Esto va sin ironía, que es pecado imperdonable para los que debemos creer en la obediencia debida a los políticos democráticos que libremente hemos elegido---
Mucho menos habría yo de dar crédito a los que sostienen que estamos en manos de una banda profesionalmente dedicada a la recuperación particular de los dineros públicos (yo maldigo de todos ellos), pues he de creer que todo es por nuestro bien de ciudadanos particulares, y que alguien se preocupa de que, a pesar de nuestras pesadillas hipotecarias, la redistribución de la riqueza siga los cauces obligados---
No, Señor, aleja de mí las malas ideas: todo es por nuestra felicidad y progreso---
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