Aprendamos a ver en la politeia platónica no una sociedad ideal tomada de celestes arquetipos, como si el demiurgo hubiera puesto sus manos y mente en ella, desde lo eterno o circular; aprendamos lo que hay de ya desencantado en ese orden (supuestamente) perfecto de estamentos, dirigido, planificado, expertorizado---
No el ágora perdida de la pequeña población de Atenas; el tráfago de la administración en Washington, sede del imperio nada celeste---
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En los arrabales:
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