” (bautizado Aktion T4) residían en sanatorios psiquiátricos. Se cobró la vida de unos cien mil adultos y niños alemanes. Esta es la operación en la que se empleó por primera vez la cámara de gas. Esta operación fue muy problemática porque las víctimas de la eutanasia eran parientes de familias comunes. Suscitó temor y ansiedad en la sociedad alemana respecto a la posible inclusión de los ancianos y llevó a la crítica pública del obispo católico Galen. Por todo esto el programa fue suspendido en 1941 .
Este “genocidio psiquiátrico” es fundamental en tanto preparó las “fábricas de la muerte”, tanto por la creencia en que se basaban (las “vidas indignas de vivir”) como por su organización (la división del trabajo) y su personal (técnico). Los mandos de Chelmno, Belzez, Sobibor y Treblinka no provenían de la administración de los campos de concentración, sino de los institutos de eutanasia.
Contra aquellos cuya conducta se consideraba una amenaza para la sociedad se crearon en principio los campos de concentración. Peligrosos eran los comunistas y otros opositores políticos, los Testigos de Jehová, los delincuentes habituales, los “asociales”, los “vagos” y los hombres homosexuales.
Las acciones basadas en criterios nacionales o étnicos fue una empresa más amplia. No se trataba de diferenciar entre conjunto de la población y un grupo específico destinado a la muerte o al campo de concentración. Se trataba de establecer una auténtica jerarquía de naciones dentro de Alemania y de los territorios ocupados, lo que implicaba a decenas de millones de individuos.
El grupo más favorecido fueron los habitantes de etnia alemana que residían fuera de Alemania pero eran culturalmente alemanes. Tras el inicio de la guerra fueron invitados a volver a Alemania y recibieron privilegios en los territorios ocupados.
La siguiente categoría en la jerarquía fue la denominada “germánica”: noruegos, daneses, holandeses y flamencos. Este grupo podía acceder sexualmente a las mujeres alemanas y contraer matrimonio sin necesidad de autorización. Eran los únicos que tenían ese privilegio. El objetivo distante para esas nacionalidades era la germanización definitiva.
Un grupo más amplio, ni cumplimentado ni menospreciado, grupo intermedio, abarcaba desde checos, franceses y valones a griegos y serbios.
La capa inferior incluía a la mayoría de los europeos orientales. Este grupo tenía prohibido mantener relaciones sexuales con alemanas. La categoría inferior de este agregado de naciones, que en 1943 incluía a los italianos, se revela en prácticas como la toma de rehenes y las represalias. Entre estos había gradaciones: los estonios por encima de los letones, los letones por encima de los lituanos, y los tres por encima de los ucranianos. Los prisioneros de guerra soviéticos de nacionalidad báltica o ucraniana eran elegibles para la liberación, y tanto bálticos como ucranianos fueron reclutados en los batallones de policía. En otros aspectos, sin embargo, los ucranianos estaban expuestos a las mismas privaciones que los bielorrusos, los rusos y los polacos, principalmente la requisa de sus cosechas y el trabajo forzoso en Alemania.
Tras la invasión de Polonia había que implantar colonos alemanes y germanizar el territorio. Este programa se inició en Polonia y había que extenderlo a toda Europa del Este. Se preveían gigantescos desplazamientos de poblaciones que permitirían colonizar y germanizar los espacios eslavos estratégicos. La remodelación humana debía afectar a decenas de millones de personas, a las que había que someter, deportar y finalmente exterminar. El “Plan General Este” incluía desde 1941 la desaparición por hambre de 30 millones de rusos en pocos años. Este plan fue formulado antes de la Solución Final e incluso del comienzo de la invasión de la Unión Soviética. No es accidental, por tanto, que antes del final del 1941, se dejara morir de hambre a cerca de tres millones de prisioneros de guerra soviéticos. Hannah Arendt señala la confluencia en el caso de los judíos del Este del antisemitismo con los proyectos racistas de ingeniería social y demográfica: “Las medidas adoptadas contra los judíos del Este no fueron únicamente el resultado del antisemitismo, sino que formaban parte de una política demográfica global, en el curso de cuya ejecución, caso de que los alemanes hubieran ganado la guerra, los polacos hubieran sufrido el mismo destino que los judíos, es decir, el genocidio”.
Judíos y gitanos fueron los grupos que más sufrieron la acción genocida de los nazis. La persecución nazi de los gitanos se situó en la confluencia y “superposición de dos utopías, la que pretendía crear una comunidad sin desviación social y la que trataba de mantener la pureza de la raza” . Fueron, en uno u otro momento, objeto de medidas de esterilización, sedentarización, enviados a los campos de concentración como asociales, y finalmente encaminados al exterminio en cuanto raza a partir de 1939. La voluntad de genocidio de los nazis hacia los gitanos fue menos coherente que en el caso de los judíos, incluso había una categoría exenta del exterminio, los de “pura raza”. “El gitano” ocupaba un lugar insignificante en la visión del mundo de Hitler, no eran su enemigo total y universal.
El lugar central dentro de la cosmovisión nazi lo ocupaban los judíos. Ellos fueron sus víctimas centrales, los únicos para los que hubo un dispositivo exterminador coherente y completo, estuvieran en el lugar de Europa donde estuvieran, sin posible excepción, “todos los judios” estaban destinados a la eliminación.


















