Tiene que asustar a cualquiera, y tú eres tan asustadizo que aun de tu sombra si te sorprende desprevenido, el saber que si hay paraíso está en la infancia o es la infancia, porque la infancia [niñez] representa todas las posibilidades, también en la conciencia infantil [del niño], que ve el mundo inacabable. Todo lo que vendrá después, lógicamente, va a ir gastando ese caudal infantil [inicial] de sueño y felicidad.
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Metafísicamente representa un error negar la maldad del hombre: lo que es posible acaba siendo real. Los hechos lo prueban. Políticamente, las democracias viven de la creencia edénica, de la bondad del pueblo.
La moralidad vive en el cable tendido entre una y otra realidad, entre política y metafísica, ¿lo que Kant llamaba (establecía como, como si) la distinción de mundos?
¿Lo político es lo nouménico? No, pero se constituye como doble metafísico irrisorio.
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De la franqueza a la estupidez un pasito, que se da, que se salta más bien, como no intervenga la prudencia de voz tranquila.
No escarmientas, carbonero de tu fe, cántaro de tu alma...
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El demente creía en el poder genesíaco de la eufonía. Luego pretendía deducir de ahí la idea, posterior en milenios, de una música de las esferas, que presupone que los astrónomos hayan advertido el silencio de las estrellas [, su muda vis].
El eufonista, pariente del etimólogo. Los dos chalados, tirándose cada uno y entre sí del pelo para alzarse. No les falta más que la linterna para verse el uno al otro y exclamarse "Ecce homo!". [Bella estampa de los turines.]
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La tarjeta de crédito me rebaja, a mí y a tantos que admiramos la levita en la moda masculina, a la condición de pordiosero del bienestar. No hay como ser pobre, de espíritu también, para ser consciente del pecado, incluso de las preferencias de Dios por sus hijos (señalados ya en el mundo). Antes de fin de mes y números del color de la grana.
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Quien no viaja sabe lo que se pierde, pero no lo mueve su voluntad (= alegría, que es el motivo que se alimenta a sí mismo, de sí mismo).
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