25 de noviembre de 2007

Animus meus

(Estampas; 24 de noviembre, tarde/noche)

Un aire movido, húmedo, a rachas, ahuyenta a los escasos testigos de la antesala navideña -en los escaparates de las tiendas de los chinos-, que buscan, en cuanto caen las primeras gotas de una llovizna fría, el calor casi hogareño que hay en las barras de los bares: el ambiente conocido---

Incluso podría pensar(se) que estoy hablando de mí [Mi escribir es un hablar que no ha alcanzado su otro: logos trunco]---

Lo cierto es que una cosa parecida debe ser, que puede que no esté lejos de referirme a mí: asqueado de las atrocidades contadas, de la insana? /ilegible/ realidad de un lector cómplice del crimen. La curiosidad histórica se va de las manos y emponzoña los cerebros. Quizás éstos no se ilustren más que por fuera, manteniendo intacta la carga bien cimentada de los prejuicios, las prevenciones y precipitaciones.



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"Pero al contraer la imagen se pierde la luz." Cierto. Pero se logra un efecto no intencionado de contraste entre cielo diurno y tierra nocturna (claridad/oscuridad) que hará las delicias de las epigonales razones magrittianas que subsisten en provincias (i. e., mi descripción russellianamente propia y querida).

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