política asesina nazi al antisemitismo. El antisemitismo se integra en un proyecto biopolítico, racista y geopolítico más amplio, en una magna utopía de reconstrucción racial de Europa central y oriental. Todo este conglomerado tiene implicaciones multigenocidas.
Como subraya Pier Paolo Poggio el exterminio de los judíos no puede no estar en el centro de la reflexión sobre el nazismo pero resulta imposible y equivocado aislar éste de los demás exterminios producidos por la máquina del terror nazi. Además del genocidio judío cabe hablar de otros genocidios, como el “genocidio psiquiátrico”, gitano, ruso, polaco, etcétera.
Foucault nos dice que no hay estado más biopolítico que el nazi. Para Foucault la biopolítica es una técnica de poder nueva que nace en el siglo XIX. Esta poder recae sobre la población en conjunto, toma en cuenta los procesos biológicos, quiere realzar la vida, regularizarla, intervenir sobre ella, controlar sus riesgos y deficiencias.
¿Cómo un estado biopolítico puede matar tanto como el nazi? Nos dice Foucault que se puede hacer a través del racismo. Éste es el medio de introducir “un corte en el ámbito de la vida que el poder tomó a su cargo: el corte entre lo que deber vivir y lo que debe morir” . Fragmentando el continuun de la vida, por tanto, se puede establecer una relación entre mi vida, como perteneciente a una población o raza, y la muerte del otro, una relación no militar ni guerrera, sino de tipo biológico. Cuanto más mueran dentro de las razas inferiores y degeneradas perteneceré a una vida, a una población, a una raza mejor y más pura. Los enemigos no lo son en el sentido de adversarios políticos, sino peligrosos para la población, para la vida. El movimiento nazi fue absolutamente biopolítico, racista y asesino.

III. 2. Hannah Arendt señaló que la ideología racista no es una invención alemana sino que emergió en todos los países occidentales durante el siglo XIX. El racismo se convirtió en el arma ideológica de las políticas imperialistas. El África negra fue un laboratorio donde se producirían elementos que con el tiempo cristalizarían en el nazismo: las horribles matanzas como elementos ordinarios de la política exterior, la conversión de los pueblos en razas, el establecimiento del propio pueblo como raza de los señores, el tirar al cubo de la basura cualquier consideración ética y de respeto a los derechos humanos, etcétera: “Bajo la nariz de cualquiera existían ya muchos de los elementos que, reunidos, podían formar un Gobierno totalitario sobre la base del racismo” . Lo que luego serían las élites nazis tuvieron su fértil suelo en Africa.
Una ideología no es simplemente un conjunto de opiniones sino que afirma poseer la clave de la Historia, la solución a todos los enigmas del Universo, el conocimiento de las leyes ocultas que gobiernan al mundo .
Las ideología pretenden dar gato por liebre, lo intentan explicar todo y se revisten de “ciencia” y “filosofía”. Pero sin tener las características de la ciencia y la filosofía: se presetan como infalibles y no admiten críticas. No son pura teoría sino armas políticas. Sobre el aspecto “científico” de la ideología racista afirma H. Arendt: “Su aspecto científico es secundario y surge, en primer lugar, del deseo de proporcionar argumentos contundentes y en segundo lugar porque su poder persuasivo también alcanza a los científicos que dejan de interesarse entonces por el resultado de sus investigaciones, abandonan sus laboratorios y corren a predicar a la multitud sus nuevas interpretaciones de la vida y del mundo” . Afirma Arendt que los resultados de las investigaciones biológicas no son la causa del pensamiento y la ideología racial sino su consecuencia: Gobineau existió sin Darwin . El darwinismo conoció tanto éxito porque su lucha por la existencia y la supervivencia del más apto proporcionaban armas ideológicas al imperialismo. También se las proporcionó al nazismo.
La ideo-logía nazi no es el estudio científico (logos) de una idea (la raza). Su objeto no es la exploración científica de las razas humanas. Su objeto es la Historia. La ideología es la lógica de una “idea” y trata el curso de los acontecimientos como si siguieran la misma “ley” que la exposición lógica de su “idea”. La Historia sigue el mismo curso que la “idea” de raza . Como esa lógica de la “idea” es declarada infalible, lo que ocurre es que el movimiento “fabrica” la realidad conforme a la “idea”, ajusta la realidad a la “idea” y conforme a ella se organiza la vida de los militantes del movimiento, del país y del mundo. De esta manera la falsedad ideológica se convierte en “verdad”.

