9 de septiembre de 2008

Nótula

En la biografía de Tomás de Aquino escrita por Chesterton (reeditada en 2006 por Homo Legens junto con la de Francisco de Asís) apunta el escritor inglés la conexión demoníaca entre la verdad y su apariencia, entre el dios y el anticristo, precisamente en la menor distancia (cuando el enemigo quiere fingir que nos sigue en la verdad, para enunciar mejor su error maldito).

Lo apunta a propósito de la traslación de Sigerio de Brabante de la vía de la complementariedad tomista entre fe y razón, como si de una doble verdad se tratase. Forzoso sería conceder que la razón está del lado del Aquinate, sola mente concipere, si de mantener la coherencia/validez del principio de contradicción se tratase.

Pero no se debe olvidar (¿quiere Chesterton olvidarlo?) la vis rethorica de la doble vía brabantiana: puesto que si se sigue manteniendo la coherencia/validez del principio de contradicción habrá que reconocer que una de las verdades sobra. (Intención liberadora de los averroísmos.)

Entonces, el moderno, el ateo, el condenado, etc. podrán concluir que sobra la vía/verdad de la fe, que sólo en tanto resabio fideísta o luterano (peor aun, calvinista) puede seguir habitando en las mentes.

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(Décalage)

Según Pavese, El oficio de vivir:

Se obtiene cuando no se quiere.

¿Es así?

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La foucaultiana Les mots et les choses (1966) es algo más serio que su falsedad y/o falta de contrastación empírica. La verdad tiene que ser algo más amplio que esta crítica analítica.

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