23 de noviembre de 2007

Religiones

Aunque sea tarde y yo esté cansado, y tenga la cabeza cargada---
Apuntes para desarrollar:

Si es lo mismo lo público que o político, y yo creo que sí, que se pueden igualar: si es que lo público consiste en el desempeño racional, en el diálogo; o si lo público es aquello que ha de tener repercusiones, y en caso contrario sería privado y sin consecuencias, meramente---

En segundo lugar: el sentido de lo privado, y entonces se produce el lío, el embrollo dialéctico, al tener que pensar que lo privado no es ni lo sentimental ni lo subjetivo ni lo familiar ni lo incomunicable, sino lo razonado y racional, lo cribado por el demonio interior---

Lo privado consiste en Kant en el cumplimiento de las reglas establecidas: lo más público y visible que existe; aunque lo público kantiano resida -sobre todo- en el examen crítico, argumentativo, crítico y docto---

Finalmente: no hay diferencia esencia entre lo privado y lo público, igualados en su condición de formas o ámbitos o espacios de la misma razón---

Y lo que se juega en estas discusiones (sí, discusiones) es el lugar histórico y metafísico de la libertad y la razón: la condición del sujeto, del individuo---

Se manifiesta, yo me manifiesto, a favor de la opinión de que una forma pública y publicitada de la religión, se trate de una religión revelada o de una religión política, es forzosamente coactiva, impositiva, dictatorial---

Aunque mañana se piense, yo piense (yo crea), lo contrario---

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1 comentario:

Egoficción dijo...

Creo que puedo intervenir con conocimiento de causa. Extraña y dulce definición de lo privado hacéis Kant, Habermas y tú; lo privado, lo realmente privado y no el simple reflejo laxo de lo público, también podría ser la pura irracionalidad. Esto es, lo reconozco, potencialmente aterrador. Pero tu definición me parece un desideratum imposible (y casi indeseable).
¿Razón y libertad?, ¿no sería más adecuado decir libertad y subjetividad?

Al respecto de la si son posibles y deseables religiones públicas (políticas). Creo, como tú, que no deberían fomentarse en nombre de una falsa bondad y racionalidad interesadas... ¡Quien posee una verdad, una Verdad con mayúscula, no dialóga; impone esa Verdad! El error y el horror del dogmatismo es lo que me hace rechazar (más en nombre de la libertad que de la racionalidad, y ya sé lo que opinas al respecto) lo que me hace execrar (que diría don Manuel) de toda forma cultural absolutista.