(Repaso)
Un teólogo occidental estimará que pocas cosas habrá más terribles que la lógica en manos de un oriental: la dialéctica en pleno convocada para servir a un señor temible en el cielo que no deja en paz (independencia) a sus súbditos en la tierra.
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Trascendiendo al dios -apartándole de aquí abajo, se quiere decir-, caben en un mismo universo quebrado -a causa de esa separación- su majestad con la finitud de las creaturas (gauchetade).
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(La lógica tiene, así pues, dos mundos en los que servir de limpiadora. Esto sucederá según fases: irracionalizando lo sensible, primero, pues lo inteligible ya se ha gastado en el mundo de arriba. Hasta que se produzca el retorno de la forma a lo sensible y sean ganadas dos libertades: la de los físicos especialistas con respecto al inerte cuerpo mecánico; las de todos los s. h. en tanto finitud divina inexplicable que funda ciudades éticas.)
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