III. 3. En la obra de Hitler, Mi lucha , encontramos una ideología racista y una ideología antisemita. Hitler no ofrece ideas originales . Lo relevante en él es que se tomó en serio la “idea” de la raza: “no era sino un realizador, alguien que no habría hecho más que llevar adelante estas ideas hasta el final, un ejecutor de lo que hasta entonces habían sido sólo ideas, un mero lacayo” .
Hitler no se piensa como un sujeto libre, arbitrario, sino como un ejecutor del movimiento propio de la naturaleza, a la que venera, un mero intérprete y aplicador de sus leyes, que son dos. La primera es la aristocrática “ley de la selección”: en la lucha por la vida privilegia a los más fuertes y elimina a los débiles. La humanidad se fragmenta en razas, tan separadas como las especies, cada una de un valor distinto. Los sujetos y fuerzas motoras de la historia son las razas. La segunda ley es la “ley de la pureza racial”, de la endogamia racial, cuya violación acarrea la decadencia de la raza. En la cima de la jerarquía está la raza aria (o nórdica o germana), en el estrato más bajo los judíos.
Todos los logros culturales valiosos son producto del ario. Su decadencia implica la decadencia de la humanidad. Sus gran enemigo ha sido el judío, que ha introducido ideas contrarias a la naturaleza, como la tabla de los mandamientos, el cristianismo, la Ilustración, el liberalismo, la democracia y el marxismo. Por obra del judío toda la historia humana es un completo desvarío que ha debilitado a la raza superior y a la humanidad. Esta polaridad mítica entre el ario y el judío, el bien y el mal, es esencial en Hitler. Los judíos más que constituir una raza constituyen una “antirraza”, pues quieren destruir el orden natural de las razas para llegar a una mezcla general del género humano. Del resultado de la lucha entre el ario y el judío depende el destino del planeta.
El hombre forma parte de la naturaleza, es un eslabón más y no puede regirse por otras reglas. La naturaleza ha de ser liberada y protegida de las agresiones de la cultura antinatural. La raza aria actual estaba profundamente corrompida, enferma, por las sucesivas mezclas de sangre, por ciertas ideas, por una medicina que paraliza a la “ley de la selección”, que permite vivir y reproducirse a los débiles. La biopolítica nazi pretende recuperar la raza original perdida, fomentar la vida aria y eliminar todos los obstáculos a ésta.
Hitler se convierte en el gran médico y cirujano, el que corta por aquí y por allá trozos de vida enferma, el que lucha contra las “células cancerígenas” y las enfermedades que afectan al ”cuerpo ario”; el gran criador de la raza aria, el gran eugenésico, al modo de un criador de caballos y perros, el jardinero que poda las plantas y arranca las malas hierbas. La biopolíca nazi no sólo apunta a los extraños a la raza superior, sino también, a sus miembros, algunos de los cuales, los mejores (miembros de las SS especialmente seleccionados), deben ser alentados a procrear y los otros, los “defectuosos”, deben ser apartados de la reproducción e incluso de la vida.
La política nazi, por tanto, es biopolítica y ésta se transforma en geopolítica, pues la raza necesita “espacio vital” para su desarrollo. El territorio, conforme a la naturaleza, es para quien lo conquista. Las fronteras y la normas morales y políticas que impiden esta expansión imperial no son sino trabas artificiales impuestas a la naturaleza. El pueblo germano precisa de una expansión hacia el Este, a costa de Rusia, dominada por el judeo-bolchevismo. El espacio conquistado se ha de germanizar, aniquilando, expulsando y colonizando a los pueblos autóctonos, reintegrando a esta unidad vital aria a todos los territorios culturalmente germanos. El pueblo dominador ario convertiría a los inferiores en bestias de carga.
Por tanto, encontramos en Hitler una ideología racista y dentro de ella y superpuesta una ideología antisemita. Si bien el antisemitismo no tiene por qué ser racista, ni el racismo tiene por qué ser antisemita, en el caso de Hitler y del nazismo nos encontramos con un antisemitismo racista y con un racismo antisemita. El antisemitismo es central al nazismo, pero enmarcado en una ideología racista. Sus enemigos no son sólo los judíos, aunque sí los principales. De esta manera se explica por qué los judíos no fueron sus únicas víctimas, pero también por qué fueron las centrales. Parece que en el orden de descubrimiento de Hitler primero estaría el antisemitismo, luego a partir de él elaboraría una teoría racista y una ideología anticomunista ligada a un sueño imperialista o de búsqueda de “espacio vital” para la raza superior .

