25 de septiembre de 2008

Demagogo del decir

En el rostro no llevas los años. Se te deducen del corazón. [Si un ser gélido conserva la memoria del calor.]

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Quienes se manifiestan seguros de sí mismos, triunfan en la batalla. La guerra perdida y la razón última pertenecen, sin embargo, al perdido (¿desplazado, alienado?) para el mundo...

(Según su concepto y el de los piadosos que le secundan, confirmándole esa impresión. De lo cual ontoe-epistémicamente podrá deducir ¿¿¿la raíz de toda certeza cartesiana: al inseguro le da razón la exclusión de la experiencia, de la vida???)

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¿Por qué la urgencia del decir, ahora sin demagogia, en los días de ruido y confusión? [En ningún lugar físico el ruido, sino en tu alma, que no existe.]

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Mimetizo, o lo pretendo, al que señala que en toda experiencia hay ya una repetición: el cansado, Pavese.

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Si no quedan dioses, para mandar al cielo o al infierno, está la prensa para recoger y salvar los sucesos del día.

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(La confesión que yo me hago)

Me gustan los diaristas, los desesperados; los del fragmento del día, más que los autobiógrafos del ordo fictus o realis; el ángulo que apenas protege más que el círculo seguro; el centavo más que el billete que en Dios confía. Me gustan Pavese, Bloy, Chesterton. Mis pobres hombres (Chesterton no lo es) geniales e injustos.

La verdad cuando sé que está y que yo no la tengo. En cuanto se tiene no es verdad sino pasión vieja sin flor.

Ps. Sorry! Lapsus: quise decir "la confesión que yo NO me hago".

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Bill Evans: "Nardis"
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