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4 de noviembre de 2007
Ikiru, en clave
Se me ocurre este título en japonés (Kurosawa), para soltar que la conciencia se desata demasiado tarde, sin remedio. Mirando desde el puente, en el lugar en el que, cuando pasé por primera vez, dos extranjeros grababan con la cámara de vídeo, mirando yo ahora las luces algo alejadas de la feria, el sonido que llega amortiguado, en medio de un silencio relativo, a pesar de la hora festiva, pienso -soy consciente- en una lengua que se ha secado (un cauce sin agua, como el que pasa por debajo), en el anonimato de los viandantes que se cruzan con orden aceptado (en el mío propio: en mi anonimato, no en mi orden), y en que daría igual fijarse en las luces del pub, al final de la avenida. Sólo una luz que llega casi apagada desde la ventana, a cien metros de donde estoy ahora, y al abrir la puerta el estruendo de la música de los altavoces se me vendría encima, para nada.
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