III. 4. Conforme a Burrin la identidad política del régimen nazi incorporaba tres valores clave: salud, poder y cultura, todos ellos interpretados desde una perspectiva racista y vinculados unos con otros. La salud es una condición indispensable del poder y éste a su vez crea la cultura. El poder es el pivote, el valor principal. Estos tres valores eran el norte de la política nazi.
La salud es la pureza racial, la limpieza, el trabajo y el buen estado físico. El hombre ario sano, limpio, laborioso, deportista, casado con una mujer de su misma raza que le da muchos hijos, se convierte en modelo y norma. Todo aquello que se desvía de esa norma (enfermedad, desviación social, tara racial) se convierte en objeto de las medidas de extirpación: esterilización, eutanasia, reclusión en campos de concentración.
En el ámbito de este valor, los judíos son un blanco entre otros. Aún así el modelo reactivaba específicamente la imagen negativa de los judios: parasitismo judío por oposición al trabajo productivo alemán; asociación con la suciedad, metáforas del “microbio judío” y el “cáncer judío”. Pero es respecto a los otros valores, poder y cultura, donde los judíos no son un grupo más entre los otros.

III. 5. La biopolítica nazi tenía dos caras: una positiva, que consistía en su preocupación por la salud y por la vida (aria); y otra negativa, de acoso y eliminación de los “factores dañinos” a esa vida.
En el lado positivo de su biopolítica su preocupación por la vida y la salud se tradujo en una política sanitaria y de seguridad laboral muy desarrollada. La medicina del Tercer Reich fue la primera en demostrar el vínculo entre el tabaquismo y el cáncer. La creencia errónea de que las mutaciones cancerígenas eran hereditarias facilitó que estos descubrimientos adquirieran dimensiones dramáticas en cuanto al daño que podrían ocasionar a la vida aria, a la “comunidad nacional”. Había que protegerla. Por ello los nazis llevaron a cabo la campaña antitabaco más agresiva de la historia moderna. Los carteles de “Prohibido fumar”, hoy frecuentes pero no entonces, proliferaron en todos los edificios públicos, especialmente en las oficinas y salas de espera, pues se había intuido el riesgo del tabaquismo pasivo. En los trenes había vagones para no fumadores y a los infractores se les ponía multas. El rector de la universidad de Jena prohibió fumar en el campus.
La guerra nazi contra el cáncer fue total, diversas sustancias fueron relacionadas con el cáncer, como ciertos colorantes y el amianto. Se abogó por revisiones periódicas, por exámenes regulares de los trabajadores, por medidas de seguridad en el trabajo. Se hacían recomendaciones nutricionales en el deseo de prevenir el cáncer. También se llevó a cabo una fuerte campaña contra el alcohol, pues sospechaban una relación entre alcohol y cáncer. Merced a todo esto Alemania se situó a la cabeza de los países del mundo en política de salud y seguridad.
Pero todas estas medidas tenían un fundamento racista y el cáncer fue explotado metafóricamente por el régimen en clave antisemita, pués el judío no era sino un cáncer instalado en el “cuerpo del pueblo alemán”, y había que actuar contra él. La lucha preventiva contra el cáncer no fue sino el prólogo de todos los combates destinados a extirpar todos los “tumores malignos” del cuerpo social .
En el lado negativo de la bio-geo-política nazi, si inicialmente el régimen se conformó con impedir el nacimiento de personas con enfermedades hereditarias a través de la esterilización y la prohibición del matrimonio de éstos y de los judíos con los arios sanos , con posterioridad diversos grupos fueron objeto de destrucción física y “en la medida en que la matanza se dirigió contra no judíos, el acto fue llevado a cabo antes de la aniquilación de los judíos y durante la misma, con los mismos medios y a menudo por el mismo personal” . Las actividades destructivas abarcaron tres categorías generales de individuos: enfermos o discapacitados; aquellos considerados amenazadores o peligrosos debido a su comportamientos y los pertenecientes a determinadas nacionalidades.
Al inicio de la guerra, Hitler ordenó personalmente la liquidación física de los enfermos mentales o discapacitados . La mayoría de las victimas de este programa “eutanásico” (bautizado Aktion T4) residían en sanatorios psiquiátricos. Se cobró la vida de unos cien mil adultos y niños alemanes. Esta es la operación en la que se empleó por primera vez la cámara de gas. Esta operación fue muy problemática porque las víctimas de la eutanasia eran parientes de familias comunes. Suscitó temor y ansiedad en la sociedad alemana respecto a la posible inclusión de los ancianos y llevó a la crítica pública del obispo católico Galen. Por todo esto el programa fue suspendido en 1941 .
