Bastante atrevidos esos juegos, por decir lo mínimo, entre la vida anterior y la vida interior---
entre el pasado y la verdad, por lo tanto---
entre la memoria y el recuerdo: también.
Osado, igualmente, el empeño por ligar lo sublime, haciéndolo humano, al recuerdo activado por una mala fotografía, que además se ha ido al gris, como dicen que se van al sepia los recuerdos (si es que lo dicen)---
Y qué decir de esa equivocación entre bandada y banda: la imaginación sobrevenida, la figura resultante de un cuerpo político de ladrones que revolotean como buitres en torno al cadáver de toda la moral, atentos a las solas riquezas inmortales---
Atrevida, por último, la intención de alcanzar un concepto automático de la belleza, la igualdad deseable del discurrir y del camino, en torno al lenguaje: la experiencia y las acciones ligadas por el mismo cemento que el pensar---
Y la imposibilidad de prescindir de las metáforas: edificantes, de la edificación---
Pero se debe ser claro: tú mismo te obsesionas con aquello que no comprendes---
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