Este “genocidio psiquiátrico” es fundamental en tanto preparó las “fábricas de la muerte”, tanto por la creencia en que se basaban (las “vidas indignas de vivir”) como por su organización (la división del trabajo) y su personal (técnico). Los mandos de Chelmno, Belzez, Sobibor y Treblinka no provenían de la administración de los campos de concentración, sino de los institutos de eutanasia.
Contra aquellos cuya conducta se consideraba una amenaza para la sociedad se crearon en principio los campos de concentración. Peligrosos eran los comunistas y otros opositores políticos, los Testigos de Jehová, los delincuentes habituales, los “asociales”, los “vagos” y los hombres homosexuales.
Las acciones basadas en criterios nacionales o étnicos fue una empresa más amplia. No se trataba de diferenciar entre conjunto de la población y un grupo específico destinado a la muerte o al campo de concentración. Se trataba de establecer una auténtica jerarquía de naciones dentro de Alemania y de los territorios ocupados, lo que implicaba a decenas de millones de individuos.
El grupo más favorecido fueron los habitantes de etnia alemana que residían fuera de Alemania pero eran culturalmente alemanes. Tras el inicio de la guerra fueron invitados a volver a Alemania y recibieron privilegios en los territorios ocupados.
La siguiente categoría en la jerarquía fue la denominada “germánica”: noruegos, daneses, holandeses y flamencos. Este grupo podía acceder sexualmente a las mujeres alemanas y contraer matrimonio sin necesidad de autorización. Eran los únicos que tenían ese privilegio. El objetivo distante para esas nacionalidades era la germanización definitiva.
Un grupo más amplio, ni cumplimentado ni menospreciado, grupo intermedio, abarcaba desde checos, franceses y valones a griegos y serbios.
La capa inferior incluía a la mayoría de los europeos orientales. Este grupo tenía prohibido mantener relaciones sexuales con alemanas. La categoría inferior de este agregado de naciones, que en 1943 incluía a los italianos, se revela en prácticas como la toma de rehenes y las represalias. Entre estos había gradaciones: los estonios por encima de los letones, los letones por encima de los lituanos, y los tres por encima de los ucranianos. Los prisioneros de guerra soviéticos de nacionalidad báltica o ucraniana eran elegibles para la liberación, y tanto bálticos como ucranianos fueron reclutados en los batallones de policía. En otros aspectos, sin embargo, los ucranianos estaban expuestos a las mismas privaciones que los bielorrusos, los rusos y los polacos, principalmente la requisa de sus cosechas y el trabajo forzoso en Alemania.
Tras la invasión de Polonia había que implantar colonos alemanes y germanizar el territorio. Este programa se inició en Polonia y había que extenderlo a toda Europa del Este. Se preveían gigantescos desplazamientos de poblaciones que permitirían colonizar y germanizar los espacios eslavos estratégicos. La remodelación humana debía afectar a decenas de millones de personas, a las que había que someter, deportar y finalmente exterminar. El “Plan General Este” incluía desde 1941 la desaparición por hambre de 30 millones de rusos en pocos años. Este plan fue formulado antes de la Solución Final e incluso del comienzo de la invasión de la Unión Soviética. No es accidental, por tanto, que antes del final del 1941, se dejara morir de hambre a cerca de tres millones de prisioneros de guerra soviéticos. Hannah Arendt señala la confluencia en el caso de los judíos del Este del antisemitismo con los proyectos racistas de ingeniería social y demográfica: “Las medidas adoptadas contra los judíos del Este no fueron únicamente el resultado del antisemitismo, sino que formaban parte de una política demográfica global, en el curso de cuya ejecución, caso de que los alemanes hubieran ganado la guerra, los polacos hubieran sufrido el mismo destino que los judíos, es decir, el genocidio”.
Judíos y gitanos fueron los grupos que más sufrieron la acción genocida de los nazis. La persecución nazi de los gitanos se situó en la confluencia y “superposición de dos utopías, la que pretendía crear una comunidad sin desviación social y la que trataba de mantener la pureza de la raza” . Fueron, en uno u otro momento, objeto de medidas de esterilización, sedentarización, enviados a los campos de concentración como asociales, y finalmente encaminados al exterminio en cuanto raza a partir de 1939. La voluntad de genocidio de los nazis hacia los gitanos fue menos coherente que en el caso de los judíos, incluso había una categoría exenta del exterminio, los de “pura raza”. “El gitano” ocupaba un lugar insignificante en la visión del mundo de Hitler, no eran su enemigo total y universal.
El lugar central dentro de la cosmovisión nazi lo ocupaban los judíos. Ellos fueron sus víctimas centrales, los únicos para los que hubo un dispositivo exterminador coherente y completo, estuvieran en el lugar de Europa donde estuvieran, sin posible excepción, “todos los judios” estaban destinados a la eliminación.


Me partece que no han salido las notas al pié.

Nazismo y revisionismo histórico, pág. 30.
Hay que defender la sociedad, Curso del Collège de France (1975-1976), pág. 205-225.
FOUCALT, MICHEL, op. cit. pág. 218.

Los orígenes del totalitarismo, pág. 221.
ARENDT, HANNAH, op. cit. pág. 290.
ARENDT, HANNAH, op. cit. pág. 222. El racismo es una de las ideologías que llegó a la cima e interpreta la Historia como una lucha de razas. La otra ideología triunfante fue la que la interpretó como una lucha económica de clases.

ARENDT, HANNAH, op. cit. pág. 223.
ARENDT, HANNAH, op. cit. pág. 235.
ARENDT, HANNAH, op. cit. pág. 569.
Referirse a la ideología de Hitler a la hora de comprender el nazismo está justificado porque en el universo nazi todas las decisiones de importancia pasaban por él y dependen directa o indirectamente de su cosmovisión. No he trabajado directamente Mi lucha, entre otras cosas por la dificultad de acceso a una buena edición. Los derechos sobre este libro pertenecen al gobierno de Baviera e impide su difusión. Pienso que este texto es un importante elemento para comprender el nazismo.
Sus ideas son una amalgama de influencias: ideas del francés Arthur Comte de Gobineau recogidas en su influyente libro Ensayo sobre las desigualdades de las razas humanas (1855), ideas del ingles Houston Stewart Chamberlain, ideas socialdarwinistas con su extensión eugenésica, especialmente de Ernst Haeckel, influencias de Nietzsche, ideas antisemitas de Richard Wagner, el ariosofismo de Lanz von Liebenfels y Guido von List, ideas pangermanistas del político austríaco George von Schonerer, modelo de explotación política del antisemitismo del político austríaco Karl Lueger, ideas sobre el espacio vital de Kart Haushofer, ideas del abogado Kart Bindig y el psiquiatra Alfre Hoche sobre eutanasia, etcétera. Muchas de sus ideas aparecían como avaladas por la ciencia, aureoladas por su prestigio. Y Hitler contó con el apoyo amplio de la comunidad científica alemana que compartía su visión: biólogos, médicos, antropólogos, geógrafos apoyaron y desarrollaron esta ideología.
C. SCHMITT. Recogida la cita de POGGIO, PIER PAOLO, Nazismo y revisionismo histórico, pág. 67.

Esta exposición de la ideología racista de Hitler se basa en las siguientes obras: AMERY, CARL, Auschwitz, ¿comienza el siglo XXI?, cap. V y VI; BURRIN, PHILIPPE, Resentimiento y Apocalipsis. Ensayo sobre el antisemitismo nazi, pág. 52-54; SAFRANSKI, RÜDIGER, El mal o el drama de la libertad, pág. 236-237; CORNWELL, JOHN, Los científicos de Hitler. Ciencia, guerra y el pacto con el diablo, pág. 37-39, cap. 5, 6 y 13; SALA ROSE, ROSA, Diccionario crítico de mitos y símbolos del nazismo, entradas Ario, Espacio vital y Mein Kampf.
POGGIO, PIER PAOLO, Nazismo y revisionismo histórico, pág. 54.
BURRIN, PHILIPPE, Resentimiento y apocalipsis. Ensayo sobre el antisemitismo nazi, pág. 69-70.

Sobre el aspecto positivo de la biopolítica nazi he consultado los siguientes textos: CORNWELL, JOHN, Los científicos de Hitler. Ciencia, guerra y el pacto con el diablo, cap. 12; SALA ROSE, ROSA, Diccionario crítico de mitos y símbolos del nazismo, entrada Tabaquismo; BRUNETAU, BERNARD, El siglo de los genocidios. Violencias, masacres y procesos genocidas desde Armenia a Ruanda, pág. 141-142.
En 1933 la legislación eugenésica autorizó la esterilización de los enfermos hereditarios, trescientos mil alemanes con “defecto mental congénito, esquizofrenia, psicosis maníaco-depresiva, epilepsia, corea, ceguera, sordera, grave deformidad física y alcoholismo grave”.
HILBERG, RAUL, La destrucción de los judíos europeos, pág. 1100.
En lo que sigue me baso en las siguientes lecturas: HILBERG, RAUL, La destrucción de los judíos de Europa, pág. 1100-1110; WISTRICH, ROBERT S.,Hitler y el Holocausto, pág. 32-35; BRUNETEAU, BERNARD, El siglo de los genocidios. Violencias, masacres y procesos genocidas desde Armenia a Ruanda, pág. 144-150.

Ya no se conformaba con la esterilización. Pasó a aniquilar las “vidas indignas de vivir”. Fueron el abogado Kart Binding y el psiquiatra Alfred Hoche quienes popularizaron la fórmula “vida indigna de vivir” en su obra capital Autorización para aniquilar la vida indigna de vivir (1920). Bindig recomendaba que se autorizara a los médicos poner fin por propia iniciativa a una existencia dolorosa, también propugnaba que la sociedad debía acabar con una vida que constituyera una carga para ella. Hoche citaba los recursos malgastados en mantener vidas deficientes. Según él, los idiotas no tenían derecho a la vida, pues carecían de cualidades esenciales que le dan sentido a la vida. Este texto proporcionó argumentos a los nazis.
ARENDT, HANNAH, Los orígenes del totalitarismo, pág. 391, nota 16, nos da noticias de un proyecto de ley sanitaria, redactado por el mismo Hitler, donde “proponía aislar del resto de la población a todas las familias que contaran con algún caso de afecciones cardíacas o pulmonares, siendo, naturalmente, su liquidación física el siguiente paso”. Y HILBERG, RAUL, La destrucción de los judíos de Europa, pág, 1101-1102, da noticias de proyectos de eliminación de los feos.

Eichmann en Jerusalén. Un estudio de la banalidad del mal, pág. 315-316.
Entre doscientos cincuenta mil y medio millón de gitanos fueron enviados a la muerte entre 1939 y 1945, de forma simultánea al genocidio judio, dos tercios de los gitanos polacos murieron bajo la ocupación nazi.